Análisis

Los talibanes consolidan su régimen después de tres años en el poder

Celebran su tercer aniversario en el poder en Afganistán

Los talibanes han celebrado este jueves los tres años en el poder con un desfile militar en Kandahar.
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BarcelonaLa participación en los Juegos Olímpicos de París de la deportista afgana Manizha Talash, que vive refugiada en Madrid, parece una simple anécdota, pero tiene más importancia de lo que parece. La joven, de 22 años, compitió la semana pasada en el concurso de break, es decir, lo que toda la vida se ha llamado breakdance y que este año se ha estrenado como una nueva disciplina en el programa olímpico. Y lo hizo vistiendo una especie de capa de color azul con un mensaje escrito con grandes letras blancas que decía: “Liberad las mujeres afganas”.

Lógicamente, la deportista fue descalificada de forma inmediata porque rompió las normas del Comité Olímpico Internacional de no mostrar mensajes políticos, pero logró que se recordara internacionalmente a las mujeres afganas, aunque fuera por unos segundos. Además, lo hizo con algo que los talibanes han prohibido a las mujeres: el deporte. Para los que consideran que el break es un baile y no un deporte, la reivindicación de Talash también tiene sentido. La música y el baile también están prohibidos en Afganistán desde que los talibanes regresaron al poder.

Manizha Talash con la capa reivindicativa que vistió durante su participación en los Juegos Olímpicos de París.

Precisamente este jueves hace tres años que los talibanes lograron el control del país y los occidentales evacuaron todas sus embajadas y huyeron en desbandada. El portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, juró y perjuró entonces en una rueda de prensa en Kabul ante decenas de periodistas extranjeros y locales que respetarían los derechos de las mujeres, según la ley islámica. Pero tres años después, ni casi quedan periodistas internacionales en Afganistán, y las mujeres afganas han perdido la mayoría de sus derechos. Han sido apartadas de casi todos los trabajos cualificados, y no pueden estudiar ni en la universidad ni en el instituto. Es el único país del mundo que pasa algo así. Las afganas también tienen prohibido cosas aparentemente tan banales, como ir a un parque público, o a un centro de estética o a una peluquería. Es el único país del mundo en el que ocurre algo así. Las afganas también tienen prohibidas cosas aparentemente tan banales como acudir a un parque público, un centro de estética o una peluquería.

Lo peor es que esta pesadilla parece que va para largo. En estos tres años los talibanes han conseguido consolidar su régimen, a pesar de que ningún país los ha reconocido como gobierno legítimo de Afganistán y Occidente mantiene un bloqueo financiero contra ellos. De hecho, ningún país occidental (excepto Japón) ha reabierto su embajada en Kabul, pero este vacío ha sido ocupado por otros países.

Nuevos aliados

China, por ejemplo, se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de los talibanes. El año pasado firmó un acuerdo con ellos para realizar prospecciones en el norte de Afganistán para la extracción de gas. También les ofreció invertir hasta diez mil millones de dólares en el país para construir carreteras y presas hidroeléctricas, a cambio de también poder extraer litio, tan necesario para las baterías de los vehículos eléctricos. Y hace tan solo tres semanas, el pasado 24 de julio, diplomáticos y empresarios chinos participaron en una ceremonia a unos 40 kilómetros al sureste de Kabul para inaugurar las obras de construcción de una carretera hasta la mina de Mes Aynak, que en teoría contiene las segundas reservas de cobre más importante del mundo y de la que China también aspira a obtener beneficios.

Rusia también flirtea con los talibanes. Por ejemplo, el pasado junio los invitó al Fórum Económico Internacional en San Petersburgo, que reúne cada año a empresarios de decenas países. E Irán mantiene relaciones diplomáticas y comerciales abiertas, a pesar de que sobre el papel el régimen de los ayatolás y el de los talibanes no tienen nada que ver: unos son chiíes y los otros suníes. Pero todo sea por fastidiar a Estados Unidos y evitar problemas en la frontera que comparte con Afganistán.

Los talibanes han exhibido este jueves todos los vehículos militares y armas que Estados Unidos dio al ejército afgano y que ellos se han quedado.

Por ejemplo, Irán estaría dispuesto a invertir en lo que se conoce como el Nuevo Kabul, una macro urbe que se ha empezado a construir a unos diez kilómetros al este de la capital afgana para disminuir su población. El proyecto lo ideó el anterior gobierno afgano, pero nunca se llevó a cabo a causa de los ataques de los talibanes. Ahora, en cambio, ellos garantizan la seguridad. Otros países, como Turquía, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar también estarían interesados en participar en el proyecto.

Qatar, por cierto, siempre ha hecho buenas migas con los talibanes, a pesar de su alianza con Occidente. Durante años aceptó que tuvieran una oficina diplomática en su capital, Doha. Y pocas semanas después de que los talibanes llegaran al poder en Kabul en 2021, personal de Qatar se hizo cargo de la gestión del aeropuerto de la ciudad.

Sin relación con las embajadas

En resumidas cuentas, los talibanes se sienten en la actualidad con suficiente apoyo. Prueba de ello es que el pasado 30 de julio anunciaron que cortan relaciones con las embajadas afganas de 14 países que continuaban gestionadas por el gobierno anterior. O sea, ahora quien quiera un visado o algún otro tipo de documentación oficial tendrán que tratar directamente con ellos. Aunque suene raro, la mayoría de las legaciones diplomáticas de Afganistán seguían en manos de la anterior administración y no de los talibanes.

Es evidente que el intento de la comunidad internacional de estrangular a los talibanes financieramente no ha dado resultado porque siempre hay alguien dispuesto a hacer negocio. Por tanto, habrá que buscar otra estrategia para evitar que su régimen siga ganando fuerza y conseguir lo que Manizha Talash reivindica: liberar a las mujeres afganas.

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