Laboral

La pandemia agrava la pesadilla de cobrar en negro

Las sanciones a las empresas por no tener un trabajador dado de alta en la Seguridad Social pueden ser de hasta 10.000 euros

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Una camarera, durante la desescalada  de las restricciones a la restauración.

BarcelonaNúria Sánchez (nombre ficticio) empezó a trabajar en un bar cafetería del Eixample de Barcelona cuatro meses antes de que estallara la pandemia. Hacía 40 horas semanales pero su contrato solo era (y sigue siendo) de media jornada; por lo tanto, de los 1.000 euros que cobraba, la mitad eran, como se llama popularmente, “en negro” o en B. “Necesitaba trabajar después de estar siete meses en el paro, en casa se tenían que pagar facturas y cogí el trabajo a pesar de saber que la empresa no cumplía la ley”, explica.

Debido a las restricciones del covid, el negocio tuvo que cerrar durante unos meses y ella pasó a formar parte de los muchos trabajadores que fueron incluidos en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). Entró y salió del ERTE hasta tres veces (dependiendo de si las medidas para frenar la pandemia eran más o menos restrictivas). Y estas tres veces la nómina de 1.000 euros se convirtió en solo 350 euros, el 70% de los 500 euros que cobraba por la media jornada oficial. “Tuve que pedir la moratoria de la hipoteca, que se paga con mi sueldo”, explica. El día a día lo pudieron afrontar con el sueldo de su pareja. Actualmente sigue trabajando en el mismo lugar, a pesar de que está buscando trabajo. “He perdido la cuenta de las veces que me ofrecen jornadas completas pero con contratos de 10 o 20 horas”, asegura.

Casos como el de Sánchez han aflorado durante la pandemia y han llevado a muchos trabajadores a vivir en el umbral de la pobreza, sobre todo los que no tienen contrato porque no han podido recibir ningún tipo de prestación. “Pagar una parte del sueldo en negro es desgraciadamente una práctica muy habitual, a pesar de ser irregular”, explica el jurista especializado en derecho laboral Robert Gutiérrez. “Que una parte de la jornada no se cotice no solo afecta a los ERTE o al paro, sino también a lo que acabará cobrando este trabajador cuando se jubile o en el supuesto de que tenga que coger una baja laboral”, añade. Además, el hecho de no cotizar las 40 horas hace que la persona pague menos impuestos.

Para minimizar estas prácticas irregulares, y otras, hace poco más de un año se crearon a escala provincial las comisiones de fraude en la Seguridad Social, en las que están representadas las patronales, los sindicatos y las administraciones. “Pero es muy difícil que el trabajador denuncie, porque cuando pones un contrato delante de alguien que busca trabajo lo firma”, deja claro la secretaria de acción sindical de Comisiones Obreras en Catalunya, Cristina Torre. La portavoz sindical admite que es una práctica que hace años que está enquistada en el mercado laboral español y que es de difícil solución. “Por un lado se tiene que intensificar la Inspección de Trabajo en los sectores donde más se produce”, explica. Pero del otro también deja claro que no se puede poner a un inspector tras cada empresa, y por eso defiende que se tienen que endurecer las multas y, sobre todo, concienciar a los empresarios.

Los sectores donde más se han detectado estas prácticas, según el sindicato, son los de los servicios, en especial la hostelería, restauración y trabajadores del hogar, y en el ámbito agrícola. “También hay en la construcción o en trabajos como electricistas y carpinteros”, añade Gutiérrez.

555 irregularidades por ERTE

Obviamente no hay datos oficiales de cuantos trabajadores sufren esta situación. Aún así, desde que se han instaurado los ERTE por la pandemia, Inspección de Trabajo ha detectado 555 irregularidades relacionadas con estos expedientes en Catalunya, que se han castigado con 2,3 millones de euros. En el conjunto del Estado se han contabilizado 5.459 infracciones, sancionadas con casi 26 millones de euros en multas. “Parte de estas multas son precisamente porque el trabajador hacía más horas de las que le tocaban”, especifica Torre.

Las sanciones de Inspección de Trabajo a una empresa por no tener dado de alta en la Seguridad Social a un trabajador oscilan entre los 3.126 euros y los 10.000 euros, según la gravedad. “Aparte de la multa, también se obliga a la empresa a pagar las cuotas de la Seguridad Social que no ha abonado”, especifica el jurista.

A pesar de la normativa, un estudio publicado este agosto por Infojobs, y en el que participaron casi 5.000 personas de entre 16 y 65 años, se decía que uno de cada cuatro jóvenes menores de 24 años (el colectivo que más paro sufre) habían recibido parte o todo el sueldo “en negro” durante los últimos tres años. El informe destaca una conclusión más: que uno de cada cinco españoles estaría dispuesto a cobrar el sueldo en B, un porcentaje que sube hasta el 35% entre las personas que están en el paro.

Entre estos jóvenes está Pepe E., que trabajó casi durante un año en un bar de Sevilla cobrando en negro 6,5 euros la hora. “Solo tenían contratados a dos o tres trabajadores para parecer que cumplían la normativa, y todo el resto en B”, explica. Su horario laboral también cambiaba constantemente: “Una semana podía trabajar 50 horas y otra 20, y esto hacía que fuera imposible saber con qué ingresos contaba al final de cada mes”.

La misma incertidumbre tiene Mercè Martínez (nombre ficticio). Trabaja en el sector del interiorismo en Barcelona y cobra en nómina 1.200 euros netos al mes. Pero toda la parte de incentivos, con la que puede llegar a doblar su sueldo, la recibe “en negro” y además un sábado de cada mes está obligada a trabajar sin cobrar, a pesar de tratarse de horas extras. “Con el covid me pusieron en ERTE durante más de dos meses y, claro, el sueldo bajó en picado, no llegaba a los 900 euros”, explica. “Pero lo más grave es que la empresa nos obligó a continuar trabajando a pesar del expediente temporal”, añade. Solo dos trabajadores se quejaron, uno ya ha dejado el trabajo y el otro constantemente es recriminado por su actitud en la empresa. “Hacía un mes que trabajaba y dije que sí a todo... Hay veces que intento buscar trabajo pero mis compañeras de universidad todavía están peor que yo”, lamenta. Que la nómina sea tan baja le dificulta el día a día: “No te puedes plantear comprarte un piso, ni un coche, ni nada porque el banco no te da una hipoteca con este sueldo”, denuncia.

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