Alba Riera: "No sabíamos ni qué quería decir cocrianza. Simplemente nos sacamos los piojos entre todas"

La comunicadora y presentadora de 'La Turra' recuerda los veranos en Cantonigròs con su familia no de sangre

Alba Riera en la Sala Beckett durante la entrevista de Vips&Vins
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BarcelonaTres parejas y nueve niños pasaban juntos veranos de literas, piscina, cocina de batalla, seriales de TV3 y coreografías. Los padres de Alba Riera encontraron en Cantonigròs (Osona) un apartamento de veraneo para compartir con otras dos familias. No había detrás un discurso político. "No sabíamos ni qué quería decir cocrianza. Simplemente, nos sacamos los piojos entre todas", dice la comunicadora. Y continúa: "Yo creo que era intuitivo. Surgía de no querer soltar la vitalidad y pasárselo bien compartiendo entre amigos dentro de lo que significa criar niños". Tiene claro que fue un regalo y una experiencia que quiere repetir con sus amistades en algún otro lugar, aunque durante su infancia le daba vergüenza no seguir la norma. "Todo el mundo tenía una casa sola. ¿Por qué nosotros compartida?", se preguntaba. A los nueve hermanos no de sangre de Cantonigròs –a quien cortaban el pelo igual y, después, los confundían por el pueblo– aquello les enseñó a compartir muy pronto ya "entender que las familias son muy diversas y no hace falta que sean de sangre": "Siempre íbamos juntas en packY ahora que ya ha llegado la primera bebé de la tercera generación, los jóvenes están pensando en buscar otro apartamento en el pueblo para seguir la tradición. Los veranos en Cantonigròs son para ella “una sensación de casa” que le trae muy buenos recuerdos.

Alba Riera, de pequeña, en Cantonigròs.

Riera cuenta las anécdotas en capazos. El primer día que durmió en el apartamento, cuando tenía cerca de cinco años, se levantó sola y fue al hostal de Ca la Pepa –que estaba justo abajo y que era donde su familia se había estado quedando hasta decidirse a comprar la casa– y pidió para almorzar unos macarrones. "Desde entonces, los macarrones son mi obsesión. Han marcado mi vida y mi relación con la comida", dice divertida. Otro recuerdo inolvidable de aquellos veranos fue un año por fiesta mayor que los padres se disfrazaron de toreros: "Las niñas capitaneadas por mí hicimos el "si hay que ser torero"", de Chayanne, en la plaza del pueblo". "Never forget", añade. Nada más alejado que Chayanne de su estilo de vida. En casa lo que sonaba era mucha rumba catalana porque el padre de la tercera pareja a unirse al proyecto común era uno de los cantantes de Los Manolos. "Yo iba a clase con una de sus hijas y se los comentaron en la puerta de la escuela sin apenas conocerlos. Fue una historia de amor".

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