Una ruta para visitar un país que no existe

BarcelonaNacido en Bosnia hijo de croatas, el escritor Ivo Andric murió en Serbia, donde fue enterrado. Escribía en serbocroata y se consideraba yugoslavo. Ganó el premio Nobel de literatura y mucha gente dice que fue uno de los grandes narradores de un estado que ya no existe: Yugoslavia. Y es cierto que Yugoslavia ya no existe y que hoy en día cuesta encontrar gente que hable la lengua serbocroata, pero hay que tener en cuenta que sus relatos son inmortales. Solía ​​escribir historias del pasado, de los años del dominio otomano, y sigue siendo todavía un buen compañero de viaje por los Balcanes, independientemente de banderas y fronteras. Una tierra que parece imposible aunar. Él creía que sí se podía, quizá por eso en su gran libro nos habla de un puente.

Uno de mis sueños siempre ha sido hacer una ruta por los escenarios de la vida y de los libros de Andric. No he podido hacerla entera, pero he ido haciendo pedazos. El destino final es Belgrado, donde vivió en los últimos años de su vida y donde se puede visitar su precioso piso, cerca de la calle Kneza Milosa. Aquí se guarda su premio Nobel y se puede ver la biblioteca, con algunas ediciones de Don Quijote; libro que admiraba de su etapa en la embajada yugoslava en Madrid. La calle del piso ahora lleva el nombre del escritor. Y una estatua suya le recuerda justo al lado de la puerta. También se puede visitar su tumba, en el nuevo cementerio de Belgrado, en una zona que se hizo para albergar las cenizas de grandes héroes yugoslavos. Una zona con militares y científicos.

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La ciudad más vinculada a su vida y obra, sin embargo, es Visegrado, en la frontera entre Bosnia y Serbia. Cuando su padre murió, el pequeño Andric fue enviado a casa de unos familiares en esa ciudad, donde creció viendo el famoso puente sobre el Drina al que él dedicó su libro. Mucha gente visita Visegrado para ver el puente construido por los turcos en 1577, además de la casa en la que se crió Andric. Hoy en día los serbios controlan la zona, después de la guerra de los años 90. El 33% de la población de Visegrad era musulmana, pero huyó o fue asesinada. En una zona complicada, a ambos lados del puente ahora son serbios. Pero son estados distintos, Serbia y Bosnia.

Una ruta de Andric nos llevaría a Travnik, donde pasó una temporada y escribió un libro. Y en Sarajevo. Uno de sus relatos más tristes es Café Titanic, en la que cuenta la historia de dos hombres poco brillantes: un judío sefardí y un croata de Bosnia. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, todo cambia y uno de ellos se convierte en asesino.

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Andric visitó el cementerio judío de Sarajevo después de la Segunda Guerra Mundial y quedó impactado por las lápidas en ladino, en la lengua de los sefardíes expulsados ​​por los Reyes Católicos de la península Ibérica. Un mundo que casi había desaparecido durante el Holocausto. En sus libros, Andric intentaba dar vida a esos Balcanes que él soñaba. Poco habría imaginado que en 1991, el cementerio judío sería ocupado por los serbios para bombardear a Sarajevo. Menos mal que no vio la muerte de su país.

Recomendación para viajar a Bosnia

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Libro: Café Titanic

Autor: Ivo Andric

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Editorial: Acantilado