¿Dónde han ido a parar los besos?

Cómo nos afecta la falta de este gesto íntimo que ha sido casi borrado por la pandemia pero que tiene una gran importancia

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Una pareja con mascarilla  a punto de darse un beso

Barcelona¿Dónde han ido a parar esos instantes previos, esos segundos eléctricos que pasan antes de darse el primer beso? ¿Cómo se pueden robar hoy los besos en medio de la calle? Y ya no solo esto: ¿cómo está la situación de los besos en general? La frontera física en tiempo de pandemia es evidente, pero esto también ha creado una frontera mental. Desde hace meses nos han dicho que, para protegernos, hay que distanciarnos. ¿Dónde han quedado los besos, en toda esta ecuación?

Quizás ahora nos lo pensamos un poco más antes de dar el paso, o al menos esto es lo que indica un estudio hecho por la apli de citas AdoptaUnTío: el 66% de los españoles confiesa que ahora es mucho más exigente a la hora de dar un beso y un 67% también admite que disfruta más de los besos que antes de la pandemia. Y más allá de los besos románticos, un 71% de los encuestados también asegura que echa mucha de menos poder saludar a sus amigos y familiares con dos besos en la mejilla. ¿Por qué nos gustan tanto los besos?

“En los labios tenemos muchas terminaciones nerviosas que activan toda el área neuronal del placer y el bienestar”, explica Marta Salla, doctora en psicología y terapeuta familiar. Los besos son, según la experta, una puerta a ampliar los sentidos de conexión emocional. Unas sensaciones que ahora, con la pandemia, “se echan mucho de menos”. Cuando se da un beso, se accede al espacio más próximo de la otra persona, el espacio más personal. “Esto nos hace conectar de manera más íntima con el otro”, añade.

El caso es que no son tiempos fáciles para encontrar pareja o interactuar con los otros. “Esto está provocando que muchas personas que estaban solas y sufrían por esta situación todavía sufran más”, considera la psicóloga. Una situación que no pasa a las que “se han permitido cruzar esta línea y se permiten disfrutarla”, añade. Una línea que, por otro lado, también es necesaria. Según Salla, el contacto físico es una necesidad que tenemos desde la infancia para crecer y desarrollarnos. Una necesidad en todos los ámbitos, como el emocional, el físico o el cognitivo que nos ayuda a sentirnos seguros, queridos y protegidos. “Es básico, lícito y nos ayuda a sobrevivir”, resume.

Los besos incluso son importantes en la evolución humana y animal, y así lo sugiere un estudio hecho por la antropóloga Helen Fisher. Para esta experta en la biología del amor, dar un beso es un mecanismo de adaptación muy importante y está presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin descontar que animales como los chimpancés también se dan besos o los elefantes ponen sus trompas en las bocas de otros miembros de la mandada, para poner algunos ejemplos.

Toda una evolución y necesidad biológica que se ha visto tocada por la pandemia. “Vivimos una situación de incertidumbre muy grande y todas las indicaciones que recibimos son contrarias a esta necesidad”, explica Salla. “Hemos asociado cuidarnos al hecho de no tocarnos, cuando nuestro deseo es podernos tocar. Vemos el hecho de tocarnos como ponernos en riesgo”. Por eso, la experta considera que, del mismo modo que durante meses se ha estado haciendo esta campaña para concienciar a la población, cuando todo esto acabe se tendría que hacer otra campaña que ayude a restablecer los beneficios de poder tener contacto físico. “Sobre todo con la gente mayor, que es la que más necesita este contacto en el ámbito neuronal”, añade. En otras palabras, tendremos que perder el miedo y aprender a acercarnos a los otros sin la percepción de que esto pueda suponer un peligro.

Breve historia de los besos

Se cree que una de las primeras referencias documentadas en las que se habla de los besos en un sentido sexual se encuentra en la India, el Mahabharata, el gran poema épico del siglo III aC y en el Kamasutra, donde se registran hasta 22 tipos de besos. Hay una teoría que dice que el hábito amatorio de los besos se habría extendido desde el subcontinente asiático hasta Europa gracias a las tropas de Alejandro Magno tras conquistar el Imperio Persa.

En cuanto a los romanos, se cree que tenían hasta tres palabras diferentes para distinguir los besos: estaba el osculum, que tenía un sentido protocolario; el basium, para las relaciones de amistad, y el suavium, de carácter amoroso. Incluso el poeta romano Catulo tiene numerosos versos en los que se dirige a su amante, Lesbia, pidiendo que le dé besos hasta que pierdan la cuenta. La vida es breve, decía.

En la Edad Media el beso se convirtió en uno de los símbolos de la relación entre el vasallo y el señor y también era la manera de dar la paz durante la liturgia de la misa cristiana. Además, durante las transacciones legales se daba un beso sobre la firma del contrato, que era una X, como muestra de compromiso con lo que se acababa de firmar. De ahí la expresión "sellar con un beso".

Aunque durante esta época se han encontrado indicios de que los besos también formaban parte del erotismo, no es hasta el siglo XVIII cuando en el arte del Rococó se presentan pinturas de amantes muy sensuales besándose, como las del Jean-Honoré Fragonard.

Más tarde, durante el Romanticismo, se empezó a otorgar poderes mágicos a los besos. Es el caso de los cuentos como los de los hermanos Grimm, en el que la Bella Durmiente se despierta gracias a un beso o la rana que se convierte en príncipe. Sin embargo, los besos solo estaban permitidos en momentos de intimidad.

Tendrían que pasar muchos años para que la unión de los labios se normalizara y fuera aceptada públicamente. Sobre todo fue gracias a la aparición del cine, con sus películas románticas y pasionales, cuando los besos pasaron a formar parte del público de masas. Desde entonces, querer dar "besos de película" es una de las metas de muchos jóvenes enamorados.

¿Existe el beso perfecto?

He aquí la pregunta del millón. O quizás la pregunta más bien sería: ¿hasta qué punto es importante dar un buen beso? Según un estudio publicado en la revista Evolutionary Psychology, el 59% de los hombres y el 66% de las mujeres pierden el interés por la otra persona si ésta no domina este arte amatorio. Pero ¿hay alguna manera de saber cómo dar besos de manera correcta? Se han hecho estudios para todo, uno incluso indica que uno de los secretos es inclinar siempre la cabeza a la derecha. No importa si eres zurdo. Si con esta información no es suficiente, el autor de The art of kissing, William Crane, asegura que existen diferentes preferencias por género: a ellos les gusta profundizar más con la lengua, mientras que ellas prefieren un estilo más suave. Pero está claro que, sobre besos, no hay nada escrito.

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