Se cree que una de las primeras referencias documentadas en las que se habla de los besos en un sentido sexual se encuentra en la India, el Mahabharata, el gran poema épico del siglo III aC y en el Kamasutra, donde se registran hasta 22 tipos de besos. Hay una teoría que dice que el hábito amatorio de los besos se habría extendido desde el subcontinente asiático hasta Europa gracias a las tropas de Alejandro Magno tras conquistar el Imperio Persa.
En cuanto a los romanos, se cree que tenían hasta tres palabras diferentes para distinguir los besos: estaba el osculum, que tenía un sentido protocolario; el basium, para las relaciones de amistad, y el suavium, de carácter amoroso. Incluso el poeta romano Catulo tiene numerosos versos en los que se dirige a su amante, Lesbia, pidiendo que le dé besos hasta que pierdan la cuenta. La vida es breve, decía.
En la Edad Media el beso se convirtió en uno de los símbolos de la relación entre el vasallo y el señor y también era la manera de dar la paz durante la liturgia de la misa cristiana. Además, durante las transacciones legales se daba un beso sobre la firma del contrato, que era una X, como muestra de compromiso con lo que se acababa de firmar. De ahí la expresión "sellar con un beso".
Aunque durante esta época se han encontrado indicios de que los besos también formaban parte del erotismo, no es hasta el siglo XVIII cuando en el arte del Rococó se presentan pinturas de amantes muy sensuales besándose, como las del Jean-Honoré Fragonard.
Más tarde, durante el Romanticismo, se empezó a otorgar poderes mágicos a los besos. Es el caso de los cuentos como los de los hermanos Grimm, en el que la Bella Durmiente se despierta gracias a un beso o la rana que se convierte en príncipe. Sin embargo, los besos solo estaban permitidos en momentos de intimidad.
Tendrían que pasar muchos años para que la unión de los labios se normalizara y fuera aceptada públicamente. Sobre todo fue gracias a la aparición del cine, con sus películas románticas y pasionales, cuando los besos pasaron a formar parte del público de masas. Desde entonces, querer dar "besos de película" es una de las metas de muchos jóvenes enamorados.