Guillermo, el príncipe de Gales que no sabe galés (después de 42 años)
Pese a saber desde que nació que iba a ocupar el cargo, ha recibido críticas por su pobre nivel de galés tras su primer discurso en este idioma
BarcelonaGuillermo de Gales no sabe galés. Ésta es la triste realidad del hombre de 42 años que desde que nació sabía que acabaría ocupando el cargo de príncipe de Gales hasta que se convirtiera en rey del Reino Unido, una posición para la que ese idioma también debería ser, por cierto, indispensable. Cuesta creer que a lo largo de más de cuatro décadas en Buckingham nadie ha tenido la sensibilidad plurinacional de pensar que no estaría mal que el primogénito del rey Carlos III hiciera sentir medianamente bien esta parte de sus súbditos cuando les fuera a visitar o cuando les dedicara un discurso. Pero estamos donde estamos y eso ya no ha ocurrido. A partir de ahora sólo se podrán hacer parches que, vete a saber, quizás a la larga acaban funcionando incluso. Lo que está claro en estos momentos es que su nivel de galés no ha cuajado mucho entre los que lo hablan.
La polémica al respecto ha tenido lugar esta semana después de que Guillermo hiciera el primer discurso de su vida en galés, lo que podría quedar justificado porque hasta hace poco no era el príncipe de Gales. Cabe pensar que los Windsor han sido todos víctimas de la generación tapón durante muchos años porque la reina Isabel II no quiso moverse del trono hasta el final de sus días, lo que dejó a toda la familia estancada en los cargos aristocráticos inferiores de la escalera. Por este motivo, cuando murió la reina, en 2022, Carlos III pudo ascender al trono y Guillermo por fin se convirtió en el príncipe de este pequeño país ubicado en el suroeste del Reino Unido, habitado por unos 3,1 millones de personas –el equivalente a sólo el 5% de los habitantes del estado británico–, de las cuales.
Tres años hasta el primer discurso
A pesar de que desde que murió Isabel II, Guillermo había tenido tiempo de sobra presumir de galés, aún no había encontrado el momento para pronunciar sus primeras palabras en este idioma de raíz celta. Pero lo peor no ha sido la espera de tres años: ha sido la materialización. Pese a estar grabado en vídeo, lo que permitía realizar pruebas y repeticiones, su debut ha generado decepción entre los más entendidos. El Daily Mail ha ido a preguntar a un catedrático de la Universidad de Cardiff de esta lengua y no ha sido demasiado conciliador con su veredicto. "A estas alturas, después de 42 años de preparación para el cargo, debería ser capaz de hablar mejor galés", ha dicho el doctor Dylan Foster Evans. "La gente dice que debería ser capaz de hacer algo más que leer durante unos segundos un mensaje; el galés es lengua oficial de Gales desde el 2011. Quizá deberíamos esperar mucho más [de lo que ha hecho]", concluye.
Es evidente que si en un vídeo pregrabado en el que se ve cómo está leyendo un teleprompter sólo puede dar ese nivel, es mejor no imaginarse qué le pasaría si hubiera tenido que hablar el galés en vivo... De hecho, se nota que en palacio eran tan conscientes de la mediocridad de su capacidad en ese idioma que Guillermo sale poco hablando mirando a cámara. Enseguida tapan el discurso con imágenes, ya que su mirada no resulta natural porque está leyendo. De hecho, no resultaría extraño descubrir que lo que estaba leyendo no era galés sino una transcripción fonética del idioma que se supone que debería conocer.
El príncipe del pueblo
Por si esto no fuera suficiente, en una visita de Guillermo a Gales el año pasado quiso hacerse el próximo diciendo que estaba utilizando el Duolingo para aprender el idioma. A mí, sinceramente, no me habría hecho ninguna gracia que dijera esto de mi idioma. Si tú eres un visitante que viene a pasar un rato en mi país, podría llegar a entenderlo, pero si eres de facto el máximo representante en el mundo y encima cobras del erario público, creo que habría que esperar algo más de rigor y hacer una inmersión más profunda y amplia. Con 41 años que tenía el año pasado, en palacio les debió de sonar bastante grave reconocer que aún se estaba poniendo a estudiar el idioma entonces. Debió de pensar –o debieron de pensar por él...– que disfrazarlo de informalidad era una fórmula para parecer cercano y actual y disimular así su pecado curricular. Sin embargo, más que un gesto simpático resulta un chiste de mal gusto ser simultáneamente príncipe de Gales y rey del Duolingo.
El príncipe 'pastelero'
Este discurso de Guillermo ha ido acompañado de una visita a Gales con motivo del día de San David, fiesta gorda en Gales, de donde es patrón. Él y su esposa, Kate Middleton –que también es princesa de Gales, pero de la que no sabemos cuánto galés habla...–, se han paseado por varios puntos del país, entre los que se encontraba un pueblo afectado recientemente por unas inundaciones, y también han hecho unos pastelitos típicos de allí. Toda una gincana real de la proximidad con el pueblo. Una lástima que esto resulte tan poco creíble después de que se haya sabido que recientemente la pareja había estado de viaje a la isla de Mustique, uno de los destinos turísticos más caros del Caribe.
La aproximación al cargo de príncipe de Gales que tiene Guillermo es bastante diferente a la de su padre, que ostentó el título durante 64 años. El actual Carlos III, entonces príncipe Carlos, pasó por la universidad para aprender la lengua y la cultura galesa. Eso sí, siempre se mostró menos cercano que su hijo. Carlos no hacía pasteles pero se formó para el cargo en la Universidad de Aberystwyth. En su caso el problema fue que celebró una coronación como príncipe de Gales que algunos entendieron como una exhibición de poder de los ingleses sobre el pueblo de Gales.
Estaba a las puertas de los 21 años y había cogido fama de no ser el hombre alfa que en el imaginario monárquico debía estar para llegar un día al trono. De ahí que, para promocionarlo, su tío político Lord Snowdon, marido de la princesa Margarida, diseñó para él una proclamación en Gales absolutamente orientada a ser difundida por la televisión. Corría el año 1969 y él era director de arte y fotógrafo, el éxito de audiencia estaba asegurado. Así fue: 500 millones de personas vieron cómo la reina Isabel II ponía una corona muy estrafalaria en la cabeza de Carlos que habían diseñado ad hoc para la ocasión para que pareciera más juvenil.
El patio de un castillo galés fue un escenario circular idóneo para que las cámaras no se perdieran ningún detalle. Desde entonces han pasado muchos años y Guillem ha entendido que el pueblo no digeriría muy bien un alarde de ese calibre. Él ha optado por ser un príncipe del pueblo, al menos de puertas afuera. Una lástima que se intente disfrazar de proximidad e informalidad su falta de esfuerzo por el pueblo galés. Podría ser cercano y haber hecho los deberes. Es compatible... Pero en su mente, quizás ir saludando por la calle ya es todo un acto de generosidad con el que el pueblo ya debería estar suficientemente contento para no pedir más. Renunciar a la formalidad no debería ser renunciar a sus obligaciones.