Estados Unidos

JD Vance, el provocador antiucraniano que tenía ganas de bronca

El vicepresidente, que parecía condenado a la irrelevancia, ha logrado marcar perfil con su posicionamiento euroescéptico

WashingtonPara parar una trampa hace falta un señuelo, un estímulo que haga que la presa salte encima. A veces es un elemento agradable lo que provoca que se caiga de cuatro patas, en otras ocasiones son los perros de caza los que le empujan hasta una zona abierta donde queda a tiro. El vicepresidente JD Vance fue el provocador que empujó al ucraniano Volodímir Zelenski para dejarle a punto de tiro de Donald Trump en la catastrófica reunión en el Despacho Oval. A Vance no le costó abrazar su rol como perro de presa dado su posicionamiento contrario a la OTAN y en Ucrania. El segundo del presidente, que parecía condenado a la irrelevancia bajo la sombra de Elon Musk, encontró cómo asegurar una posición destacada en la nueva administración.

Desde que Trump tomó posesión el pasado 20 de enero que el nuevo vicepresidente –uno de los más jóvenes en la historia de EEUU, con 39 años– había quedado relegado a un papel secundario. Especialmente después de que Musk acaparara todo el foco con sus recortes y llegara a hacer una declaración conjunta con Trump desde el Despacho Oval. La estancia en la Casa Blanca tampoco empezaba con muy buen pie cuando su jefe dijo en una entrevista en la cadena Fox que no le veía como su sucesor en las próximas elecciones. "¿Ve al vicepresidente JD Vance como su sucesor, el candidato republicano en el 2028?", preguntaba el periodista Bret Baier, y Trump respondía: "No. Pero es muy capaz". El no era lapidario y el mandato no hacía más que arrancar.

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La entrevista en la Fox se emitió el 10 de febrero, tres días antes de que Vance asistiera a la Cumbre de Múnic y se convirtiera en un agitador diplomático anunciando a los viejos socios de Washington que ahora "hay un nuevo sheriff" en la capital. El abucheo, monumental, dejó a Europa descolocada ante los ataques a diestro y siniestro. "Si está huyendo con miedo a sus propios votantes no hay nada que América pueda hacer por vosotros", decía Vance, haciendo constatar su euroescepticismo y acusando a la Unión Europea de "antidemocrática" y de "pisar" la libertad de expresión. El oficial montaba una escena sin precedentes para que el sheriff le sintiera y viera de qué es capaz.

Vance buscaba bronca en Múnic, espoleaba a los socios pinchándolos para ver en qué momento saltarían. Pero no cayeron en la trampa. En ese momento, Kaja Kallas, la jefa de la política exterior de la Unión Europea, dijo: "Escuchando ese discurso... intentan buscar conflicto con nosotros y nosotros no queremos pelearnos con nuestros amigos".

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Un Zelenski agotado por la guerra y el acercamiento de Washington a Moscú no pudo superar todas las trampas que Vance le fue parando a lo largo del encuentro, que duró 50 minutos. Una reunión que, tras acorralar al ucraniano en directo, finalizó con un "esto es televisión de la buena" por parte de Trump. El perro de presa había cumplido la función y el presidente ya tenía un argumento más con el que justificar su distanciamiento con Ucrania. La suspensión de la ayuda militar y el corte en el suministro de inteligencia, pese a ser medidas de castigo, ya no cogían a nadie desprevenido.

La línea estaba cruzada y la abucheada en el Despacho Oval se convertía en un punto de inflexión para Vance, que conseguía recuperar posiciones dentro de la corte del presidente. No podía decir lo mismo el secretario de Estado, Marco Rubio, que estaba hundido en el sofá y miraba a la nada mientras se producía el esperpento. El martes ya se llevó un dardo de Trump durante su discurso ante el Congreso: "Ahora ya sabemos a quién culpar si algo sale mal".

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El candidato más contrario a Ucrania

Cuando Trump fichó a Vance como vicepresidente para las elecciones, el partido republicano se encargó de remarcar su perfil de clase trabajadora para recolectar votos en el cinturón industrial del Midwest. El foco en su historia convertida en bestseller (Hillbilly Elegy) y sus vínculos con las élites de Silicon Valley dejaron en un segundo plano el hecho de que el republicano había elegido al perfil más anti-OTAN y anti-Ucrania posible.

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"Se rendirá ante Rusia y sacrificará la libertad de nuestros aliados en Ucrania", advirtió en su día la excongresista republicana Liz Cheney, una de las pocas voces críticas que quedaban dentro del nuevo partido republicano reconvertido en el partido de Trump. Durante la carrera electoral, el magnate la atacó diciendo que no sería tan valiente en sus posicionamientos sobre la política exterior si tuviera ante sí rifles que le apuntaran.

Después de que Rusia invadiera Ucrania y empezaran a hacerse públicas las imágenes de las masacres perpetradas por los soldados de Putin, Vance dijo en el podcast de Steve Bannon: "No me importa lo que le pase a Ucrania". Como senador por Ohio, Vance fue uno de los muchos republicanos que se sumó al boicot que instigó a Trump contra los paquetes de ayuda para Ucrania.

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En publicaciones en las redes y entrevistas, no sólo se había mostrado totalmente contrario a Ucrania, sino que también se había quejado de que Estados Unidos ayudase a Europa y repetía algunos de los mensajes clave del Kremlin. En septiembre del año pasado, Vance defendió que Estados Unidos debería replantear su apoyo a la OTAN si la Unión Europea adoptaba regulaciones sobre las redes sociales, como la plataforma X de Musk.

"Lo que Estados Unidos debería decir es, si la OTAN quiere que sigamos apoyándoles y la OTAN quiere que sigamos siendo un buen participante en esta alianza militar, ¿por qué no respetan los valores americanos y respetan la libertad de expresión?", dijo en el podcast Shawn Ryan Show, en referencia a los esfuerzos regulando los esfuerzos. Vance llegó a Trump de la mano de Peter Thiel, el cofundador de Paypal, que es quien ha impulsado el giro en la extrema derecha de Silicon Valley.