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Trump regaña a Zelenski en directo y le acusa de jugar con la Tercera Guerra Mundial

El presidente estadounidense sigue sin comprometerse en firme a garantizar la seguridad de Kiiv

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WashingtonLas caras largas del recibimiento anticipaban un encuentro frío y distante, pero no que las negociaciones acabarían saltando por los aires. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha entrado este viernes en la Casa Blanca para firmar un acuerdo para que Estados Unidos pudiera explotar minerales a cambio de mantener su apoyo militar y ha salido abucheado y amenazado. Nunca un aliado (ni un rival) invitado al Despacho Oval había recibido ese trato. Donald Tump ha dicho que el presidente ucraniano no "está preparado" por la paz y ha enviado a un senador republicano a pedir que dimita. Zelenski ha abandonado la Casa Blanca sin dar la rueda de prensa prevista al término del encuentro.

La reunión ha salido de madre después de media hora de conversación ante los periodistas. Olvidando todo protocolo, Trump y el vicepresidente Vance han flagelado a Zelenski por no haberse mostrado lo suficientemente agradecido por el apoyo militar que le dan Estados Unidos ante la invasión rusa. Trump le ha amenazado: no está ganando la guerra, depende de la ayuda exterior y no está en posición de dictar las condiciones de la negociación. Le han abucheado y, señalándolo con el dedo, le han dicho que si no acepta un acuerdo lo abandonarán. Zelenski se ha ido solo del Ala Oeste y después Trump ha dicho en sus redes sociales que "no está preparado para la paz" y le ha acusado de "faltar el respeto" a Estados Unidos: "puede volver [a la Casa Blanca] cuando esté preparado para la paz".

Un desastre diplomático en directo y un desprecio abierto contra el presidente de un país invadido que estaba dispuesto a vender sus riquezas naturales a cambio de mantener la ayuda: "O aceptas el acuerdo o nos retiramos, y si nos retiramos tendrás que seguir luchando, y no creo que sea bonito".

El presidente ucraniano se ha levantado de una mesa en la que nunca se le ha ofrecido una silla ni se la ha querido. El propio Trump lo hacía explícito la semana pasada diciendo que su presencia no era necesaria, mientras la delegación estadounidense decidía el futuro del país en guerra con Rusia. Zelenski ha respondido a Trump con otro post en X: "Gracias, Estados Unidos, gracias por su apoyo, gracias por esta visita. Gracias, presidente, al Congreso y al pueblo estadounidense. Ucrania necesita una paz justa y duradera, y estamos trabajando precisamente para conseguirla".

La sala donde Trump y Zelenski debían haber firmado el acuerdo sobre los minerales ucranianos, vacía.

La salida de Zelenski de la Casa Blanca es la estocada final a las deterioradas relaciones entre Washington y Kiiv, dejando a Europa en una posición mucho más complicada en medio del conflicto. El domingo se espera que Zelenski participe en la reunión que ha convocado al primer ministro británico, Keir Starmer, en Londres. Mientras, en Moscú sonríen con las imágenes de un Zelenski impotente en territorio hostil mientras Trump se inflaba espoleado por la agresividad de los suyos, que jugaban con la ventaja del idioma y del estar dentro de su terreno. Kirill Dmitriev, consejero de Putin, calificaba de "histórico" –en X– el momento vivido en la Casa Blanca.

"Sin nosotros no tienes cartas"

Minutos antes de la ruptura, Trump le había dicho a Zelenski, en el Despacho Oval, que debía ser "agradecido" y le acusaba de estar jugando con la Tercera Guerra Mundial. "No estás ganando esto [la guerra] –le ha dicho Trump subiendo el tono de voz–. Sin nosotros no tienes cartas", le espetó. Todo empezó cuando el vicepresidente JD Vance se lanzó contra el ucraniano y le dijo que era irrespetuoso. La embajadora ucraniana, Oksana Markarova, que también estaba en el Despacho Oval, se tapaba la cara con las manos. Al terminar la conversación, Trump ha hecho befa y ha dicho: "Ya hemos visto lo suficiente. Será un buen contenido televisivo".

Lo que Zelenski ha querido desde el principio es obtener garantías de seguridad por parte de Washington para comprometerse con un alto el fuego, pero Trump ya le ha dejado claro que esto "no me preocupa ahora". Sobre la mesa, Estados Unidos ya ha aceptado de facto las demandas de Moscú: que Ucrania no pueda recuperar las fronteras previas a 2014, que renuncie a la OTAN y que el país tenga que ir a elecciones. Todo son demandas que Moscú lleva reclamando desde hace tiempo.

Han pasado diecisiete días desde que el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, se plantó en Kiiv con un borrador para el acuerdo sobre las tierras raras ucranianas; diecisiete días en los que Zelenski y Europa han intentado que Washington se comprometiera a garantizar la seguridad de Ucrania, pero el texto sigue sin explicitarlo.

Ni las visitas de Macron, el pasado lunes, ni de Keir Starmer, este jueves, han logrado un compromiso más allá de vaguedades. Y sin salvaguardias, Zelenski y sus aliados europeos saben que no es posible una paz duradera, porque desde el 2014 Rusia no ha parado de agredir a Ucrania y tragarse trozos de su territorio.

Zelenski no ha podido defenderse en un dos contra uno, en un idioma que no domina, y Trump parecía estar en un debate electoral televisado, aleccionándole, señalándole con el dedo y dictando el futuro de su país. El presidente ucraniano se ha ido por la puerta pequeña, aunque no le podrán reprochar haber callado ni haber enjabonado al republicano. Se ha marchado con las manos vacías de la Casa Blanca habiendo sufrido su propio Chernobyl diplomático. Y Europa ve ahora más claro que necesita acelerar el giro para poner en marcha mecanismos para garantizar su propia seguridad.

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