Unos presupuestos expansivos

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Los presupuestos generales del Estado (PGE) que ha presentado la ministra de Hacienda en el Congreso de Diputados son expansivos. Son optimistas en la previsión de ingresos, no aspiran a una reducción inmediata del déficit público, añaden los ingresos procedentes del programa europeo Next Generation EU, guiñan el ojo a diferentes socios potenciales y a públicos muy amplios, y tienen en cuenta que probablemente se tendrán que prorrogar y tendrán que durar dos años.

Las críticas de los partidos de la derecha española se centran en las dos primeras apreciaciones: optimismo de ingresos y poca prisa en la reducción del déficit. Aun así, es más que probable que hicieran lo mismo si gobernaran ahora. Cuesta imaginar que no quisieran aumentar las pensiones o los sueldos públicos, o que no quisieran aprovechar los nuevos fondos europeos, o que fueran demasiado prudentes con el objetivo de déficit cuando no habrá que pasar cuentas con el pacto de estabilidad hasta el presupuesto de 2023. Dado que los recursos a disposición de las comunidades autónomas y los entes locales también suben, que los jóvenes tienen algún nuevo programa hecho a medida y que parece claro que el gobierno español todavía se guarda margen de maniobra para atender alguna petición de los partidos que quieren que voten los PGE a pesar de no estar en el gobierno, cuesta imaginar que no se puedan aprobar.

¿Serían diferentes los PGE con el PP en el gobierno? Sin duda habría diferencias muy significativas, como la inversión territorializada o la incorporación de parte de la disposición adicional tercera correspondiente al año 2008 que el gobierno del PSOE no pagó en 2011, de la que el PP se desentendió del todo. Pero poca cosa más.

¿Qué pueden esperar los partidos de obediencia catalana? Obtener el máximo de la negociación, que esta vez ya se da por sentado que se producirá, a diferencia de ocasiones anteriores (los PGE de 2019) cuando el propio Pedro Sánchez no quería ni hablar de negociar nada con ERC y buscaba cualquier excusa para disolver el Congreso y volver a convocar elecciones para desprenderse de la coalición liderada por Pablo Iglesias y de la necesidad de los votos de ERC. Ahora las oportunidades de negociar son más altas y la necesidad de Pedro Sánchez también.

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