Incertidumbre y descontrol en el primer mes de 'riders' contratados en Glovo
Los sindicatos alertan de los problemas técnicos y el uso de las sanciones por castigar los retrasos en las entregas
BarcelonaDespués de diez años utilizando falsos autónomos, éste es el primer verano en el que los repartidores de Glovo ya están contratados como asalariados, una transformación decisiva del modelo que está costando implementar. La nueva operativa, que entró en vigor a principios de julio, ha arrancado a marchas forzadas y varias fuentes de los trabajadores explican al ARA que, de momento, este primer mes ha estado marcado por la incertidumbre y el caos interno, que han encendido el malestar entre los riders. "Hay desorganización, pero sobre todo hay incertidumbre. La migración del modelo autónomo al asalariado ha comportado muchos problemas técnicos", remarca Franz Morales, ex repartidor y responsable del equipo de nuevas realidades del trabajo de CCOO de Catalunya. La empresa, por su parte, recuerda que el cambio ha sido muy rápido y se ha realizado en más de 900 ciudades.
Por ejemplo, los riders vinculados a la CGT de Barcelona recriminan a la plataforma que modifique los horarios sin previo aviso, pero también que a menudo no se respete el descanso entre jornadas laborales o se superen las horas máximas previstas para la semana. "Sobre todo las dos primeras semanas fueron las más caóticas, con muchos cambios. Mi primera semana no escogí horarios. Me les asignaron automáticamente, no sé si una persona o algoritmo", explica un mensajero, sobre las incidencias. Estos repartidores han conseguido contratos que a lo sumo alcanzan las 30 horas semanales (más 7 complementarias), algunos tras rechazar ofertas anteriores de contratos de 14 horas con los que no se podían mantener económicamente.
Glovo ha decidido dividir las nóminas en dos pagos, por lo que los mensajeros cobran los días 10 y 25 de cada mes. Debido a que el convenio que ha escogido la compañía –el estatal de empresas de mensajería- está caducado desde 2006, la tabla salarial está completamente desfasada y los repartidores reciben el salario mínimo interprofesional (SMI), que ahora es de 16.576 euros anuales en 14 pagas. Aunque los vehículos siguen poniendo sus mensajeros, ahora Glovo les paga el kilometraje, cinco euros al mes para compensar el uso del teléfono para el trabajo y algunos incentivos que prevé el convenio.
Colapso en los recursos humanos
Otra de las quejas recurrentes sobre este período de transición es que la compañía sólo dispone de unas pocas horas para atender presencialmente los problemas que surgen a los riders. En Barcelona, esta oficina permanece abierta tres días a la semana durante dos horas al día, teniendo en cuenta que los repartidores de Glovo en la capital se cuentan por miles. "Dos horas de atención son insuficientes con los líos que hay. Los correos electrónicos están completamente colapsados", remarcan fuentes de la CGT, que se reunió con la empresa a principios de julio para exponer estos problemas.
La saturación en la atención también ha dificultado que algunos repartidores puedan resolver incidencias como que la plataforma para empleados se bloquee y no puedan empezar a repartir a pesar de haber aceptado el contrato. Esta última semana algunos riders barceloneses recibieron un aviso bastante desconcertante en el que la empresa lamentaba "la trágica noticia" de su muerte. Finalmente, uno de los gestores de operaciones –el cargo intermedio que Glovo está contratando a toda prisa para hacer de enlace con la plantilla– les reconoció que se trataba de un error técnico que les dejó las cuentas bloqueadas temporalmente. "Hay algo de revuelo en temas de gestión. Hay personas que piden sus vacaciones y no les responden", explica Fernando García, delegado sindical de UGT en Glovo en Madrid.
Más de 14.000 repartidores
Por lo que se refiere a estos incidentes, un portavoz de la compañía catalana recuerda que el cambio de funcionamiento "se ha producido en un tiempo muy reducido, en más de 900 ciudades de todo el país y con más de 14.000 repartidores que han aceptado el contrato con la plataforma". "Nuestro principal objetivo ha sido ofrecer a los repartidores la mejor experiencia posible y que el servicio continúe desarrollándose con normalidad para restaurantes y usuarios", añade.
Una de las preocupaciones internas de la empresa en esta nueva etapa con los repartidores contratados es que los tiempos de entrega de sus pedidos aumenten demasiado, y esto enfade a los clientes. Como ha podido comprobar el ARA, Glovo ya ha enviado un correo a la plantilla en la que explica cuál es la nueva política para evitar retrasos. Las normas son bastante ambiguas y sólo avisa de que habrá una "media de tiempo por servicio", que se comunicará y ajustará periódicamente en función de las zonas, el volumen y el tipo de vehículo. Los repartidores podrán avisar de situaciones imprevistas –un accidente, mal tiempo o una incidencia en el restaurante– a través de la aplicación, pero la compañía monitoreará su rendimiento y sancionará si es necesario.
Precisamente, las sanciones ya han generado algunas tensiones entre los riders. "Ha habido algo de polémica, porque no está claro que se esté aplicando bien el convenio. La gente está acostumbrada a una dinámica a la que les ha acostumbrado la propia Glovo: llevan años trabajando sin horarios y se conectan cuando quieren. Ahora hay que llegar a un equilibrio entre ambas partes, y eso costará meses o años", remarca García. Según el convenio, las faltas leves se castigan con una amonestación por escrito; las graves con una suspensión de empleo y sueldo de 1 a 15 días; y las muy graves con una suspensión de 16 a 120 días o el despido.
A algunos también les ha sorprendido que con la llegada del modelo laboral también haya desaparecido uno de los filtros con los que Glovo controlaba hasta ahora el alquiler de cuentas por parte de migrantes sin papeles que se ha generalizado en la plataforma. En los últimos meses se ha desactivado el sistema de reconocimiento facial que pedía a los repartidores mostrar la cara para comprobar su identidad y evitar este tipo de fraudes.
El próximo paso en la normalización de las relaciones laborales en Glovo será la convocatoria de elecciones sindicales. Las primeras debían realizarse en Pamplona este viernes 8 de agosto, pero finalmente un laudo arbitral las ha retrasado por una discrepancia sobre el número de electores. "Es un proceso con los obstáculos normales, dado que Glovo lleva contratados a casi 15.000 trabajadores y de repente es de las mayores empresas de España en número de empleados", concluye García.