Ofrenes florales al exterior de la estación de tren de Nara, donde ha sido asesinado el exprimer ministro japonés Shinzo Abe
Just Castillo Iglesias
09/07/2022
3 min

BarcelonaEl asesinato de Shinzo Abe ha causado conmoción en Japón y en todo el mundo. Carismático y popular, criticado y controvertido, conservador y nacionalista, Abe ha sido una de las figuras de más perfil político en Japón de los últimos años, incluso desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Proveniente de una familia con tradición política, Abe fue dos veces primer ministro de su país: entre 2006 y 2007, y entre 2012 y 2020, siendo el primer ministro más joven, el primero nacido después de 1945, y el que más tiempo se ha mantenido en el cargo.

Comprometido con el cambio y la transformación de Japón, Abe deja un legado considerable. Durante su segundo mandato implementó la estrategia conocida como Abenomics, mediante la cual pretendía impulsar la economía japonesa después de más de dos décadas de estancamiento. Pero el éxito de estas medidas sigue siendo objeto de debate. La gestión de la pandemia impactó negativamente en su popularidad, que llegó a mínimos antes de dimitir en septiembre de 2020. Abe fue también un ferviente defensor de mantener la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokyo, a pesar de las críticas, que finalmente se celebraron en 2021, ya después de su retirada.

Seguramente, sin embargo, el legado más significativo de Abe será su visión sobre el papel de Japón en el mundo, especialmente en un entorno regional rápidamente cambiante en el que las tensiones entre EE.UU. (su principal aliado) y China (su principal socio comercial) son cada vez más palpables y en que los gestos belicosos de Corea del Norte han sido frecuentes.

Perfil internacional poco frecuente

En 2006 Abe plasmó esta visión en su libro Utsukushii Kuni e [Hacia una nación bella], que fue objeto de ciertas críticas –tanto en Japón como en el exterior– por su interpretación sobre la historia del país. Pero fue durante el segundo mandato que Abe fue cristalizando esta visión y consolidó un perfil internacional notable –algo poco frecuente entre los líderes nipones–. En el ámbito de la seguridad, los gobiernos de Abe implementaron algunos de los cambios más significativos de los últimos 70 años. Se aumentó el presupuesto de defensa y se consolidaron las estrategias del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (o Quad) y del Indo-Pacífico Libre y Abierto (FOIP, según las siglas en inglés), con las que Japón ha buscado profundizar sus alianzas con EE.UU. –incluso durante la era Trump–, Australia e India ante una China cada vez más asertiva.

Uno de los principales objetivos de los conservadores japoneses y que Abe hizo suyo es la revisión del artículo 9 de la Constitución, una cláusula pacifista que limita a la autodefensa el rango de actuación de las fuerzas armadas japonesas. A pesar de que Abe habría preferido deshacerse plenamente, esto no ha sido posible debido a las amplias mayorías que se necesitan y el apoyo que el pacifismo constitucional todavía tiene entre los japoneses. Sin embargo, se han dado pasos importantes en la dirección que el primer ministro quería, especialmente con la reinterpretación de 2015 que hace posible que las Fuerzas de Autodefensa (FAD) puedan actuar fuera de Japón en pro de la autodefensa colectiva. Es decir, para defender a un aliado en caso de ser atacado. Con estos cambios o reinterpretaciones de la Constitución, Abe buscaba legitimar y dar un apoyo legal a unas FAD más activas y fuertes.

Por otro lado, entre los desaciertos más notables de la política exterior de Abe destacan los numerosos episodios de tensión con Corea del Sur y China, con algunos episodios especialmente controvertidos como las visitas del primer ministro en el Santuario de Yasukuni y el fracaso de las negociaciones con Rusia para resolver los conflictos territoriales pendientes.

El asesinato de Abe se produce en el contexto de unas elecciones en la cámara alta que seguramente irán bien para el PLD y que, en este sentido, serán poco trascendentes. Su legado político sigue muy presente en las políticas del gobierno actual. Ahora bien, el ex primer ministro era también el líder de la principal facción del partido que ha dominado la política japonesa desde 1955 y su desaparición repentina deja un gran vacío. Todavía es muy pronto para decir qué implicaciones puede tener esto a largo plazo y habrá que estar atento a la emergencia de nuevos perfiles y nuevos liderazgos.

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