Luces y decoración navideña en las calles de Praga.
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Siento esta pregunta. No quiero estropear la Navidad a nadie y, menos aún, restarle ningún valor cristiano, familiar o tradicional.

No va por ahí la pregunta.

Es más simple. A principios de la semana pasada circulaba por Barcelona, y veía las luces de Navidad adornar la ciudad. Las luces dan un mensaje de calidez, de fraternidad, de amor, de esperanza.

Yo no estaba deprimido por nada. Ya expliqué el año pasado que, desde que mis padres murieron, demasiado jóvenes, entro siempre en la Navidad triste y melancólico, pero salgo de las fiestas reconfortado y feliz. Primero es el recuerdo de los que no están, pero después es sentir y recibir el amor de quienes te aman. Son las dos partes de la Navidad. Así que estaba triste y melancólico, pero no deprimido. Así, ¿por qué me hice la pregunta?

Pues porque me preguntaba si la Navidad ayuda o no a cambiar el mundo. A que el mundo sea mejor. Veo estas luces cada año, pero sigue habiendo gente en la calle, sin techo, personas desamparadas, con problemas económicos o en permanente desempleo. Me hacía la pregunta en calidad de economista. Y me preguntaba a mí mismo si, desde un punto de vista económico, la Navidad es hipócrita. No pensé en la dimensión del consumismo ni del materialismo que inunda estas fiestas en las que en algunas personas o familias los regalos adquieren una excesiva importancia y en la que no siempre el regalo es símbolo de amor. No, no estaba pensando en esa hipocresía de la que tanto se ha escrito. Solo pensaba en la economía como fuente de prosperidad social, como forma de mejora de la vida de las personas.

Automáticamente, una voz interior me advirtió de que la economía no tenía nada que ver con la Navidad. Que me confundía. Pero yo no lo vi así. Porque la economía la hacemos las personas. Y las personas hacemos y deshacemos según sentimos y según nuestros valores y sentido de la caridad y la compasión.

Mi primera conclusión fue que la Navidad era hipócrita, que esas luces, esa imagen de fraternidad y amor, no era tal, que el mundo es egoísta y a nadie le importa más que el suyo.

Pasados unos días, me he dado cuenta de que estaba cometiendo un error. No porque la Navidad sea o no hipócrita. Si no porque la pregunta está mal formulada. La Navidad no es una persona. Es una celebración. La pregunta adecuada era: ¿soy yo un hipócrita en Navidad?

Es una cuestión personal. La económica es la suma de todas las respuestas.

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