Palestina
Algún día todo el mundo habrá estado siempre en contra, de Omar El Akkad (La Otra Editorial), plantea la cuestión del posicionamiento moral frente al drama palestino, que, según El Akkad, es el "primer genocidio del mundo retransmitido en directo."
El libro debe leerse. Vivimos la salvajada de octubre de 2023 desde este bando de la trinchera. Nuestra deuda cultural con los judíos es totalmente constitutiva, del Antiguo Testamento hasta el cine. Mi agradecimiento pasa por un grueso de pensadores y artistas mayor que el que me ha dado ningún otro pueblo, a excepción del catalán porque es el mío.
Cuando llegó la respuesta israelí, pues, no quise sacar de X las cuentas que publicaban las demás atrocidades. No quise girar la mirada, y las palabras "espantoso" e "insoportable" se han ido quedando terroríficamente cortas. Las imágenes que cada día pueden verse en X son tan insufribles que la equidistancia acaba haciéndose tentadora. Qué agradable sería pensar que son propaganda y que la niebla de la guerra no nos deja ver claro. Pero sabemos que no es así. Sabemos que hay matanzas sin remordimiento de población civil, y matanzas de niños. Hemos visto las ciudades arrasadas. Hemos visto la crueldad –palabra también dramáticamente corta– del vídeo de Trump paseándose por Gaza convertida en resort turístico. Sabemos la desproporción. Mientras escribo, elAhorapublica:Israel mata a 59 palestinos mientras iban a buscar comida a los puntos de ayuda humanitaria. Casi 400 palestinos murieron y más de 3.000 resultaron heridos en los puntos de reparto de la Fundación Humanitaria de Gaza en las últimas tres semanas.La noticia sale en un rincón de la pantalla, no es destacable.
Vi a un periodista inglés entrevistando a la embajadora judía en Londres. Él insistía en preguntar: ¿por qué no dan la cifra de niños muertos, si dan la de terroristas muertos? ¿Por qué no dejan entrar a periodistas en Gaza? La embajadora sólo contestaba: debemos proteger a nuestros hijos.
Todos los genocidios se han cometido en aras de la protección de los hijos propios. ¿Qué nos dice el sentido común si no dejan entrar a periodistas? ¿Si han muerto más que en ninguna otra guerra? ¿Qué nos dice el sentido común si no quieren dar cifras de los niños muertos? Ahora sabemos cómo se vive la matanza en directo: como si nada, con una indiferencia que participa de la indiferencia del verdugo. Es la forma de asentir, un sí a la impunidad criminal a cambio de los beneficios de estar junto al imperio. Tanta literatura, tanta sabiduría, tanta reflexión moral sobre el holocausto, no han servido para nada, ni para atenuar el consentimiento.