Emprendimiento

El milagro de la miel de las monjas de Balaguer

Las monjas clarisas del convento de Santa Clara se han hecho imprescindibles con su trabajo artesano y manual para la empresa Alemany

Las hermanas Clarisas de Balaguer con algunos de los paquetes que preparan para la casa Alemán
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BalaguerLas hermanas clarisas son especialmente conocidas en Balaguer, no sólo por ser las guardianas protectoras del Santo Cristo y por practicar danzas espirituales, sino también porque interceden en cualquier petición que les haga llegar la gente Ellos ruegan por la salud de quien lo pide o simplemente para que Santa Clara conceda el buen tiempo en cualquier celebración. Se trata de una comunidad de monjas que practica una clausura tolerante, adaptada a los nuevos tiempos, que les permite salir del convento de vez en cuando para integrarse en la actividad social y cultural que las envuelve. , la responsable de las clarisas.

Y también es una comunidad trabajadora, en su sentido más laboral. curas, ni renta inmobiliaria alguna, ni ingresos externos, aparte de una pequeña ayuda del obispado para conservar el monasterio en condiciones", asegura la madre superiora. Las hermanas clarisas practican los principios de la pobreza que predicaba San Francisco de Asís, su fundador, pero sus votos no suponen vivir con precariedad, sino simplemente con sencillez. la única opción que tienen las monjas para sobrevivir.

Hace unos años, las religiosas de Balaguer estuvieron confeccionando manualmente prendas de gran dificultad para clientes del estado español. su tiempo, habilidad y paciencia, podían salir al mercado con buenas condiciones. Pero la pandemia lo hizo saltar todo por los aires. encargaban trabajo cerraron durante meses y algunas acabaron desapareciendo. La comunidad encendió las alarmas. nuevos ingresos y no podían esperar a que nadie apareciera para ayudarlas. viejos conocimientos de jabonería para diseñar un nuevo proyecto empresarial. Un par de hermanas tenían nociones y trataron de hacer jabón con miel. Balaguer, Turrons y Mels Alemany, el apellido de una familia que desde 1879 elabora su producto estrella con apicultores locales y abejas monoflorales.

"Aquí sólo hacemos comida y el jabón no se come". actual gerente de la firma, accedió finalmente a dar una vuelta a la propuesta. Y estuvo prácticamente nueve meses negociando con las clarisas para cerrar el acuerdo final, en septiembre de 2021. "Salimos al mercado sin ningún plan de negocio ni estudio de viabilidad", asegura Alemany. Pero acabó siendo todo un éxito. existencias, a la orden de unas 300 tabletas cada diez días.

Algunos de los productos que las monjas de Balaguer hacen por la empresa Alemán

"Hagamos el jabón con glicerina vegetal y miel de romero", introduce sor Isabel Rodríguez, una monja de origen colombiano que, junto con su compañera sor Leticia Batzín, supervisa todo el proceso de producción. Calientan la glicerina en el baño maría a una temperatura suave y, cuando está diluida, añaden la miel, además de unas gotas de esencia de lavanda (de producción también leridana). Antes de que se enfríe completamente la mezcla, la ponen dentro de unos moldes de una recurrente forma hexagonal, la misma que tienen las celdas de las abejas en su colmena, y dejan que se solidifique definitivamente.

Dicen que estas pastillas de jabón con miel, que valen poco menos de cinco euros, son hidratantes, desinfectantes, cicatrizantes, antibacterianas y antisépticas. Bajo el título de Jabón de Miel, Jabón del Cielo, aseguran que se puede aplicar tanto en la cara, en las manos y en el cuerpo como en el espíritu. "Un jabón como Dios manda", reza el paquete que le envuelve, indicando que es para la "limpieza exterior e interior".

El plus de la complejidad

Pero la cosa no termina ahí. La relación empresarial entre ambas instituciones resultó tan fluida en poco tiempo que la demanda de la empresa ha ido ensanchándose, sobre todo para asumir las tareas de empaque, etiquetado y detalles para sus productos más populares (turrones y botes de miel).

La colaboración con las monjas de clausura se ha convertido en tan especial que se ha vuelto, incluso, necesaria. "Ellas tienen el plus de la complejidad", asegura Ferran Alemany. Son trabajadoras "especialmente hábiles, que se dedican con pulcritud". Una virtud muy buscada. El gerente explica que nunca ha encontrado a nadie mejor para empaquetar sus productos que ellas. "Algunas de nuestras cajas son auténticos Tetris", asegura Alemany.

Este año las monjas han sido las encargadas de producir 250 calendarios de adviento pensados ​​sobre todo para las personas mayores. Una iniciativa inédita con previsión de continuidad. Eran conjuntos de 24 cajitas de cartón cerradas con un cordel que contenían miniaturas delicatessen, como caramelos de miel, delicias de chocolate y almendras garrapiñadas, entre otros.

La empresa Alemany, que actualmente dispone de una plantilla de 25 trabajadores fijos, reivindica su compromiso social colaborando con cuatro centros especiales de trabajo de la demarcación de Lleida (la Fundación Privada llersis, la Fundación Aspros, L'Estel y La Antorcha). Ellos lo defienden como "una apuesta por la humanización" que eleva la mano de obra total a más de sesenta personas externas. Y entre ellas, unas hermanas de clausura que trabajan a diario para la firma en régimen de media jornada.

Las tapas por los botes de miel que fabrican las monjas de Balaguer

Se ponen a las diez de la mañana y trabajan intensamente durante cuatro horas seguidas. No más, porque después deben dedicar el resto del día al estudio, la oración, la contemplación y las tareas domésticas del monasterio. "En circunstancias excepcionales, trabajamos más intensamente para cumplir con los pedidos más urgentes", admite la madre superiora.

Un trabajo comunitario

"La conexión fue muy buena desde el principio", admite el gerente de la empresa. Pero la química es recíproca. Ambas bandas aseguran haber encontrado un denominador común. "Ferran siempre está pensando en sus clientes –explica sor Maria Victoria–, y nosotros, durante nuestra actividad contemplativa, también pensamos en las personas". Se trata de "ponerse en la piel de los demás", concluyen.

Las nueve monjas tienen una estructura poco piramidal. Aunque la madre, con más años de experiencia, propone las pautas a seguir, prácticamente todo se decide en comunidad. Y se trabaja, obviamente, en comunidad. "Nos gusta hacerlo todo juntas, con alegría, buscamos la armonía y la serenidad, hacemos bromas, nos lo contamos todo y siempre nos ayudamos", relatan.

Esta comunidad es la heredera de las fundadoras del monasterio de Santa Clara de Balaguer del año 1351. Durante siglos han pasado por todo tipo de vicisitudes y, de hecho, las nueve hermanas actuales suponen la tercera fundación del convento. Las monjas precedentes habían decidido marchar en noviembre de 2005 por una grave carencia de vocaciones. Un año después, sor Maria Victoria, que es originaria de Zaragoza, logró unas pocas reincorporaciones muy jóvenes procedentes de Latinoamérica, sobre todo de Guatemala. Y fueron sumándose algunas más a los pocos años. Todas ellas siguen viviendo todavía en Balaguer, rezando, danzando y, sobre todo, trabajando como Dios manda.

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