Animales

¿Por qué se puede llevar al perro a la oficina y no a los hijos?

Cada vez más empresas permiten el acceso de animales. Coincidiendo con el Día de Llevar el Perro al Empleo, planteamos los pros y los contras de esta iniciativa

BarcelonaBajo la mesa de Paulina en las oficinas de Purina (Nestlé) no solo está su mochila. A sus pies, tumbada en una manta gris y con un cuenco de pienso a su alcance, está su manzana, Luna. Es la tercera vez que Luna y ella pasan la jornada laboral juntas: entran juntas por la puerta principal, suben juntas al ascensor, se sientan juntas en la mesa, van juntas en las reuniones, y salen juntas durante los descansos (ahora paseos) ya la hora de comer. Y Luna no está sola: es uno de los ciento veinte perros que tienen acreditado el acceso a las oficinas de la empresa de Esplugues de Llobregat.

Cada vez más perros se incorporan a la vida laboral de sus dueños. Desde hace años, y especialmente desde la pandemia, la demanda de trabajos que ofrecen espacios para animales de compañía ha crecido exponencialmente. Según un estudio de Ipsos del 2017, el 74% de los españoles propietarios de mascotas (y el 68% de los europeos) llevaría a las mascotas al trabajo si pudiera. Por ahora, sólo el 5% trabajan en entornos que permiten su presencia.

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Como prueba, hay empresas que permiten que sus empleados lleven a los perros a la oficina una vez al año. El Día de Llevar el Perro al Trabajo (Take Your Dog to Work Day) se celebra desde 1999 el viernes que sigue el Día del Padre en Estados Unidos. "Queremos celebrar la compañía que nos hacen los perros y fomentar su adopción", explica Beth Stultz-Hairston, presidenta de Pet Sitters International, la empresa creadora de la iniciativa. "Creemos que, cuando los trabajadores que no tienen perros ven el vínculo que se forma entre dueños y animales, pueden motivarse a adoptar uno".

Pero no todos los perros, ni todos los trabajos, encajan en estas iniciativas. Los trabajadores de fábricas de salchichas o los propietarios de perros que son bordadores vocacionales o que se relacionen mal con otros animales no pueden participar.

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En el caso de Purina, que admite perros en las oficinas estatales desde 2015, las restricciones están bien establecidas. Al margen de las vacunaciones y desparasitaciones obligadas, los perros deben superar un examen de conducta antes de ser admitidos: si no son suficientemente obedientes, o no socializan bien, o no tienen suficiente control de los esfínteres, suspenderán y tendrán que quedarse en casa. Al mismo tiempo, existen unas normas bastante estrictas: hay una clara distinción entre los espacios pet-friendly, donde los animales son bienvenidos, y los que no lo son. Sólo puede haber, como máximo, entre seis y nueve perros por planta; los perros deben estar atados con la correa en la zona donde trabaja su dueño, y cada persona sólo puede llevar un perro a la oficina, aunque tenga más de uno en casa.

¿Qué dice la ley?

La legislación actual parece poner a los dueños en una especie de disyuntiva. El artículo 24 de la ley de bienestar animal obliga a los propietarios a "ejercitar sobre los animales [domésticos] la adecuada vigilancia y evitar su fuga". Y aunque la ley no define en ningún momento qué significa una vigilancia "adecuada", muchos dueños sienten que esta obligación es incompatible con sus horarios. "Adopté a Vilma porque podía llevarla a la oficina", explica Sònia Sáez, veterinaria y responsable de comunicación de Purina España. "Si hubiera pasado diez horas al día lejos de ella, no lo habría hecho".

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Una de las trabajadoras que más defendió el proyecto dentro de Purina es Ruth, que lleva años formando parte del equipo y convive con varios perros. Hoy puede llevar al trabajo a su chihuahua de doce años, y lo celebra. Como el 42% de los encuestados en un estudio interno de la empresa de 2017, cree que la presencia de animales en la oficina favorece la conciliación entre la vida laboral y la personal. "Recuerdo estar en la oficina con un monitor de bebés para ver cómo estaba mi antigua perra –explica–. Con ella aquí estoy mucho más tranquila".

La presencia de perros puede beneficiar a las empresas más allá de la mejora del bienestar psicológico de sus dueños. Como explica Kaytie Zimmerman en Forbes, si los perros están en la oficina, los empleados no se marchan corriendo a casa al terminar la jornada laboral. Sin ese motivo de urgencia, algunos trabajadores alargan las jornadas hasta terminar el trabajo del día, en vez de salir de la oficina a la hora en punto. "Al final, tu máxima preocupación ya está contigo", dice Sonia Sáez, mientras acaricia a Vilma.

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No todo son ventajas

"El estado mental del amo y el perro no puede prevalecer por encima de todo", afirma Xavier Montero, miembro de la Sección de Psicología de las Organizaciones y del Trabajo del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya. "Tiene que haber un encaje con la empresa y los compañeros, que debe regularse por ley. Ahora mismo, hay un vacío legal y sus derechos y obligaciones no constan en el Estatuto de los Trabajadores. Al mismo tiempo, pueden surgir en las empresas agravios comparativos: ¿por qué él puede llevar al perro y yo no puedo llevar al hijo?" La comparación es especialmente relevante teniendo en cuenta el contexto demográfico actual: en Cataluña, ya hay más perros que niños. Según los últimos datos disponibles del censo de animales de compañía, en el país existen 1.254.211 perros. En 2024 había 1.189.999 menores de 16 años censados. Y no se trata solo de una tendencia catalana. Según los datos de la Federación de Industrias Alimentarias de Mascotas (FEDIAF), en 2023 la mitad de los hogares europeos (49%) tenían al menos un animal.

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Los animales se han convertido en un motivo de debate político, y no es extraño encontrarse en Instagram gatos y perros mejor alimentados que el universitario catalán promedio. En un mundo en el que cada vez hay más mascotas, parece urgente tomar medidas que permitan la conciliación de los animales y los dueños. Pero no todo el mundo está de acuerdo en que llevarlos al trabajo sea la solución.

Entre los que se oponen no sólo hay mascotófobos y fanáticos de la limpieza. Esta periodista ha empezado a notar síntomas de su alergia a los perros a media visita a las oficinas de Purina. Mar Lázaro, que ha tenido varios animales a lo largo de su vida y trabaja en una oficina, tiene otro motivo, tampoco despreciable, para no quererlos cerca: no cree que el puesto de trabajo deba convertirse en un espacio de cuidado animal. "El espacio laboral es para trabajar", asegura. "No creo que el ocio y la vida privada encajen".

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"Los que no quieren perros en el entorno laboral pueden sentirse rápidamente excluidos del grupo de los enamorados", explica Dianne Gardner, investigadora de la Universidad Massey de Nueva Zelanda especializada en bienestar laboral y autora de un metaanálisis de los estudios sobre los beneficios de acercar a las mascotas al trabajo. "Una parte importante de la investigación la hacen dueños de animales y se centran en los beneficios que les suponen a ellos. Para que la investigación fuera objetiva, deberían considerarse todas las partes".

Asimismo, no existe consenso sobre los beneficios reales que pueda suponer para los animales. Jessica Pierce, miembro del Centro de Bioética y Humanidades de la Universidad de Colorado y coautora, con Marc Bekoff, del libro Perros sueltos y libres (Dogalia), cuestiona que llevar a los perros a las oficinas sea una iniciativa dog-friendly. "Si hiciéramos una lista de cosas que estresan a los perros, la mayoría las encontraríamos en una oficina: gente desconocida cerca, ruidos de teléfonos, portazos...", enumera Pierce. "El comportamiento que se espera de un buen perro en una oficina es incoherente con la conducta de muchos cachorros". Según Pierce, que un perro pueda estar en una oficina significa, en parte, que ha dejado de comportarse como tal.

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"Cada puesto de trabajo y cada animal tienen unas características concretas", explica Alodia Mora, de la fundación de protección animal FAADA. "Si en el trabajo podemos encontrar un ambiente tranquilo, amable y respetuoso con los perros, será beneficioso para ellos, porque son animales gregarios que disfrutan de la compañía y se adaptan bien a los diferentes espacios". Sònia Sáez es consciente de que la oficina puede no ser el espacio ideal para todos los perros. "Pero eso lo sabemos los dueños en primer lugar –asegura–. Si sabemos que nuestros perros no estarán bien aquí, no les llevaremos. Cuando hablemos de poner en el centro el bienestar, no solo hablemos de nuestra tranquilidad, sino que ellos puedan estar bien".