Xi Jinping impulsa una ola de purgas en el ejército chino
El presidente chino ha destinado muchos millones a las fuerzas armadas con el objetivo de renovarlas de cara a 2027
PekínXi Jinping ha destituido prácticamente una quinta parte de los generales que nombró desde su llegada al poder en el 2012. Las purgas continuadas en el ejército chino muestran el control férreo que el presidente ejerce sobre las fuerzas armadas, pero también despierta dudas sobre lo fuerte que es la lealtad a Xi y si lo hay.
En octubre pasado se anunció oficialmente la última depuración con la expulsión de nueve generales de alto rango, incluyendo He Weidong, el número dos en el escalafón de mando y estrecho colaborador de Xi. He Weidong, además, era miembro del politburó, el máximo órgano de dirección del Partido Comunista y del país. Pero a pesar de la alta graduación de los defenestrados, en su mayoría generales de tres estrellas, sólo son el último capítulo de un largo proceso. Anteriormente, incluso dos ministros de defensa -Wei Fenghe y Li Shangfu- ya fueron destituidos y detenidos.
Las purgas se inscriben en la campaña anticorrupción y oficialmente se deben a acusaciones de malversación de fondos, de aceptación de sobornos o de otros tipos de comportamientos corruptos. Las investigaciones por corrupción van acompañadas de directrices sobre el comportamiento "austero" que deben tener los militares.
La modernización y la renovación del Ejército de Liberación Popular (EAP) ha sido una de las prioridades del mandato de Xi Jinping. El objetivo de Xi es dotar al país de armamento líder y militares entrenados, en un proceso que debe culminar, según las previsiones, en el 2027, una fecha en la que, según muchos analistas, podría estar preparado para invadir Taiwán. (Hay que decir que hace años muchos analistas lo fijaban en el 2025). No debe sorprender, pues, que este año el presupuesto de defensa haya alcanzado los 250.000 millones de dólares, sólo superado por Estados Unidos a nivel global.
Para llevar a cabo esta modernización, Xi Jinping no ha dudado en liderarla y en ejercer el control total sobre el ejército. En este sentido, también asumió el cargo de presidente de la Comisión Militar Central (CMC), el organismo del Partido Comunista que controla las fuerzas armadas y que de facto asume la dirección militar. De esta forma Xi Jinping ha reunido el control político y militar del país en sus manos. Precisamente por ese control absoluto y por el nombramiento de personal de su confianza, sorprende que se sucedan las destituciones y las acusaciones de corrupción.
Ausencias notables
En la opaca política china se miran los detalles y se examinan las imágenes. El gran desfile militar con el que conmemoró el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia fue una oportunidad para ver quién participaba en este despliegue y qué altos cargos no estaban sin explicación, lo que se tradujo en varias destituciones. Por ejemplo, faltaba el general Li Yuchao. En 2015, participó en el desfile ante la formación de misiles y también estuvo presente en la ceremonia de 2009 para celebrar el 60 aniversario de la fundación de la República Popular. En 2022 le ascendieron a ninguna de la fuerza de misiles, que controla el arsenal nuclear y tiene uno de los presupuestos más altos. Pero en el 2023 él y otros siete cargos de esta división fueron acusados de corrupción y expulsados del ejército.
El proceso de depuración, sea militar o civil, siempre sigue el mismo esquema: primero el funcionario desaparece de la vida pública sin explicaciones y al cabo de varios meses se informa de que se le está investigando y finalmente sale la sentencia. En China las investigaciones terminan en condena el 99% de las veces, según las estadísticas judiciales.
Cuando llegó al poder en el 2012 Xi Jinping impulsó una campaña intensa para sanear las fuerzas armadas y limpiarlas de corrupción. El ejército no tenía muy buena fama debido a numerosos casos de enriquecimiento ilícito, compra de cargos dentro del escalafón o venta de matrículas de coche militares que daban impunidad a las carreteras. El ejército en China tenía mucho poder y una gran estructura que incluía empresas asociadas, e incluso universidades. Además era propietario de terrenos. En los primeros años de la apertura económica, los mandos del ejército pudieron realizar grandes desarrollos inmobiliarios y la corrupción estuvo presente en estas operaciones.
Problemas de corrupción
Diferentes analistas destacan dos etapas en la campaña anticorrupción que impulsó a Xi Jinping. En la primera, entre 2012 y 2022, Xi intentaba acabar con sus rivales y consolidar su poder absoluto. Lo logró gracias a un cambio constitucional que le permitió perpetuarse en el poder, sin límite de mandatos. A partir del 2022 la campaña anticorrupción sigue, pero los afectados pasan a ser personas que en teoría son leales al presidente. Xi demuestra que no le tiembla el pulso para apartar a dirigentes cercanos.
En el caso del ejército los problemas son de corrupción pura, es decir, personal que se enriquece con las posibilidades que le permite el cargo, por ejemplo, a través de las pujas para la compra de armamento. Pero también se investigan posibles infiltraciones de fuerzas externas y contactos con espías.
Las depuraciones continuas alertan de un riesgo de descontrol dentro del ejército, especialmente preocupante si afecta a armamento nuclear. También advierte del riesgo de que haya un enfrentamiento entre facciones. Si bien el Ejército de Liberación Popular tiene el mandato de proteger al Partido Comunista, hay facciones más nacionalistas que alientan a tener unas fuerzas armadas que protejan principalmente al país.