Todo temiendo la victoria del enemigo interior

WashingtonEl día de las elecciones ha dejado de ser la fiesta de la democracia para convertirse en la zona cero de todos los miedos. Miedo a que alguien haga una locura, miedo a que gane Trump, que gane Harris o que el país cambie para siempre. El miedo es una condición diaria de la vida americana desde el 11 de septiembre de 2001, pero, poco a poco, el enemigo exterior se ha ido convirtiendo en enemigo interior, y, encima, desde 2016, general Trump ha dado la orden de no hacer prisioneros.

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Miren, si no. Me acerco a una voluntaria de Harris, sentada en una silla de camping, de éstas con agujero en el brazo para poner el vaso. Está a unos reglamentarios diez metros de la puerta de un colegio electoral instalado en una parroquia de la iglesia episcopal de la avenida Massachusetts de Washington. Reparte hojas con instrucciones y papeletas rellenadas. El distrito es tan abrumadoramente demócrata que por parte de Trump no hay nadie, sólo un rótulo. Son las ocho de la mañana y ya hay cola: “Es la primera vez que así lo veo. Perdone, ¿me está hablando como periodista? Porque si es así, prefiero no darle el nombre y que no me haga fotos. He venido a ayudar, no a complicarme la vida”.

– ¿Quiere decir que se la complicaría?

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– Mire, hace unas semanas asistí a unbriefingsobre el voto anticipado, y había un delegado de Trump que empezó a decirme: “Parece mentira que representes a una candidata que está a favor del asesinato de bebés”. Yo le decía que esto no era verdad hasta que al final le dije: “Mira, no quiero discutir contigo. Sabes perfectamente que esto no es verdad porque matar a bebés es un delito. Mejor que lo dejemos correr”.

– ¿Quién cree que va a ganar?

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– Empiezo a pensar que vamos a ganar. En 2016, Trump ganó porque muchos demócratas dieron por descontada la victoria de Hillary y se quedaron en casa. Hoy veo que todo el mundo está viniendo a votar.

Una que ya ha votado es Jeannette Cruz, diseñadora gráfica. Nació en Puerto Rico hace 35 años y ha votado por Kamala. "Cuando oí al humorista de Trump en el Madison Square Garden diciendo que éramos una isla de basura flotante fue muy doloroso para mí. En Puerto Rico tenemos problemas, ¿quién no tiene?, pero no es motivo para burlarse de este modo. Fue indignante. Me encendí tanto que llamé a mi padre y le dije que no esperara hoy a votar, sino que hiciera voto anticipado por Kamala."

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– ¿Hay racismo contra los puertorriqueños?

– A veces notas que hay alguien que no te saluda atraso[que no vuelve el saludo], y la mayoría no sabe que tenemos la ciudadanía americana porque estamos asociados a Estados Unidos y nos ven como a cualquier otra inmigrante ilegal. Hay gente muy contraria a la inmigración y no me lo cuento, porque si echan atrás en su familia, sus abuelos o bisabuelos seguro que eran inmigrantes.

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– ¿Harris la representa?

– Mucho, que pueda ser la primera mujer presidenta me da mucha esperanza de que las cosas pueden cambiar. Es un momento muy histórico para que las mujeres nos abramos paso. Noto el machismo en el trabajo. Los hombres ocupan los principales sitios ejecutivos.

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A media mañana, Abraham Lincoln no tiene mucho trabajo en vigilar al país desde su sitial de mármol en el Mall de Washington. Los empleados federales estarán teletrabajando, y como muchas escuelas son colegios electorales, hoy no hay clase. Pocos turistas al pie del obelisco, donde al norte se ve la Casa Blanca, al este el Capitolio, y al sur el memorial Jefferson. Un urbanista francés, Pierre L'Enfant, les planificó una capital para derribar las visitas. La magia de la grandeza neoclásica se mantiene intacta cerca de dos siglos y medio después. La Casa Blanca, construida por esclavos (entre ellos, un antepasado de Michelle Obama) espera, rodeada de vallas, que lleguen Trump o Harris. Es el miedo.