El bar donde empezó el orgullo LGTBIQ++

El Día del Orgullo se celebra en honor a una noche en un local de Nueva York que lo cambió todo

Mar Bermúdez i Jiménez
4 min
Stonewall Inn, un bar situado a los números 51 y 53 de la calle Christoper, al barrio de Greenwich Village en Nueva York

BarcelonaSimone de Beauvoir escribía en su ensayo El segundo sexo en 1949 que "lo ideal sería ser capaz de querer a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin miedo, inhibición u obligación". Como revolucionaria de su tiempo, De Beavoir apuntaba a una libertad sexual que todavía hoy en día es utópica. Ser homosexual se considera un crimen en 69 países del mundo, y al menos 34 de ellos son miembros de las Naciones Unidas, según datos de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA). El día en que, por excelencia, se reivindica el derecho a querer libremente en todo el mundo es el 28 de junio: el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+. La fecha responde a la primera vez en la que jóvenes del colectivo, hartos de ser perseguidos por ser quiénes eran, decidieron no bajar la cabeza ante la represión, y lo que podía haber sido una acción policial rutinaria en un pequeño bar de Nueva York en 1969 se convirtió en el inicio del movimiento por los derechos LGTBIQ+.

Ser homosexual en los Estados Unidos durante los años 50 no solo era un acto criminal que podía implicar prisión, tratamientos psicológicos o electroshocks, sino que, además, se publicaban los nombres y direcciones de los detenidos por ser homosexuales para fomentar el linchamiento social. Los homosexuales que no renunciaban a su identidad vivían en la clandestinidad. En este contexto es cuando abre Stonewall Inn, un bar en Christopher Street, a Greenwich, un barrio de la gran ciudad de Nueva York. El establecimiento, lugar de encuentro y de libertad para los que ya no tenían nada que perder, era de los pocos que permitía la entrada a los miembros del colectivo LGTBIQ+. En el resto se les negaba el acceso amparándose en una "ley contra la conducta escandalosa", una interpretación de la ley que podía llevar al cierre de un bar por servir alcohol a homosexuales porque lo convertía en un lugar de “desorden público”.

En este contexto, y siguiendo una estrategia parecida a la de Martin Luther King con el movimiento Sit Ins –en el que los afroamericanos se sentaban en locales para blancos y obligaban a la policía a echarlos–, una asociación en defensa de los derechos LGTBIQ+ organizó los Sip Ins. Consistían en convocar a la prensa para que fuera testigo del momento en el que al entrar en un bar y expresar que eran gays los camareros se negaban a atenderlos. La intención era poner una demanda contra el local y así establecer precedentes legales contra la discriminación por orientación sexual. Pero la estrategia no tuvo mucho éxito.

Las batidas policiales en los locales de Christopher Street eran habituales. La mafia se coordinaba con la policía para pactar un número de detenciones por noche y unos días de no-intervención para permitir el beneficio económico del sector. Generalmente, era tan conocida y aceptada la represión, que los detenidos no oponían resistencia. O así había sido hasta la noche del 27 de junio de 1969. En esa ocasión, seis policías, incluidos los dos que dirigían la división de moral pública y policías infiltrados, entraron dispuestos a hacer las detenciones de la noche, pero cuando hicieron salir a todo el mundo del bar nadie subió a los furgones policiales.

La historia dice que una mujer fue la primera en darle un puñetazo a un policía y encendió el fuego de la protesta. La gente pasó de tirar monedas a los agentes a empezar a coger piedras o botellas. Los policías quedaron encerrados en el interior del bar mientras afuera la rabia acumulada se liberaba con los lanzamientos e intentando quemar el establecimiento con los policías adentro o pinchando las ruedas de los vehículos. La revuelta duró toda la noche. Al menos un agente resultó herido y 13 manifestantes fueron detenidos.

"Somos extraños, acostumbraos"

La voz de lo que había pasado en Stonewall corrió rápidamente y la noche siguiente miles de personas volvieron a la calle Christopher Street para enfrentarse de nuevo con la policía, que esta vez se presentó preparada y cargada con gases lacrimógenos. Pero los heridos y el enfrentamiento todavía fortalecían más las convicciones y la movilización del colectivo, que mantuvo la protesta durante seis noches. A partir de aquí, surgieron nuevos movimientos y acciones para exigir derechos y justicia. Por el aniversario de las protestas de Stonewall, un año después, se organizó una manifestación masiva en defensa de la libertad que empezó con un centenar de personas. El mensaje central era: “Estamos aquí. Somos extraños, acostumbraos”. Fue la primera de las que vendrían los años siguientes, cada 28 de junio. 

El bar Stonewall Inn original ya no existe, lo cerraron poco después de los hechos. Ahora hay un bar con el mismo nombre abierto cerca de donde estaba el primero, pero su recuerdo perdura. Entre los muchos protagonistas de aquella noche estaba Sylvia Rivera, que se convertiría en una de las activistas más reconocidas del colectivo trans, y Marty Robinson, que se convirtió posteriormente en el líder de la primera organización por los derechos del colectivo, el Frente por la Liberación Gay.

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