El gran viaje por la Cataluña gastronómica

Cada persona derrocha 21,7 kilos de comida al año: ¿qué puedes hacer para reducirlo?

Anualmente, en los hogares catalanes se tiran casi 174.000 toneladas de alimentos que aún podrían consumirse. Planificar la compra, conservarlos correctamente y reaprovechar las sobras son tres acciones clave para frenar el desperdicio.

Una mujer apura los platos después de comer
05/12/2025
4 min

Primero, una ensalada de apio con queso azul y nueces, una sopa de pan con tomate o una torta de boquerones con verduras. De segundo, viruta de lomo sobre crema de patatas o cocinado de butifarra con salteado de manzana. Y de postre, carpaccio de piña con coulis de mango y espuma de yogur. Éstos fueron algunos de los platos que pudieron elegir los comensales del Semproniana el 16 de junio de 2015. Era una noche especial en el restaurante que Ada Parellada tiene en Barcelona. Todos los ingredientes que había utilizado la chef para cocinar los platos iban directos a la basura porque eran feos, tenían un tamaño fuera del estándar o habían superado la fecha de consumo preferente. Ahora bien, por un precio simbólico de 4 euros, decenas de personas comieron de primera y sin ningún dolor de estómago.

Aquella cena fue la semilla del Gastrorecup, una iniciativa que este año ha llegado a su décima edición y que impulsa el departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. Con la participación de 64 restaurantes de todo el país, propone menús creativos a partir de productos descartados pero en buen estado. El objetivo es claro: concienciar al sector ya la ciudadanía sobre la urgencia de reducir el desperdicio.

El Gastrorecup forma parte de la campaña Aprovechamos los alimentos, que ha logrado recuperar 20 toneladas de alimentos gracias a la implicación de más de 5.000 participantes, ahorrar 1,49 millones de litros de agua y recuperar el equivalente a 47.879 euros en producto. Dentro de la acción también se han realizado espigadas simultáneas, que han recuperado 8.389 kg de alimentos con el apoyo de 130 voluntarios; y la Gran Comida, que ha servido 330 comidas con la ayuda de 55 personas voluntarias. El programa Gastrorecup ha recuperado 11.245,92 kg de alimentos y ha elaborado 4.881 comidas elaboradas en una edición de récord.

El coste del derroche

Cada año, en los hogares catalanes se desperdician 173.961 toneladas de alimentos que aún podrían consumirse. La mayor parte de este desperdicio, un 58%, se genera en los hogares, muy por encima de la restauración (15%) y el comercio (13%). Cada familia tira de media 63,96 kilos anuales, lo que equivale a 21,68 kilos por persona, según la Diagnóstico del derroche alimentario en los hogares de Cataluña 2024. Uno de los datos más graves del informe es que el 74% de los alimentos arrojados no han sido cocinados: son productos que han cogido un mal aspecto, que han superado la fecha de consumo preferente o que han quedado olvidados en el fondo de la nevera. Ahora bien, verterlos directamente en el cubo de la basura tiene un coste muy elevado.

Lanzar comida no es un gesto banal. De entrada, tiene un coste económico, porque se desperdician recursos que ya se han pagado: alimentos que se han producido, transportado y refrigerado y que no llegarán nunca al plato, además de las horas de trabajo de quien se ha encargado. Tiene también un coste ambiental, porque detrás de cada alimento arrojado hay tierra, agua, energía y emisiones generadas. Y, finalmente, tiene un coste cultural, porque cuando la comida termina en el cubo, se rompe el vínculo con lo que históricamente ha sostenido nuestra forma de vivir y de compartir. "Cuando la comida no tiene valor, se tira sin remordimientos –advierte Ada Parellada–. Dejemos de respetar todo lo que hay detrás", remacha.

Las raíces del problema

Pero, ¿por qué se tira tanta comida que aún podría aprovecharse? Las razones son diversas. Para empezar, el sistema alimentario actual invita a hacerlo. Se producen más alimentos de los que se pueden consumir, se prioriza el aspecto por encima del gusto o la calidad nutricional, y se establecen criterios comerciales que excluyen todo lo que no cumple el estándar. "Hay alimentos que no llegan ni a salir del huerto porque son torcidos, pequeños o demasiado grandes", denuncia Ada Parellada. A menudo no es que el producto no sea bueno, sino que no encaja con lo que el mercado entiende como apto para su venta. Por tanto, el desperdicio comienza mucho antes de que la comida llegue a casa.

En la logística también se pierden muchos alimentos. "El sistema de reparto es muy rígido –señala Parellada–. Si una furgoneta sufre una avería o hay un error de previsión, ese producto puede quedar fuera de circuito", ejemplifica. Ante cualquier imprevisto, el margen de maniobra es mínimo, ya menudo no se busca una segunda vida para los alimentos, sino que se prioriza la fluidez del sistema aunque esto implique lanzar comida. El derroche, en estos casos, no es consecuencia de un exceso, sino de un sistema que no está pensado para adaptarse a las variaciones.

¿Qué tiramos más?

Más allá de lo que ocurre en el campo, en el almacén o en las baldas de los supermercados, en el entorno doméstico también se pierde una cantidad significativa de alimentos. En casa se toman decisiones diarias que pueden marcar la diferencia: qué se compra, cuándo se cocina, cómo se conservan los alimentos o qué se hace con las sobras. "Tirar comida es algo que se hace con una normalidad escalofriante", alerta la chef. En este sentido, insiste en que la cocina puede ser un espacio de transformación real, donde reaprender a valorar la comida, volver a cocinar y reconectar con los gestos más sencillos.

Malbaratament per grups d'aliments a Catalunya
Dades del 2023 en milers de tones

Los alimentos que más se tiran a los hogares catalanes son la fruta y la verdura, no tanto por el porcentaje de derroche –que se sitúa en torno al 4%–, sino porque se consumen mucho. Sólo de fruta, se desperdician casi 28.000 toneladas al año, según la Diagnóstico del derroche alimentario en los hogares de Cataluña 2024. Ahora bien, si nos fijamos en el porcentaje, los grupos más problemáticos son la pasta y el arroz (un 10,4% de lo que compramos termina en la basura) y las legumbres (10,3%). También se acercan los tubérculos como la patata (5,8%) y los frutos secos (4,7%). Por el contrario, productos como las bebidas, los snacks dulces o los lácteos registran porcentajes mucho más bajos: se conservan mejor y se consumen sin necesidad de cocinar.

Para Ada Parellada, la cocina funciona como una mesa de cuatro patas: comprar, cocinar, conservar y consumir. "Si una falla, la mesa cae", resume. Por eso, reducir el desperdicio alimentario no depende sólo de una acción concreta, sino de un cambio global de actitud. Para ella, es necesario comprar con sensatez, cocinar con sentido, conservar con cuidado y consumir con conciencia. Defiende que son cuatro gestos aparentemente simples, pero que –si se mantienen en equilibrio– sostienen una forma de comer más responsable y más respetuosa con el planeta y con nosotros mismos.

Y, en casa, ¿qué puedes hacer tú? 4 consejos básicos
  • 1. Revisa qué tienes antes de ir de compras y haz una lista

    Planifica comidas, haz una lista y elige cantidades realistas. Consulta qué tienes en casa antes de ir al mercado y apuesta por productos de temporada. Durante la compra, prioriza los alimentos que no necesitan frío y deja por el final los que sí (como carne, pescado o lácteos) para evitar que se estropeen.

  • 2. Aprovecha las sobras: transformalas en nuevas recetas o congelalas.

    Revisa qué está a punto de dañarse y ponlo en el centro del menú. Cocina las raciones justas y aprovecha las sobras para preparar otros platos. Recupera recetas de aprovechamiento como las tortillas, las sopas, las tortas o los salteados.

  • 3. Guarda y conserva bien los alimentos: utiliza envases herméticos y respeta las temperaturas.

    Organiza bien la nevera y ajusta a 5 ºC. Pon delante los alimentos que deben acabar antes y etiqueta las sobras. Congela lo que no vas a consumir a tiempo y aprovecha la despensa para tener alimentos de caducidades largas bien ordenados.

  • 4. Lee las etiquetas y diferencia consumo preferente (calidad) de caducidad (seguridad).

    Fíjate en las fechas: la caducidad marca hasta cuándo es seguro consumir un producto; la fecha de consumo preferente indica cuándo mantiene sus propiedades, pero se puede consumir más allá si está en buen estado.

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