El modelo de Barcelona para la gestión: menos turistas, más repartidos y con mayor impacto positivo
Las políticas innovadoras de gestión turística que la capital catalana ha desplegado en los últimos quince años empiezan a tener efecto: la ciudad recibe ya un 12% menos de visitantes que antes de la pandemia
En octubre de 2010, hace casi quince años, Barcelona probó el primer plan estratégico de turismo de la ciudad. Era un documento en el que se esbozaba cómo debía ser la Barcelona turística de las próximas décadas. Se hablaba de la contribución de la actividad turística a la mejora de la calidad de vida y la cohesión social de la ciudadanía; evitar la concentración de visitantes en determinadas zonas de la capital y de la apuesta por la sostenibilidad ambiental y la excelencia en el servicio. El texto, que se completaba con un listado de actuaciones por desplegar, suponía un compromiso firme de Barcelona para regular el turismo y conseguir que revirtiera en positivo a la ciudad. Fue de los primeros grandes destinos turísticos de todo el mundo en dar el paso adelante. Desde entonces, la ciudad ha ido encadenando estrategias pioneras que, ahora, están dando ya frutos.
La última fue aprobada hace pocos meses. Es la Medida de Gobierno para la Gestión Turística de Barcelona 2024-2027 y tiene un presupuesto de casi 258 millones de euros. El objetivo del documento es muy claro: seguir priorizando la gestión de la actividad turística para mejorar el equilibrio con la vida cotidiana de los residentes y situar a Barcelona como un referente en la gestión, la ordenación, la financiación y el retorno social de la actividad turística. La estrategia para mantener el equilibrio entre actividad turística y calidad de vida de los residentes implica rebajar el número de visitantes y aumentar la calidad de quienes llegan.
En otras palabras, promover y cuidar la propia identidad de Barcelona para recibir un turismo más alineado con los valores y la cultura de la sociedad. Ahora, las medidas pioneras comienzan a dar resultados. Uno de los indicadores que lo corrobora es el descenso de turistas: en 2023 llegaron un 12% menos que en 2019, el último año antes de la pandemia.
Cifras aparte, hay un elemento muy visual que certifica el cambio de mentalidad de Barcelona hacia la gestión turística. El tradicional eslogan Visit Barcelona ya no se utiliza. en sintonía con los valores y la identidad de la ciudad. Pero, ¿qué acciones ha puesto en marcha Barcelona para conseguir encaminarse aquí?
Las medidas clave
El Ayuntamiento de Barcelona ha sido históricamente pionero en la regulación del turismo. Lo demuestran medidas puestas en marcha en la ciudad como son el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT), la lucha contra los alojamientos ilegales, la regulación de vehículos de movilidad personal y los autobuses turísticos, o bien los decretos de Ciutat Vella para limitar la guía en grupo, entre otras medidas.
Sin embargo, uno de los últimos pasos ha sido el Plan de gestión de los Espacios de Gran Afluencia turística (EGA) y que se desplegó el pasado verano. Se han definido 16 espacios y una batería de decenas de propuestas específicas para regular el flujo de visitantes y su impacto. El objetivo del plan es minimizar las externalidades negativas que la actividad turística puede generar en determinados momentos y, a la vez, garantizar que el turismo sigue siendo una historia de éxito en la ciudad de Barcelona, aportándole riqueza y dinamismo. Ya se está actuando en la Sagrada Família, en el Park Güell y en la Rambla de Catalunya.
Otra de las herramientas de gestión turística del Ajuntament de Barcelona es el impuesto turístico (IEET). La medida ayuda a gestionar el turismo y facilita un retorno económico y social a la ciudadanía. A través de la tasa turística y del recargo municipal de 4 euros, se han financiado proyectos como la climatización de escuelas o programas educativos como Viu la vela, que acercó el mar al alumnado, en el marco de la Copa América. La sostenibilidad también forma parte de la estrategia turística de Barcelona: aparte de ser la capital de la región europea con más empresas turísticas certificadas con el sello Biosphere, tiene un plan con 19 proyectos en marcha que vinculan la transición verde y sostenible, la eficiencia energética, la transición digital y la competitividad en el turismo.