Afganistán

El Afganistán de los talibanes cae en la miseria

La población que necesita ayuda humanitaria ha crecido un 35% desde la llegada de los extremistas al poder

Ricard G. Samaranch
y Ricard G. Samaranch

TúnezMientras en las cancillerías occidentales se debate qué tipo de relación tienen que tener con el régimen de los talibanes y la prensa extranjera recoge los excesos derivados de su ideología ultraconservadora, para la mayoría de afganos la prioridad es más simple: subsistir. Afganistán ya era uno de los países más pobres de la Tierra antes de que los talibanes derrocaran hace exactamente un año el gobierno patrocinado por EE.UU. y tomaran el control del país. Desde entonces, las ayudas internacionales, que representaban el 45% del PIB, se han recortado sustancialmente y la miseria se ha propagado como una mancha de aceite.

Según el último informe de la ONU, unos 24,5 millones de personas, más de la mitad de los 38 millones de afganos, necesitan ayuda humanitaria. Esta cifra multiplica por cuatro la registrada hace solo tres años y es un 35% más alta que la de hace solo un año. En ningún país del mundo hay tanta gente necesitada. Además de la caída drástica de las ayudas, hay que añadir una sequía especialmente severa, la peor de los últimos 27 años, y el incremento de los precios derivado de la guerra de Ucrania. La tormenta perfecta.

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Uno de los sectores que se ha desplomado es el sanitario. La comunidad internacional subvencionaba cerca del 80% del presupuesto del estado antes de la toma del poder por los talibanes, y varios hospitales han tenido que cerrar sus puertas o reducir sus servicios. A los estragos de la pandemia de covid-19 hay que añadir el aumento otras enfermedades que en todo el mundo están erradicadas, como la polio o el cólera. Uno de los hospitales que ha visto trastornado su funcionamiento es el del distrito de Musa Qala, en el sur del país, donde se concentra buena parte de la pobreza más extrema. Ante la falta de recursos, el centro de salud se vio obligado a cerrar las puertas a todos los pacientes, excepto los afectados por cólera.

El director del hospital, Ehsanullah Rodi, ha declarado a la agencia AFP que los trabajadores están desbordados, y que solo duermen unas cinco horas al día. "Es muy difícil. Lo que hemos visto este último año no lo habíamos visto nunca", comenta. En otro hospital de una región vecina, en Lashkar Gah, operado conjuntamente por el ministerio de Sanidad y la ONG Médicos Sin Fronteras, cada una de las camas dedicadas a los niños que sufren malnutrición están ocupadas por dos pacientes.

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Las viudas, dobles víctimas

Según la ONU, más de la mitad de los niños menores de cinco años sufren malnutrición, y si no reciben ninguna ayuda, están en riesgo de morir de hambre. "No podemos encontrar ni siquiera pan. No hemos comido nada desde hace tres o cuatro días", explica a AFP Prishna, madre de uno de los pacientes. La situación de las viudas es especialmente difícil, puesto que los talibanes han introducido muchos límites al empleo femenino, por lo tanto, dependen de las ayudas familiares. Además, los talibanes han prohibido el acceso a la educación secundaria a casi todas las niñas, lo cual impedirá a las nuevas generaciones poder encontrar trabajo en los sectores cualificados que todavía están abiertos al trabajo femenino, como el sanitario.

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Actualmente, más de 150 ONG están presentes en Afganistán y su trabajo es crítico, puesto que la mayoría de gobiernos occidentales no han reconocido al régimen talibán, una estrategia de presión para forzarlo a respetar derechos y libertades. Por lo tanto, no pueden contribuir con ayudas directas a la administración pública. "El pueblo afgano está viviendo una pesadilla, víctima a la vez de la crueldad de los talibanes y de la apatía internacional", sostiene Fereshta Abbasi, investigadora especializada en este país del ONG Human Rights Watch. "El futuro de Afganistán seguirá siendo negro si los gobiernos extranjeros no tratan de manera más activa con las autoridades talibanas a la vez que les presionan con fuerza en la cuestión de los derechos humanos", añade.

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Algunas ONG han pedido a la administración Biden que al menos desbloquee los fondos del banco central afgano depositados en EE.UU., y retire las restricciones que dificultan a los bancos afganos operar con divisas. "La liberación de todos los activos congelados es crítico para apoyar a la economía afgana. Las reservas de divisas depositadas en los EE.UU. tendrían que servir para ayudar a estabilizar la economía afgana y el sector privado", dice una carta firmada por una plataforma que agrupa las ONG europeas que trabajan en Afganistán.