El ataque ruso en Ucrania

"Nos alegró que se cayera el puente de Crimea, pero sabíamos que Putin respondería con ferocidad"

Las tropas rusas se ensañan contra la población civil de Zaporiyia

Núria Garrido
y Núria Garrido

ZaporiyiaLas tropas rusas no dan tregua a la ciudad de Zaporiyia. En los últimos días han ido de matanza en matanza con un claro objetivo: atemorizar a la población civil. Las noches se han convertido en la peor pesadilla para los residentes de esta ciudad, puesto que es entonces cuando acostumbran a producirse los ataques. El domingo un barrio residencial fue duramente golpeado: hubo al menos 17 muertos y más de 80 heridos. Veinticuatro horas después volvía a pasar lo mismo: un misil impactaba contra un edificio de viviendas. Son, sin duda, los días más difíciles para esta localidad, que meses atrás se había convertido en un refugio para personas que escapaban de otras localidades asediadas como Melitópol o Mariúpol. Ahora ya no es un lugar seguro.

Los ucranianos de esta ciudad ven dos motivos principales para la nueva ofensiva de Putin. La primera es extender el pánico entre los civiles, como represalia por las grandes derrotas que está sufriendo en el campo de batalla; y la segunda es como respuesta al ataque del sábado sobre el puente de Crimea. “Era todo un símbolo de su poder. A nosotros, los ucranianos, que cayera el puente nos ha generado satisfacción, pero también sabíamos que respondería con ferocidad”, afirma Stephan, un ucraniano de 40 años que nació en Crimea y que se encuentra temporalmente en Zaporiyia por motivos laborales.

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Son muchas las personas que se han visto afectadas de manera directa o indirecta por los dos últimos bombardeos que han tenido lugar en la ciudad de Zaporiyia. Alexander, de 66 años, acudió enseguida cuando se enteró de que uno de los edificios donde vivía la hermana de su mujer había sido atacado. “Putin es inhumano. No entiendo cómo los rusos aceptan a este presidente. Pero suerte mi cuñada está bien, pero queremos justicia por todos estos actos”, denunciaba. Con la misma rabia e impotencia, Nikola, de 72 años, señala los restos de la que era su casa desde hacía más de cuarenta años: “Mirad qué ha hecho Putin. Son asesinos que no pararán de atacarnos”. Este hombre ucraniano todavía no sabe ni cómo ha salido con vida después del brutal ataque y cómo puede ser que no tenga ni un arañazo. “Cuando abrí los ojos por la explosión no podía mover ninguna parte del cuerpo, la ventana de mi habitación se me cayó encima. Pero gracias a Dios aquí estoy”, explica.

Alexander tampoco podía dar crédito ante el escenario espantoso que tiene ante sus ojos. Todavía sale humo de lo poco que queda del edificio después del impacto de un misil. Todo ha quedado prácticamente en escombros. Los bomberos y los equipos de rescate trabajan sin cesar para intentar poner fin a la incertidumbre que tienen muchos familiares. Es el caso de Yuri, de 58 años: “Mis amigos viven aquí. Así que he venido corriendo a ver si están vivos. Estoy muy preocupado y de momento no tengo ninguna información. Me quedaré aquí hasta que sepa algo más”, asegura.

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Evgen, de 42 años, acaba de salir de la que era la casa de sus padres. Lleva algunas bolsas con ropa, es lo único que ha podido recuperar. “Mi padre ha tenido la suerte de salvarse porque estaba en otra habitación, pero mi madre no”, lamenta cabizbajo. Como tantos otros ucranianos, Evgen no encuentra palabras para explicar lo que está pasando en su país ni entiende por qué cada día se están rompiendo tantas vidas. “Los rusos eran nuestros vecinos. No entiendo por qué nos están haciendo esto”, se lamenta.

Zaporiyia afronta, sin duda, los días más duros desde que empezó la invasión. Esta batería de ataques incesantes preocupan cada vez más a las autoridades del país, y por eso el gobernador de esta región, Alexander Starukh, ha pedido a la ciudadanía que se mantengan en refugios y que no subestimem las alarmas antiaéreas. “El enemigo sigue atemorizando la ciudad”, advertía este lunes.

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Los rusos controlan el 60% de la provincia de Zaporiyia, pero el resto sigue en manos ucranianas, empezando por su capital. Después de la celebración del pseudoreferéndum, Vladímir Putin considera que esta región le pertenece. Paradójicamente, sin embargo, la está atacando con más fuerza que nunca.