Cómo nos conocimos

"Creo en apasionarte por todo y no aferrarte a nada"

Pepa Plana, payasa

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Oriol y Pepa Plana, inseparables.

La payasa Pepa Plana conoció a Oriol hace más de treinta años en un encuentro en la montaña con una cincuentena de personas del mundo del teatro y el espectáculo. "Él entonces tenía pareja y yo tenía parejas, así en plural, y nada de ganas de una relación estable", explica. De hecho, tuvieron que pasar 8 años para que se acercaran el uno al otro.

Fue el Dos Caballos de Pepa Plana el que los unió, un Charleston que aún conserva. “Tenía que pasar la ITV y lo tenía hecho polvo. Oriol me dijo que no me preocupase, que él me lo arreglaría y me lo pondría a punto para que no tuviera problemas”. Cuando el coche pasó la ITV y ella se ofreció pagarle, él le dijo que prefería que le invitara a cenar.

Después de aquella cena vino otra y, a la siguiente, se liaron. “Ninguno de los dos quería una relación seria, lo dejamos muy claro”, detalla la payasa. Pero las cosas cambiaron deprisa. Oriol sufrió un accidente de moto grave y tuvo que pasar algunas semanas en el Hospital Vall d'Hebron. "Cuando le dieron el alta vino directamente a mi casa y desde entonces que estamos juntos", dice Plana.

Juntos, juntos. “Yo me voy de bolo y al lado está él conduciendo la furgoneta. Me voy a la cama y al lado está él durmiendo. La nuestra es una pareja multiplicada, porque trabajamos juntos y viajamos juntos. Nuestra complicidad es absoluta”. Que Plana empezara a hacer de payasa, de hecho, va muy ligado al hecho de tener a Oriol al lado. "Él es mi apoyo con toda la infraestructura no artística, la práctica, que es la que a mí me cuesta", detalla. Si no trabajaran juntos, seguramente todo sería más complicado. “¿Cómo te compaginas la vida con un artista? Nosotros trabajamos cuando la gente hace fiesta, tenemos una vida nómada”. Cuando no trabajan, lo que les gusta es coger las botas e irse a la montaña, aunque también buscan espacios individuales. "A él le gusta mucho la moto y hace escapadas, a mí me gusta coser en el taller", explica.

Para Plana, el secreto de un amor feliz es “huir del amor romántico”. "A mí lo que me gusta es pensar qué tranquila estoy a su lado, qué a gusto estoy, qué honesta es la relación: me gusta pensar que han pasado treinta años y todavía quiero estar a su lado".

Porque la payasa no cree en el amor romántico, pero sí en la pasión. “Creo en apasionarte por todo y no aferrarte a nada. Creo en descubrir lo que te apasiona en cada momento y vivirlo intensamente. Apasionarte terriblemente, pero no quedarte allí enganchada como si fueras una Roomba”, concluye con una sonrisa.

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