La horchata fresca de Badalona que aguanta 21 días
Fillol ha desarrollado una versión de la bebida vegetal que alarga la caducidad para distribuirla en los supermercados
Las primeras horchatas Fillol se repartieron, como tantos otros productos de principios del siglo XX, de manera ambulante. Los Fillol habían llegado en los años 20 de Xàtiva (País Valenciano), cuna de esta bebida vegetal tan refrescante, para instalarse en Badalona. Pronto se dieron cuenta, sin embargo, de que el producto generaba mucho más entusiasmo en la heladería que abrieron en el paseo de la Rambla de la ciudad que dando tumbos en busca de clientes. Ahora el negocio está en manos de Xavier Juan, cuarta generación de esta alcurnia de horchateros con local al lado del mar, que ha relanzado la marca con una pequeña fábrica para vender también a otros bares y restaurantes. “Empecé a hacer horchata y granizados con 17 años y aquí seguimos”, recuerda el propietario.
En los últimos años la empresa badalonesa también ha intentado desarrollar una nueva línea de producto antes de llegar a su centenario. Se trata de una horchata fresca en formato botella para vender en los supermercados y que alarga la vida de un refresco que normalmente se tiene que consumir en los cuatro días posteriores a mezclar la chufa, el agua y el azúcar. “Tuve la suerte de contratar un novio más joven, de familia de Alicante, que sabía mucho. Él tenía ideas nuevas y lo incorporé como director”, explica Juan. El resultado es una horchata que, siempre que se mantenga refrigerada y sin romper la cadena de frío, se puede conservar durante 21 después de salir del obrador.
A diferencia de las que podemos encontrar habitualmente en los supermercados, defiende el empresario, la horchata fresca Fillol no trae aditivos, ni conservantes ni ha pasado por un proceso de pasteurización. Para Juan, esta receta es la garantía de que se mantenga el gusto del mismo producto que venden en su heladería de Badalona, pero con una caducidad mucho más larga. Una vez abierto el recipiente, la horchata se tiene que consumir a las 72 horas siguientes. De momento ya se puede encontrar en algunas tiendas de las cadenas Condis y Veritas, y desde la semana pasada también han entrado en las lineales de El Corte Inglés. “Vamos avanzando poco a poco, pero creo que al final saldremos plenamente al mercado”, dice, prudente, el responsable de Orxates Fillol. Además de la versión tradicional también tienen una hecha con chufas y azúcar de caña procedentes de la agricultura ecológica.
Además, la empresa ha diseñado otro formato de caja de 1,5 o 3 litros con un dispensador pensado para la hostelería. “Seguramente nos copiarán, pero ahora somos los únicos. Nos sale una horchata muy buena, hay una gran diferencia con lo que encuentras en los supermercados. La proporción entre el agua y la chufa no tiene nada que ver”, insiste Juan. No obstante, admite que sus sueños –y objetivos empresariales– son fuerza asequibles. “No somos una compañía enorme que pueda asumir 10.000 litros al día. Somos artesanales y reinvertimos a medida que el mercado nos lo va pidiendo. No somos los típicos que hacen una gran inversión y se ponen a vender agua blanca, queremos que el producto sea algo más gourmet”, reivindica. En Fillol trabajan con chufas de Alboraya, un pueblo de la comarca de la Huerta Norte que esta semana ha celebrado la edición número 40 del Día de la Horchata para conmemorar su producto estrella.
Además de la horchata fresca, todavía hay otro uso para la chufa que les gustaría lanzar con vistas al año que viene. “Con la base de la horchata estamos investigando para hacer un producto vegano, sin gluten y sano”, avanza. Se trata de batidos que mezclan las propiedades de este tubérculo con gustos como el chocolate y el turrón. Aunque Juan no da muchos más detalles de este proyecto, asegura que han dejado probar el resultado a una empresa de alimentación catalana y que las críticas han sido muy positivas: “Les encantó”. El de la horchata es un negocio muy estacional, admite, que puede estar al 100% en verano, pero al 30% en invierno, de forma que incorporar otras bebidas les servirá para diversificar los ingresos. Aun así, defiende que es matemático: cuando llega el calor vuelven las colas en su establecimiento de Badalona, las mismas que Juan recuerda de cuando era pequeño y les llegaban los clientes sedientos después de bailar en los entoldados de la fiesta mayor. “Con la pandemia hemos trabajado mucho, porque no teníamos mesas, pero la disposición del local hacía muy sencillo el servicio para llevar”, añade.
Actualmente el negocio de Orxates Fillol da trabajo a doce personas, entre la heladería y la planta. También a la hija del propietario, quinta generación de la familia. La horchatería más antigua de Badalona también quiere “dar una alternativa a la empresa saliendo del camino tradicional”.