Jeffrey Epstein con Ghislaine Maxwell.
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Donald Trump ha alimentado las teorías conspirativas en beneficio propio desde el inicio de su carrera política. Primero, como candidato republicano, cuestionó la nacionalidad del entonces presidente Barack Obama y, años más tarde, abrazó delirios como QAnon —una supuesta cábala pedófila satánica— para cautivar y fidelizar una base de seguidores entregada. Esta estrategia se le ha vuelto ahora en contra y estos calurosos días de verano se han vuelto un infierno, hasta el punto de que se ha visto obligado a ordenar a su fiscal general divulgar los testigos del gran jurado que acusó formalmente a Jeffrey Epstein.

"¿La gente todavía habla de este hombre? ¿Esta guindilla rara? ¿Es increíble", espetó Donald Trump a un periodista el 8 de julio, al día siguiente que el departamento de Justicia y el FBI hicieran públicas sus conclusiones sobre el caso de Jeffrey Epstein, linfame financiero condenado por tráfico sexual y abuso de menores. Según el informe, no hay pruebas de que Epstein mantuviera una lista de clientes y se reitera -como ya se concluyó durante el primer mandato de Trump- de que su muerte en prisión en agosto del 2019 fue un suicidio. La frase de Trump, dicha con evidente exasperación, encendió una revuelta entre sus bases que hace días que no puede controlar y que, de hecho, se ha avivado cada vez que ha intentado sofocarla.

La mayoría de estadounidenses recibieron la noticia con cierta indiferencia. Epstein es pasado: murió en el 2019 y el caso se dio por cerrado tres años más tarde con la sentencia condenatoria de la heredera de la alta sociedad británica, Ghislaine Maxwell, mano derecha y expareja del financiero, que captaba y facilitaba a menores para sus abusos. Pero para el universo MAGA –la sigla de Make America Great Again, el lema electoral de Trump convertido en un movimiento ultraconservador– ha supuesto un auténtico terremoto. Durante años, voces prominentes de la órbita de Trump, como JD Vance y Kash Patel, actual director del FBI, fomentaron la narrativa de que había una lista de clientes de Epstein con nombres poderosos, entre ellos el expresidente Bill Clinton. Ahora la sospecha de que su propia administración estaría escondiendo detalles de los crímenes de Epstein para proteger a la élite rica con la que se relacionaba —Trump incluido— ha hecho que una parte de sus seguidores más fervientes y algunos de los influencers MAGA más destacados hayan expresado abiertamente la rabia y amenazan con retirarle el apoyo. Hillary Clinton hasta el ex director del FBI James Comey. Pero el pasado miércoles, viendo que no funcionaba y contradiciendo las declaraciones de su fiscal, Pam Bondi, atacó a sus propios seguidores en la red Truth Social, llamándoles "débiles" y "crédulos" para creerse las teócratas fraude, reciclando viejas tácticas. ¿Esta revuelta puede acabar consumiendo Trump o su presidencia? De ninguna manera: este hombre parece tener más vidas que un gato. personajes oscuros.

La "lista de clientes" a la que se refieren las teorías conspirativas tiene su origen en los documentos judiciales sobre Epstein: un conjunto de archivos y testigos que revelan la red del financiero para reclutar y abusar de menores, presuntamente con la complicidad de amigos y socios. publicación completa de estos archivos, conscientes de que sus bases no aceptarán que el tema quede en el olvido.

Trump ha acabado cediendo y haciendo pública una parte de este material, pero el gesto difícilmente calmará a los seguidores más conspiranoicos, convencidos de que existe una manipulación para proteger a los poderosos implicados. Ahora mismo, Trump está atrapado en un conflicto que él mismo ha atizado. Estas teorías le han servido para fortalecer su poder, imponiendo una mano de hierro no sólo sobre el movimiento MAGA, sino también sobre el Partido Republicano, pese a las resistencias iniciales.

Pero el fantasma de Epstein le persigue estos días de manera implacable y eclipsa a los que él considera los grandes éxitos de su segundo mandato, aún muy temprano: desde el bombardeo a las instalaciones nucleares de Irán a la reducción drástica de la entrada de inmigrantes en situación irregular y la controvertida ley firmada el 4 de julio, conocida como la Big, Beautiful Bill, que recorta programas sociales destinados a los más vulnerables e incrementa sustancialmente los presupuestos de defensa y seguridad migratoria.

Tarde o temprano, Trump probablemente conseguirá desviar la atención y enterrar el tema, pero seguirá siendo un obstáculo que pondrá a prueba la lealtad de sus seguidores y puede complicarle el camino de cara a las elecciones legislativas del próximo año.

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