MadridEl centro de prensa de la cumbre de la OTAN parece diseñado para los amantes de series como Borgen o Parliament. En un momento determinado puedes encontrarte a la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, haciendo una entrevista de pie en medio de una muchedumbre de periodistas y algo más allá a un militar de alta graduación lituano, con el pecho decorado con múltiples medallas, atendiendo a un medio de aquel país. Baerbock, que es de los Verdes, es una Birgitte Nyborg en potencia. Una política moderna que entiende la importancia de la comunicación. En este punto es inevitable pensar en alguien como Margarita Robles...
Entre la tribu de periodistas destacan especialmente los ucranianos, que lucen camisetas o símbolos con los colores azul y amarillo para ser rápidamente identificables. Todos parecen muy conscientes de que Ucrania se juega su futuro tanto en las trincheras como en los despachos internacionales y ellos están allí para informar a sus ciudadanos de que el mundo, al menos el occidental, está con ellos. A grandes rasgos, en esta cumbre hay dos clases de periodistas: los jóvenes que intentan hacer méritos y los veteranos de mil cumbres y mil crisis que lo miran con una cierta condescendencia.
A nuestro lado se sienta Reiner Wandler, corresponsal en Madrid de Die Tageszeitung, conocido como Taz, un diario de izquierdas de Berlín que todavía funciona como una cooperativa. "¿Sois del ARA? Pues yo lo leo bastante para saber cosas de Catalunya", nos dice ante nuestra sorpresa. También nos explica el secreto que explica que su diario no haya sido comprado por un magnate. "Cuando cayó el Muro de Berlín, nuestro edificio se revalorizó y de repente éramos ricos", afirma riendo.
El escudo al revés
Uno de los objetivos de la cumbre para España es causar buena impresión y las instalaciones de Ifema son ciertamente impresionantes, pero, como en todo, hay un agujero negro inexplicable: la mala calidad de la comida. Bocadillos de tortilla de patatas a 7 euros y un menú de factura lamentable a más de 20. Los periodistas indígenas, acostumbrados a un menú de 4,5 euros en el Congreso de Diputados, se indignan.
Quizás por eso, para muchos la noticia del día es que Sánchez ha hablado con una banderita que tenía el escudo al revés. La OTAN rectifica el error y pide disculpas. 50 millones invertidos en la mayor operación de imagen española de los últimos años y la noticia es la banderita. En la Moncloa alguien debía de estar a punto de cortarse las venas. Y encima el wifi se corta cada dos por tres.