Argentina

La pugna de Milei con las provincias por el gas y el petróleo argentinos

Gobernadores de la Patagonia se plantan contra los recortes y amenazan con detener la producción

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Oleoductos e instalaciones de almacenamiento en la perforación de gas y petróleo de Vaca Muerta, en la provincia patagónica de Neuquén, Argentina

Buenos AiresEn los dos meses y 20 días que Javier Milei ha sido presidente de Argentina, han pasado tantas cosas que a menudo cuesta asimilarlas. Una de las que más titulares han ocupado en la prensa y horas de debate televisivo esta semana ha sido la “guerra” contra las provincias y contra los gobernadores provinciales –un equivalente a las comunidades autónomas y los presidentes autonómicos en España– por parte del presidente argentino.

En su brutal recorte de gasto público –el llamado “ajuste”–, Milei ha entrado con fuerza en los presupuestos destinados a las diferentes regiones, con reducciones drásticas, por ejemplo, en educación, lo que desató una huelga de docentes el primer día de curso escolar este lunes, o en el fomento del trabajo y la construcción de obra pública en barrios populares. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, el peronista Axel Kicillof, ha acusado a Milei de “robar” los recursos de las provincias, mientras que desde el gobierno nacional sostienen que buscan acabar con ciertos “privilegios” de la política.

En esta disputa, han tomado especial protagonismo algunos gobernadores de la Patagonia. El dirigente de la provincia de Chubut, Ignacio Torres, arrojó la primera piedra el viernes: “Si el miércoles [el gobierno] no nos ha sacado el pie de encima, no saldrá un barril más de petróleo de Chubut hacia Argentina”. Redobló la apuesta Gustavo Melella, gobernador de Tierra del Fuego, amenazando con paralizar la producción de petróleo durante 24 horas. Kicillof añadió leña al fuego diciendo que él también podía cerrar los puertos y aduanas interiores.

La escalada de tensión, escrupulosamente monitorizada por los medios de comunicación y la opinión pública, la resolvió la justicia argentina, a favor de las provincias: Milei deberá devolver las partidas presupuestarias a los territorios. Los gobernadores bajaron el tono y reafirmaron una voluntad de diálogo con el ejecutivo central, que ya avanzó que apelará la resolución judicial. La incógnita es: ¿qué pasaría si, efectivamente, la Patagonia detuviera la producción de petróleo como medida de fuerza?

Petróleo argentino: un recurso mal administrado

“En primer lugar, no existe la opción de frenar la producción de petróleo como quien apaga la luz –aclara al ARA Rubén Caligari, ingeniero petrolífero– y, en segundo lugar, las provincias del sur viven de las regalías del petróleo y el gas: por cada barril que se extrae del fondo del pozo, un porcentaje variable [según la concesión] se va directamente a las arcas del estado provincial, sin pasar por el gobierno central. Supongamos que se pudiera detener la producción: el primer perjudicado sería la provincia”. Según datos de la secretaría de Energía, Chubut es la segunda productora de petróleo y cuarta productora de gas del país, con 136.378 barriles y 8 millones de metros cúbicos diarios, respectivamente. La administración provincial mantiene el 20% de participación en la producción petrolera. Caligari hace un rápido cálculo con el precio del barril en el mercado internacional: “Aproximadamente la venta de Chubut son unos 9 millones de dólares al día, de los cuales un 20% es para la provincia. Es mucho dinero”.

Si es tanto dinero sólo en una provincia, ¿cómo es que Argentina no está nadando en dólares –que le faltan– con la producción de gas y petróleo? "Porque si no acompañas el recurso natural con planificación, gestión y control, el recurso se dilapida, y en Argentina tenemos una incapacidad de gestión casi congénita", lamenta Caligari. "En la industria del petróleo ha caído la competitividad, que en este país es casi una mala palabra", añade el académico. Muchos expertos argumentan que es el nacionalismo económico heredado del peronismo el que ha llevado a Argentina a una gestión ineficiente de sus recursos naturales. En medio de la crisis brutal que atraviesa el país, Milei abandera la apertura a la economía mundial. “Yo creo que a medio o largo plazo, abrirse es positivo”, argumenta en el ARA Daniel Dreizzen, ingeniero y consultor de energía. Ambos expertos comparten que, a lo largo de los años, la gestión, por ejemplo, de YPF, ha sido más política que estratégica.

Modelo federal en cuestión

El choque de esta semana con los gobernadores patagónicos evidencia un conflicto subyacente en la naturaleza del estado federal argentino: de qué grado de autonomía deben gozar sus 23 provincias y su ciudad autónoma, Buenos Aires, respecto del gobierno central ? En cuanto a los recursos naturales, la Constitución establece que el “dominio originario” es de las provincias, aunque el mismo artículo apunta a que el gobierno nacional tiene la potestad de regular su uso. “Las provincias son las propietarias del recurso y dan concesiones, pero el gobierno central puede regular los precios de lo que vende la provincia o fijar pautas de las concesiones –aclara Dreizzen–; por eso las relaciones con las provincias son a veces conflictivas, y Milei tiene un estilo de confrontar más que de consensuar”.

El peronismo, por su parte, ha tendido más al federalismo y se ha esforzado por equiparar territorios. Aún así, desde el llamado “interior” del país siempre existe la sensación de que Buenos Aires es el hijo predilecto de Argentina. “Lo que tiene que hacer Milei es mirar a Chubut y decir: esto es Argentina –argumenta Caligari–, porque si a Chubut le va mal, nos va mal a todos”. En una entrevista sobre el conflicto patagónico, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, condenó el tono del gobernador Torres: “Nunca habría imaginado que un gobernador se plantaría sobre el petróleo y no le dejaría salir”, y lo advirtió: “ Terminarás como Cataluña”. Este viernes Milei pronunciará su primer discurso como presidente ante los diputados en el Parlamento nacional, y existe una gran expectación sobre la mención que hará en la relación con las provincias. ¿Buscará un discurso de paz o seguirá atizando el fuego?

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