Editorial

La debilidad europea con Netanyahu

Un joven palestino cargado de mantas en la Franja de Gaza.
10/07/2025
2 min

La Unión Europea ha llegado a un acuerdo con Israel para incrementar la entrada de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, reparar algunas infraestructuras vitales como las desalinizadoras y asegurar la protección del personal humanitario. El anuncio, realizado por la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, no especifica ni de qué cantidad de ayuda humanitaria se trata ni, sobre todo, de quien la hará llegar a la población. Recordemos que la distribución está ahora en manos de la llamada Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una supuesta ONG estadounidense que sustituye a la ONU ya las organizaciones humanitarias internacionales y locales, a las que Israel acusa de colaborar con Hamás. Desde que la GHF se hace cargo de la ayuda, se calcula que más de 600 palestinos han muerto y 4.000 han resultado heridos por disparos del ejército de israelí en los puntos de distribución.

El gesto puede ayudar a aliviar la situación sobre el terreno, pero en realidad hay motivos para pensar que Benjamin Netanyahu lo ha aceptado para impedir que en el próximo Consejo de Exteriores de la UE, que se celebra el próximo lunes y martes, la UE rompa el Acuerdo de Asociación con Israel, tal y como reclaman algunos. Pero resulta difícil entender, qué más hace falta que pase a Gaza para que la UE tome medidas contundentes contra Israel. Porque si algo tiene Netanyahu es que es transparente y ya ha dejado muy claras cuáles son sus intenciones: el objetivo es confinar a la población de Gaza en un área muy reducida del sur de la Franja, la que toca en Egipto, para que así Israel pueda anexionarse el resto del territorio y, como ya dijo Donald Trump, convertir resort turístico.

En paralelo, tanto Netanyahu como Trump intentan silenciar las voces críticas, como la de la relatora especial de la ONU en Gaza y Cisjordania, Francesca Albanese, que ha calificado de "genocidio" lo que ocurre en la Franja. El gobierno de Donald Trump ha maniobrado repetidamente para que la ONU destituya a Albanese, pero no lo ha conseguido, y el miércoles anunció sanciones contra ella, que incluyen la prohibición de entrar en Estados Unidos y la congelación de cualquier activo que tenga en el país. Se trata de un gesto inédito por parte del país que, paradójicamente, acoge la sede de Naciones Unidas.

Ante todo esto, no tomar decisiones contundentes equivale a ser cómplice de estos planes. La Unión Europea, como ya ocurre en otros ámbitos, está mostrando una debilidad vergonzosa y parece moverse sólo por el principio de que no hay que enfadar a Trump, al más puro estilo Mark Rutte. Pero entonces cabe preguntarse: ¿fue para ello que se fundó la Unión Europea? ¿Es esto lo que tenían en la cabeza los padres fundadores? ¿No se trataba de ser una voz potente y cristalina en favor del multilateralismo y en contra de las violaciones de los derechos humanos, aparte de un club comercial? ¿Por qué no se considera a Netanyahu al mismo nivel que Putin? ¿No será porque el primero no nos amenaza directamente a nosotros y el segundo sí? En el futuro, los europeos pasaremos vergüenza cuando se recuerde lo que hicieron, y sobre todo lo que no hicieron, nuestros dirigentes ante el drama de Gaza.

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