Josep Mañà: “La cultura urbana ha despreciado la sabiduría tradicional y el contacto con la naturaleza”

Diseñador y pedagogo, defiende una educación integral en la cual el ámbito rural esté presente

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Josep Mañà a su huerto de Farrera (Pallars Sobirà) hace unos días

Barcelona“Me exalta lo nuevo y me enamora lo viejo” es el verso de J.V. Foix que Josep Mañà, maestro y sabio, pedagogo y diseñador, recoge en forma de vida. “Hay quienes para vivir tienen que mirar hacia delante, yo miro hacia atrás”, añade mientras recuerda a su gran amigo Joan Brossa, que en los primeros años de amistad le decía: “Ay, Pep, eres joven, ¡pero vienes de lejos!” 

Nacido en Barcelona en 1949, Mañà habla en el presente hecho de pausas y miradas, como si estas pausas dejaran espacio para un tiempo más grande. Mira hacia atrás, pero también mira arriba y adentro y, sobre todo, mira al suelo. La tierra. Estas miradas resuenan con la tríada de Panikkar: cuerpo, tierra, cosmos. 

Habla con silencios mientras el otoño va pintando de amarillos, ocres y rojos los bosques de Farrera, pequeño pueblo del Pallars donde vive y trabaja en la organización de diferentes actividades en el Centre d'Art y Natura al lado de su casa, un bucólico y vital espacio de creación y reflexión que en 2020 recibió el premio Nacional de Cultura del CoNCA. Entre las últimas propuestas organizadas por Mañà están el ciclo “Arte, naturaleza y espiritualidad” (con Xavier Perarnau) o un encuentro sobre educación y naturaleza con diferentes escuelas y pedagogos. “La cuestión de la educación ambiental me preocupa mucho. ¡Es muy fuerte! Hay escuelas en las que los niños no salen nunca, e incluso en la comarca hay algunas con los patios encementados. Este proceso de artificialización de la sociedad cada vez más alejada me preocupa. Una persona muy importante para mí fue el antropólogo Julio Caro Baroja, tuve la suerte de cartearme con él… Con la democracia emerge una clase dirigente intelectual y política que tuvo la necesidad de matar al padre y, como decía Caro Baroja, «todo aquello que huela a rural» se despreció. El gran drama es este: la cultura académica y la cultura urbana han despreciado y marginado todo lo que es la sabiduría de la cultura tradicional y el contacto con la naturaleza. Pero yo no concibo la educación integral sin la aportación de estos diferentes aspectos”. 

Sinergia entre lo urbano y lo rural

Profesor en la Escuela Massana de Barcelona hasta su jubilación hace dos años, Mañà ha dedicado la vida a enlazar nuevo y viejo, razón y espíritu, rural y urbano, tradición y modernidad en una trayectoria multidisciplinaria que lo ha llevado “a hacer de todo, desde relojes de arena hasta quesos, desde ilustrar libros hasta dar clases o montar exposiciones”. Unas exposiciones que han servido para expresarse “del mismo modo en que otros escriben o hacen películas”, exposiciones didácticas que, a partir de temas de su interés e investigación, ha ido elaborando y mostrando a lo largo de las décadas. Muchas de ellas relacionadas con la naturaleza (como las dedicadas a las cuatro estaciones) o la cultura popular y la nunca nítida frontera entre arte y artesanía, desde estrellas de diferentes partes del mundo hasta la que organizó con motivo del centenario de Joan Miró (en 1993), en la cual Mañà visibilizó lo que en la obra del pintor es tan evidente: el interés por las artes populares y la cultura material tradicional. 

Desde el catálogo de aquella exposición, que llevó por título L’arrel i l’indret (publicado por el departamento de Cultura), hasta su último libro, Què és la forma?, publicado por el Museu del Disseny de Barcelona en 2019, o incluso si vamos más atrás (como su mirada) y hojeamos sus ilustraciones que acompañan los textos del biólogo Ramon Folch en lo que fue “uno de los primeros materiales de educación ambiental de aquí”, encontramos la misma convicción persistente: cuerpo, tierra, cosmos. 

“En este momento estoy en la línea de Martí Boada (científico ambiental y geógrafo), que estuvo en casa hace pocos días: no me gusta ser catastrofista, puesto que en vez de motivar desanima. Se tendría que crear una sinergia entre el mundo rural y el urbano que implicara este conocimiento mutuo. Es un momento que demanda mucha creatividad, todo está por hacer. Lejos del catastrofismo y las conspiraciones, es momento de dar mensajes esperanzadores y positivos y de confianza con las capacidades que tenemos los seres humanos de subvertir las cosas”. 

Profesores y maestros

De abuelo anarquista ilustrado con un gran conocimiento del mundo tapicero, conocimiento que hereda su padre para montar un taller donde Mañà entra a trabajar a los trece años, sus pasos se han hecho siempre entre lo que toca hacer y el hacer que toca, es decir, un dejarse tocar por testimonios y maestrías. “En la vida tienes profesores y tienes maestros. Con los primeros adquieres unos conocimientos, pero los maestros te dan referentes, te ayudan a orientarte y, aunque tengas una relación esporádica, te marcan”. Cuando recuerda a toda la serie de profesores y maestros, sale a menudo el término suerte, como si fuera la fortuna o el azar quien lo pusiera en relación con toda una serie de nombres conocidos del ámbito catalán de los últimos sesenta años, desde el arte (de Miró y Brossa a sus profesores en la Escola Eina, donde estudió a finales de los años 1960 con Cirici, America Sanchez, Ràfols-Casamada, Miserachs…) hasta el mundo religioso y espiritual, como el monje ermitaño Pare Estanislau, a quien visitaba durante sus años de boy scout y que lo marcó profundamente, o la monja carmelita Cristina Kaufmann. “No la conocí personalmente, pero me marcaron mucho su irradiación y su joya, su visión”, dice sobre Kaufmann. Después de su muerte en 2006, hizo toda una serie de investigación sobre su persona y los lugares por donde había pasado. 

“Nuestra generación se vio muy marcada por el existencialismo; no diré que esto me ha hecho daño, pero nos ha dado una visión más oscura de la realidad y la vida, ciertamente fundamentada por las barbaries. Pero creo que es hora de otorgar confianza a las personas y a la capacidad que tenemos. Hay que vivir con este trasfondo: confiar y abogar por la parte luminosa de la existencia, esta confianza con la que la vida te da. Esto lo ves mucho en el huerto. Ahora que ya me encuentro envejeciendo, me gustaría aceptar y vivir con confianza lo que tiene que venir. ¿Quieres decir que toda la realidad es fruto del determinismo ciego del caos? Si no me hubieran gustado las mujeres, sería monje”.

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