El BCE mantiene los tipos pero allana el camino para rebajarlos en junio
La entidad bancaria señala por primera vez que podría ser "apropiado" bajar el precio del dinero en un futuro próximo
BruselasLa inflación está bajo control y mantiene la tendencia a la baja, incluso más rápido de lo previsto, pero el Banco Central Europeo (BCE) ha optado por no cambiar de planes y mantener los tipos de interés a niveles elevados, al 4,5%. Eso sí, la presidenta de la institución monetaria, Christine Lagarde, ha insistido en que en el consejo de gobierno del organismo del próximo junio ya contará con "más indicadores y datos económicos" y, por primera vez, ha señalado que podría ser " apropiado" bajar el precio del dinero.
Lagarde ha remarcado, sin embargo, que los diferentes factores que el BCE tiene en cuenta a la hora de determinar los niveles del tipo de interés deben mantenerse dentro de la evolución esperada. Es decir, que las perspectivas de la inflación apunten a una tendencia a la baja, la inflación subyacente -el índice de los precios que no tiene en cuenta los elementos más volátiles como la energía y los alimentos frescos- también vaya disminuyendo y que la intensidad de la transmisión de subir el precio del dinero siga teniendo los mismos efectos que hasta ahora. "Dependemos de los datos económicos", ha repetido Lagarde, que ha evitado poner una fecha en la rebaja del precio del dinero y "comprometerse por adelantado en un plan concreto de tipos".
En cuanto a la inflación, se está acercando cada vez más al objetivo del BCE a largo plazo, el 2%. Y el mes pasado la tasa de aumento de precios en la eurozona comparada con el mismo mes de 2023 fue del 2,4%, una décima menos que en febrero. En cuanto a la subyacente, también va disminuyendo aunque a un ritmo más lento. Febrero fue del 3,1% y marzo ya fue de dos décimas menos, del 2,9%.
Además, Lagarde ha celebrado que el aumento de los sueldos se esté "moderando gradualmente" y que las empresas estén absorbiendo parte del incremento de los costes laborales en sus beneficios. "Las condiciones de financiación siguen siendo restrictivas y las anteriores subidas de los tipos de interés siguen frenando la demanda, lo que contribuye a reducir la inflación", ha añadido la presidenta del BCE.
En este sentido, cabe recordar que subir los tipos de interés es una de las principales herramientas de que dispone el BCE para detener la inflación, porque comporta un encarecimiento de los créditos que conceden los bancos y, por tanto, el consumo se reduce. Por eso, aunque disminuye la tasa de aumento de precios, tampoco se puede abusar de ellos porque deriva en una ralentización de la actividad económica. De hecho, algunos de los países de la moneda única, como Alemania, entraron en recesión técnica el pasado año y el conjunto de la eurozona la esquivó por los pelos.
Así pues, con la inflación ya controlada y una eurozona con un crecimiento económico débil, el BCE cada vez se ve más presionado para reducir los tipos de interés. Por este motivo, especialmente los países del sur, como Francia, Italia y España, hace tiempo que se muestran partidarios de rebajar cuanto antes el precio del dinero. En cambio, los históricamente favorables a políticas económicas de austeridad, como Alemania y Países Bajos, son más estrictos y han preferido no rebajarlos, al menos hasta el próximo junio.
El dilema de avanzar EEUU
La entidad bancaria europea hasta ahora ha ido a remolque de las decisiones que toma la Reserva Federal (la Fed, el equivalente al BCE en Estados Unidos) en la subida de los tipos, pero si el organismo presidido por Lagarde finalmente los rebaja en junio será la primera institución monetaria internacional de las economías más industrializadas que baja el precio del dinero. La inflación en Estados Unidos continúa a niveles elevados y en marzo alcanzó el 3% interanual, una tasa que hace prever en los mercados que la Fed no reducirá el precio del dinero en junio.
Sin embargo, el adelantarse a la Fed en la rebaja de los tipos puede fortalecer aún más el dólar en detrimento del euro y facilitar que la moneda estadounidense se acerque al valor de la divisa comunitaria. Esto podría comportar un encarecimiento de las importaciones europeas provenientes de EE.UU. y la compra en dólares, por ejemplo, de la energía, lo que se teme que pueda acabar siendo un nuevo factor inflacionista.