El debate, un punto de inflexión en la campaña

Muchos votantes sintonizan por primera vez con la campaña a través de la cita televisiva

WashingtonEl último debate electoral que los estadounidenses vieron en las pantallas de su casa acabó con un terremoto dentro del Partido Demócrata que supuso la retirada de Joe Biden de la carrera electoral y el relevo de Kamala Harris. Con este precedente, el primer cara a cara entre Harris y Donald Trump también se vive como un punto de inflexión a menos de dos meses de las elecciones. Aunque la cita es una de las más excepcionales de un turbulento verano marcado por la renuncia a última hora de Biden y el tiroteo contra Trump, los debates han sido siempre clave en la campaña.

"Históricamente, la importancia de los debates ha variado mucho de una elección a otra, y generalmente se hacen importantes debido a algo que ha pasado. En este caso, estamos ante una campaña única con todo lo que ha pasado en verano y se trata de un debate clave para Harris, más que para Trump", explica al ARA el profesor de ciencia política de la Universidad de Delaware especializado en psicología política David Redlawsk.

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Cuando hace un mes preguntábamos en Redlawsk sobre cómo debía interpretarse la euforia demócrata, el profesor apuntaba a que muchos electores aún no meditaban su voto para el 5 de noviembre. Ahora la cosa ha cambiado: "Ahora es el momento en que la mayoría de la población comienza a sintonizar con la campaña. Históricamente, siempre hemos considerado el Día del Trabajo (en Estados Unidos, el primer lunes de septiembre) como la fecha que define el inicio real de la campaña. Y ese debate coincide exactamente en el momento adecuado para que Harris se defina con estos votantes".

El peso de los debates electorales recae en que es la primera vez para muchos votantes que pueden escuchar y comparar las propuestas de ambos candidatos. Aunque la historia reciente, y no tan reciente, también ha mostrado cómo la imagen que se transmite y los gestos pueden ser tanto o más decisivos que los argumentos que se exponen. Es lo que le ocurrió a Biden en junio y también el que sufrió Richard Nixon ante John F. Kennedy en el histórico debate de 1960, el primero que fue televisado.

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El mito de un debate Nixon-Kennedy decisivo

El mito dice que la victoria de un bronceado Kennedy de 43 años frente a un Nixon sudado y con un aspecto mucho más envejecido, pese a tener 47 años, fue determinado para que después el demócrata ganara las elecciones. Uno de los datos más citados sobre este debate es el que comparaba las impresiones de la audiencia televisiva y la radiofónica. De todos los sondeos, lo único que realizó la comparación fue el realizado por la empresa Sindlinger and Company con una muestra de 2.138 personas. A la pregunta de quién ganó el debate, el 48,7% del público radiofónico decía que Nixon y sólo el 21% se decantó por Kennedy. Entre los espectadores, Kennedy sí salía ganador, pero con un margen de 30,2% frente al 28,6%. Una diferencia bastante estrecha para que sostenga todo el peso de la victoria de Kennedy en unas elecciones muy disputadas ese año. "Sería una exageración decir que un solo debate puede definir unas elecciones", apunta el profesor Redlawsk.

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Salir victorioso de un debate televisivo, de hecho, no siempre ha sido sinónimo de ganar las elecciones. El candidato republicano Mitt Romney puede dar fe: en el 2012 fue capaz de imponer una dolorosa derrota a un Barack Obama que no supo hacer gala de su carisma. Pese a ser un gran orador que es capaz de cautivar a cualquier estadio, Obama detestaba los debates televisivos y eso se notó durante esa cita. En ese primer asalto, el demócrata no estuvo preparado para el cambio de tono de Romney durante el duelo, que pasó de ser un gobernador marcadamente conservador a mostrarse como moderado que podía resultar más atractivo para los votantes de los estados bisagra.

La actuación de Obama en ese plató de Denver le costó duras críticas entre los suyos, que no se silenciaron hasta que se enfrentó otra vez al republicano y le derrotó. Ese bache en la carrera presidencial no impidió que al final Obama reeditara un segundo mandato. Durante la convención demócrata de Chicago, Michelle Obama avisó a las bases de que toda la euforia que se estaba acumulando no podía irse al traste ante el primer error de Harris.

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Harris no tendría tiempo para reponerse

"Creo que ahora ya no hay tiempo suficiente en esta campaña para que se repita un escenario como el de Obama y Romney en el 2012. Principalmente, porque, a diferencia de Obama, Harris podría no tener otra oportunidad. Con Obama, hay había tres debates previstos y el primero fue un toque de atención, pero no marcó toda la diferencia. Aquí creo que la presión es sobre Harris y el debate es más determinante", señala Redlawsk.

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Este foco sobre la candidata demócrata hace que sea inevitable preguntarse cuál puede ser la reacción del partido –especialmente después de la crisis que se generó con Biden en junio– si al final no realiza una buena actuación contra Trump. "No hay más margen para el pánico para el partido. Si por alguna razón ella no lo hace bien, no tienen ninguna alternativa en este momento. Tienen que redoblar sus esfuerzos. Tienen que trabajar especialmente con los grupos a los que ella atrae y trabajar intensamente para movilizar el voto Aunque, realmente, deberían hacerlo independientemente de cómo le vaya esta noche", expone Redlawsk.