Entrevista a la investigadora y autora de 'La automatización de la desigualdad'

Virginia Eubanks: "Ser pobre es un trabajo a tiempo completo"

BarcelonaYa llevaba años de investigación y varias visitas a testigos de todo Estados Unidos cuando una desgracia personal dio a Virginia Eubanks la confirmación final de su tesis. A su pareja la atracaron y la paliza le desfiguró la cara. Pero después de un proceso quirúrgico largo y una recuperación dolorosa se encontraron con que el seguro médico les reclamaba miles de dólares por el tratamiento. Después de luchar consiguieron que la aseguradora dijera que simplemente se había tratado de un error técnico. Para Eubanks, investigadora y profesora asociada de ciencias políticas en la Universidad de Albany, esta excusa era solo otro síntoma de cómo en cualquier momento un sistema gobernado por algoritmos puede dejar hecha añicos la vida de una persona de clase obrera. El resultado es La automatización de la desigualdad, que publica en castellano la editorial Capitán Swing.

¿Hasta qué punto esta experiencia influyó en lo que explica en el libro?

— Esto pasó el mismo mes en el que empecé a escribir el manuscrito. Más que una inspiración era el punto final de una frase muy larga. Reafirmó algunos de los miedos que tenía sobre el sistema, pero mi trabajo en este tema viene de muy atrás. Empecé a investigar sobre tecnología y justicia social en los 90. Probablemente el momento clave fue cuando trabajaba en una comunidad para mujeres con rentas bajas en Troy, Nueva York, para darles formación en tecnología. Después de un año, ellas mismas me dijeron “Virginia, creemos que eres muy mona, pero todas las preguntas que nos haces son estúpidas y no tienen nada que ver con nuestra vida”. Su problema no era tanto que les faltara acceso a la tecnología, sino que la tecnología siempre les negaba el acceso.

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¿Qué ejemplos le explicaron?

— Describían interacciones con herramientas digitales de la administración pública para conseguir una vivienda social, trabajos de remuneración baja o visitas con Asuntos Sociales. Me explicaban cómo habían entrado en las oficinas para pedir ayudas que sabían que les correspondían, mientras el trabajador social se tenía que esconder detrás del ordenador para decirles que no aparecían en el sistema. No puedo imaginar tener que pasar por el proceso que sufrí yo con múltiples frentes abiertos o para varias personas de una misma familia. Es heroico. Ser pobre es un trabajo a tiempo completo.

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¿Qué ha supuesto que los sistemas de ayudas sociales estén cada vez más informatizados?

— Estamos acostumbrados a pensar que un ordenador es más objetivo y neutral que una persona a la hora de tomar decisiones. Pero esto ningunea el hecho de que estas herramientas están diseñadas por seres humanos en sistemas políticos concretos y con objetivos políticos concretos. Una de las creencias en los Estados Unidos es que estas herramientas incrementan la eficiencia, que ayudan a detectar casos de fraude y de abuso en las peticiones de subsidios. Pero por eso mismo construyen muros y hacen la puerta más estrecha. Están diseñadas para negar a las personas más vulnerables ayudas que les corresponden por ley.

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Hace mucho énfasis en un prejuicio que hay en la base de algunos de estos sistemas informatizados: si eres pobre, algo debes de haber hecho mal.

— Es una idea que nos explicamos sobre la pobreza, que solo afecta a un porcentaje pequeño de personas probablemente con alguna patología y que deben de haber hecho algo mal. Los datos nos dicen que esto no es cierto. El 51% de los norteamericanos estarán por debajo del umbral de la pobreza en algún momento de su vida adulta y casi el 64% recibirá ayudas sociales de algún tipo. Nos tendríamos que preguntar por qué estamos gastando tanto tiempo y energía en hacer un diagnóstico moral para decidir si las personas merecen o no ayuda. Es tan fácil como plantear una línea de la cual nadie tendría que bajar, como tener acceso a cobertura médica.

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También hay un sesgo racial y de género.

— En los Estados Unidos es más fácil ser pobre si has nacido pobre, pero también si eres una persona negra o estás cuidando de otra persona, sean los hijos pequeños, tus padres o un familiar con una discapacidad o un problema de salud mental. Estas son las cosas que nos hacen pobres, las que hacen que nos preocupemos de los nuestros. Pero esta no es una buena manera de ser útil para el capitalismo, solo de ser buena persona.

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En el libro propone un código ético para programadores como posible solución, pero recientemente ha cambiado un poco su opinión. ¿Por qué?

— Es que es importante, pero una parte muy pequeña de la solución. Creo que el cambio vendrá de las personas que están directamente afectadas por esta situación y de los movimientos sociales. En los Estados Unidos finalmente estamos teniendo un debate sobre cuántas decisiones políticas hemos subcontratado a los ordenadores.