Amor

Así ha sido la boda del chef Jordi Cruz: en Blanes y con un retraso de dos horas

El cocinero y su pareja, la arquitecta brasileña Rebecca Lima, sellaron su amor este sábado

Jordi Cruz, su mujer y su hijo
A.P.
26/08/2024
2 min

Después de cinco años juntos, el chef Jordi Cruz y su pareja, la arquitecta brasileña Rebecca Lima, cumplieron este sábado su sueño de casarse. La pareja, que tiene un hijo nacido en el 2023, el Noah, eligió un sitio con unas vistas formidables para sellar su amor, el Convento de Blanes, un lugar especializado en bodas y que destaca por tener el mar como telón de fondo. Pese a disfrutar de un entorno idílico, la boda sufrió un percance: la novia llegó dos horas más tarde de lo previsto. La ceremonia estaba prevista para las seis de la tarde, pero Lima no apareció hasta pasadas las siete de la tarde, por lo que retrasó la boda hasta las ocho. El novio, en cambio, llegó diez minutos antes de las seis de la tarde. Según detalla Vanitatis, el centenar de invitados tuvieron que ingeniárselas para pasar el rato.

Entre otras cosas, el equipo del cocinero Nandu Jubany, encargado del catering, distrajo a los invitados sirviendo copas de bienvenida mientras un grupo de música instrumental amenizaba la espera. No fue la única actuación musical de la velada: una de las sorpresas de la fiesta vino de mano del primo de Cruz, Frederic Obrador Cruz, que tocó el saxo tenor.

Tras la larga espera, la novia apareció acompañada de sus damas de honor, todas vestidas a conjunto con un traje de color rosa palo de la marca creada por Lima, Inti.

Más allá de la anécdota de la novia que llegó tarde, la boda generó expectación por la colección de famosos que asistió. Evidentemente, no faltaron los compañeros de Cruz en Masterchef, Samantha Vallejo-Nájera y Pepe Rodríguez. También hubo una destacada presencia de chefs de renombre, como Quique Dacosta, Martín Berasategui, Nandu Jubany y el pastelero Christian Escribà. Otros invitados fueron Mario Vaquerizo, Ona Carbonell o Boris Izaguirre.

El menú de la boda fue muy marinero, en sintonía con el enclave de la ceremonia. Primero, ceviche de coco con gamba blanca y de segunda fritura de langosta con huevo frito y patatas. Para rematar, un postre que sorprendió a los invitados: una galaxia de chocolate formada por un Saturno de cacao que bañaron con chocolate caliente. Cuando se deshacía la esfera aparecían unas profiteroles. Aún quedaba una traca final: un borracho de bollo de vainilla con ron quemado. Este despliegue de comida dio paso al baile, que estuvo marcado por éxitos del verano como Potra salvaje, de Isabel Aaiún.

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