Bolivia pone fin a veinte años de gobiernos de izquierdas con un "capitalismo para todos"
El presidente electo, Rodrigo Paz, lidera el cambio de ciclo político con un discurso conservador pero integrador con la identidad plurinacional del país
Buenos AiresDespués de veinte años de gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), partido liderado por Evo Morales, que fue el primer presidente indígena de América Latina (2006-2019), Bolivia ha dado un giro hacia el centroderecha en unas elecciones presidenciales que marcan un cambio de ciclo político: el presidente electo, Rodrigo Paz, junto con el vicepresidente electo, Edmand Lara –conocido como el Capitán Lara–, ha superado por nueve puntos (54,5%) a su contrincante en la segunda vuelta electoral de la segunda vuelta electoral Jorge Tuto Quiroga, que junto a su candidato a vicepresidente, Juan Pablo Velasco, ha obtenido un 45,5% de los apoyos.
En medio de una crisis de escasez de combustible y de divisa, y con una inflación rampante, el electorado boliviano ya dejó claro algo el pasado 17 de agosto, cuando se celebró la primera vuelta electoral: Bolivia quería iniciar un nuevo ciclo político, tendiendo hacia la derecha. Tuto Quiroga se presentaba como un candidato con experiencia técnica y política, reflejado en Estados Unidos, que buscaba eliminar los impuestos a la inversión extranjera ya la importación de combustibles, y que veía en el Fondo Monetario Internacional (FMI) un salvavidas para rescatar a Bolivia mediante un préstamo. Rodrigo Paz, por su parte, rechaza abiertamente la intervención del FMI y propone un "capitalismo para todos", con reducción de impuestos, facilitación del acceso al crédito y ayuda del estado para producir en un mercado más libre y menos intervenido.
Paz también ha señalado una supuesta ineficiencia y corrupción del gobierno saliente, del masista Luis Arce (sucesor de Evo Morales, con quien actualmente está peleado), y ha dicho que considerará eliminar el subsidio al combustible, impulsado por el MAS e insostenible por una parte de la sociedad, a causa de los problemas fiscales del país. Pero tendrá que ser cauteloso con los recortes en las subvenciones, ya que podrían causar un aumento de la inflación y, sobre todo, malestar social. "Creo que lo más popular que tiene Rodrigo Paz ahora mismo es el pragmatismo –dice en conversación con el ARA la politóloga Natalia Aparicio–. Ha dejado claro que no se dejará llevar por posiciones ideológicas, sino que hará lo necesario para estabilizar la crisis".
Esta analista calcula que Paz llevará ese mismo "pragmatismo" a la relación con las potencias mundiales: "pactará con quien deba hacerlo". Según Aparicio, "Paz claramente tiene la bendición de Donald Trump y de Javier Milei, por lo que es un gobierno de derecha y no de centroizquierda, como pretenden hacerle pasar algunos". La experta tiene dudas sobre hasta qué punto el flamante presidente respetará la soberanía nacional en relación a los recursos naturales como el litio o las tierras raras, o sobre hasta qué punto traspasará la minería ilegal hacia la legalidad. En cuanto a la orden de arresto que pesa sobre Evo Morales por abuso sexual a menores, se ha limitado a decir que dejará que la justicia funcione. "Ha hecho algunas propuestas muy demagógicas –ha dicho–, irrealizables a corto plazo, por lo que el reto real será construir credibilidad y gobernabilidad".
El voto identitario, clave en Bolivia
Donde sí acertó el binomio Paz-Lara fue al apelar a los sectores populares. Bolivia tiene unos clivios políticos particulares, que son la cuestión de clase ligada a la identidad étnico-cultural. Según datos oficiales, cerca del 40% de la población boliviana se considera parte de un pueblo indígena u originario, como los quechuas o los aimares. "En Bolivia las clases populares siempre definen los resultados –dice Aparicio–. Y en este sentido, aunque Tuto ha intentado conectar con el electorado, no lo ha logrado, porque no era auténtico". De hecho, durante la campaña se produjo un punto de inflexión cuando se descubrieron unos tuits racistas que el candidato a vicepresidente de Tuto Quiroga, Juan Pablo Velasco, había escrito en 2010 y 2012: "A los kolles [pueblo originario andino] hay que matarlos a todos" y "Hay que quemar la w andinos], que mueran todos los que la veneran, son animales". Según Aparicio, "el impacto de estos tuits ha sido fundamental en los resultados".
Históricamente, la vida pública boliviana ha estado en manos de las oligarquías blancas, descendientes de los europeos que perpetraron, en Bolivia, uno de los saqueos más brutales y violentos de toda la colonización de América. No fue hasta finales del siglo pasado –en las décadas de los 80 y 90– que los movimientos indígenas y campesinos trasladaron su lucha a las instituciones, materializándola en la creación del MAS. "En Bolivia no puedes ganar unas elecciones con un discurso tan antimasista –dice Aparicio–. Y no puedes ganar, tampoco, con un gobierno que no respete la pollera [falda tradicional andina]". Según el analista, "aunque Rodrigo Paz tiene un discurso hiperconservador –ha ganado con la consigna «Dios, patria y familia»–, no niega el estado plurinacional y reconoce al pueblo de Bolivia de forma auténtica".