Europa se reencuentra con los Estados Unidos, pero se mantiene al acecho
A pesar de la sintonía con Biden, persiste la desconfianza sembrada por Trump y retos como la guerra comercial
Bruselas"Encontrar a alguien o a algo que ha vuelto a ser lo que era antes". Esta es una de las acepciones de reencontrar, según el diccionario de la enciclopedia catalana, y es literalmente la sensación que recorre Europa en estas dos semanas en que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha decidido llenar su la agenda de cumbres, reuniones y encuentros que han empezado por el Reino Unido y seguirán lunes en Bruselas. Lunes en la OTAN y martes en las instituciones de la UE, Biden busca demostrar que "America ha vuelto", pero esto también implica reconocer que hasta ahora había desaparecido. Donald Trump sembró la semilla de la desconfianza en territorio europeo y ha hechado raíces. Por eso, Europa se mantiene al acecho.
Los norteamericanos tienen un nuevo presidente, pero no un nuevo país y por eso Europa tiene dudas. Una encuesta del European Council of Foreign Relations (ECFR) de esta semana demuestra cómo los europeos abrazan la figura de Biden, pero no acaban de confiar que suponga un regreso estable de los EE.UU. al multilateralismo. A pesar de que más de un 50% de las más de 15.000 personas entrevistadas en más de una decena de países europeos considera que el gobierno Biden tiene implicaciones positivas, tres de cada diez desconfían de la ciudadanía norteamericana que cedió el timón a Donald Trump. En Alemania el porcentaje se dispara hasta el 53%. El problema de fondo es que después del republicano y del asalto al Capitolio, muchos europeos creen que el sistema democrático de los Estados Unidos se ha agrietado.
Patentes y vacunas
Y no es una sensación solo de la ciudadanía. En declaraciones a Politico, el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo, se mostraba especialmente escéptico: "Trump acabó con la ingenuidad de Europa: aquella idea que siempre se podía contar con los Estados Unidos ha desaparecido". Bélgica es un buen ejemplo de por qué a pesar de la llegada de Biden y sus buenas intenciones con su gira, persisten discrepancias de fondo con la UE. Cuando llegó a la Casa Blanca, el presidente demócrata mantuvo el grifo de las vacunas cerrada al exterior. Mientras que Bélgica, uno de los principales fabricantes europeos, ha exportado muchas más dosis de las que ha administrado, los Estados Unidos decidieron cerrar fronteras y priorizar la inmunización de su ciudadanía.
Y este es uno de los desacuerdos. La Unión ha sido criticada duramente por ir lenta a la hora de inmunizar a su ciudadanía, pero ha sido la principal potencia exportadora de vacunas a más de ochenta países. De aquí que fuera evidente el malestar en las instituciones cuando Biden expresó, sin aviso previo, su apoyo a la liberación de las patentes, una vez ya tenía muy encaminada la inmunización de sus ciudadanos. Cada vez que se aborda este debate, Bruselas recuerda que ni los Estados Unidos ni el Reino Unido han sido "igual de abiertos" a la hora de exportar.
Comercio y tecnológicas
Més allá de la pandemia, son diversos los asuntos pendientes que Washington y Bruselas arrastran. El primero, en política comercial. Queda claro que el tono y el lenguaje de un Biden que se autoproclama multilateralista suenan infinitamente mejor a orejas europeas, pero la disputa por los aranceles en el aluminio y el acero y entre Boeing y Airbus está pendiente de resolver. De momento, la política comercial norte-america no se ha alterado, así que la UE espera un gesto después de la tregua que impulsó en la disputa comercial hace unas semanas. Otras cuestiones de fondos que tampoco están resueltas son los impuestos a las tecnológicas, que Biden rechaza de pleno y Europa intenta encaminar, el impuesto alCO 2 que la Unión quiere aplicar a las importaciones y que Washington tampoco ve con buenos ojos o la estrategia para desincentivar el carbón. En el caso de la OTAN, tal como reconocía viernes su secretario general, Jens Stoltenberg, Biden mantiene el mismo mensaje que ya tenía Obama y Trump: pedir a los aliados que inviertan más en defensa. La voluntad del presidente norteamericano en este sentido es juntarse para parar a China y Rusia, pero con la conciencia de que es el momento de dar un nuevo impulso a la Alianza ahora que Europa, después de Trump, ha ganado la conciencia de que necesita autonomía estratégica.