Sri Lanka, un país en crisis y un líder marxista como solución
Las victorias contundentes del líder Anura Kumara Dissanayake transportan al país a una nueva era política
BarcelonaEl marxismo ha tomado el poder absoluto en Sri Lanka: en cuestión de días y de forma democrática, después de haber arrasado en las elecciones legislativas consiguiendo dos tercios del parlamento. El primer paso fue la victoria del candidato de tendencia marxista Anura Kumara Dissanayake (se da a conocer por las iniciales: AKD) en las elecciones presidenciales el 21 de septiembre, cuando logró el 42% de los votos derrotando a la vieja élite política. El cambio es contundente: en las anteriores presidenciales, en 2019, AKD apenas logró el 3% de los votos. La candidatura que ha encabezado responde a una coalición de diversas organizaciones progresistas bajo el nombre de Poder Popular Nacional (PPN). Sin embargo, su partido es el Frente de Liberación Popular, un grupo político marxista-leninista que fracasó en dos levantamientos armados (1971 y 1987). Posteriormente, el partido moderó su praxis y se incorporó al sistema parlamentario en una estrategia que acabó dando sus frutos.
La segunda parte del éxito de AKD, que tiene 55 años, tuvo lugar el 14 de noviembre con la celebración de elecciones legislativas anticipadas por él mismo. El político marxista tenía un plan: quería aprovechar los buenos resultados de septiembre para aumentar los marginales tres diputados que hasta entonces tenía el PPN en la Asamblea. La ciudadanía de Sri Lanka respondió a la llamada: los comicios dieron al PPN una mayoría de 159 diputados sobre 225, un 60% de los votos, convirtiéndose en la mayor victoria electoral de Sri Lanka desde 1977.
El triunfo contundente de AKD se explica sobre todo por un factor clave: el malestar de la población singalesa. Buena parte de la ciudadanía ansiaba un cambio, después de unas históricas protestas en el 2022 que provocaron que el entonces presidente, Gotabaya Rajapaksa, huyera. La corrupción reinaba en un país dominado en los últimos veinte años por la dinastía familiar Rajapaksa, perteneciente a la oligarquía terrateniente, y la situación estalló tras contraer una deuda con el Fondo Monetario Internacional de 1.000 millones de dólares, con una consiguiente subida de impuestos, la inflación disparada y la carestía de productos básicos, un escenario que aconteció en la peor crisis desde la independencia de la isla en 1948. Joshua Kurlantzick, experto en el sudeste asiático y miembro del Council on Foreign Relations, explica al ARA que “existía un enfado generalizado con los partidos que han gobernado la nación, y esto abrió la puerta que un nuevo partido obtuviera grandes éxitos y cambiara drásticamente el cálculo político”.
Pero, pese a la victoria, AKD no lo tendrá fácil. En los últimos años, la población que vive bajo el umbral de pobreza ha alcanzado casi el 30%, y todavía mucha gente vive fuera de un precario sistema de seguridad social. Amnistía Internacional, además, subraya que Sri Lanka mantiene grandes retos sociales respecto a la despenalización de la homosexualidad, el control del matrimonio infantil, legal a partir de los doce años y habitual entre la comunidad musulmana, o la plena integración de la minoría étnica tamil derrotada en una guerra civil de 26 años, la cual votó mayoritariamente al PPN. "Su programa político está concentrado en reducir la desigualdad, tratar los problemas de la deuda, combatir la corrupción y presentarse como una alternativa nueva y limpia", explica Kurlantzick.
El líder marxista ha formado ya un nuevo gobierno que destaca por la falta de experiencia política de sus miembros. Ahora bien, esta decisión es consiguiente a las promesas de AKD, puesto que el gabinete refleja la imagen de una nueva estaba lejos de las castas gobernantes y la corrupción. Ahora, AKD se ha quedado en dos ministerios fundamentales: el de Economía y el de Defensa.
No se espera, pues, que el nuevo presidente ejecute una política agresiva contra el capital y la economía de mercado de acuerdo con sus raíces marxistas. En otras palabras, estará obligado a mejorar el bienestar social sin cargarle más impuestos para pagar la deuda, situación en la que la privatización de empresas públicas es una de las opciones consideradas. "[El partido] ya no es comunista, sino que se ha convertido en un partido socialista-liberal de izquierdas", puntualiza Kurlantzick.
Mientras tanto, AKD deberá hacer frente a un contexto internacional cambiante, en el que podría dirigir sus alianzas hacia las nuevas economías emergentes, como la vecina y mayor socia comercial India, aunque con un movimiento marxista ahora gobernante no parece descartable un acercamiento a China, y aún más teniendo en cuenta que Sri Lanka forma parte del estratégico Collar de Perles de la Ruta Marítima de la Seda china.
La ciudadanía ha dado a este antiguo movimiento revolucionario un mandato rotundo. Y AKD deberá tener acierto para que los singaleses confíen en su proyecto a largo plazo, y no quede en una aparición fugaz y espontánea.