Imprevisible y desconcertante: las claves de la contraofensiva ucraniana
Las tropas rusas se han tenido que retirar de un territorio de unos 3.000 km² en los alrededores de Járkov, la segunda ciudad del país, en el frente este
BarcelonaDesde el mes de mayo la guerra en Ucrania parecía encallada, sin cambios significativos en las líneas de frente, en un conflicto de desgaste donde ninguno de los dos bandos conseguía avanzar. Pero en los últimos seis días el ejército ucraniano, que ahora dispone del armamento moderno que le han enviado Estados Unidos y varios países europeos, ha podido empezar a dar la vuelta a la tortilla. Por primera vez desde que el presidente ruso Vladímir Putin ordenó la invasión, el 24 de febrero de madrugada, Kiev parece tener la iniciativa militar. Por primera vez es Ucrania quien golpea primero, y las tropas rusas se han tenido que retirar de un territorio de unos 3.000 kilómetros cuadrados en los alrededores de Járkov, la segunda ciudad del país, en el frente este. La contraofensiva ha permitido a Ucrania recuperar en una semana más territorio del que Rusia ha ganado desde abril. El cambio es importante, pero de esto no se puede deducir que los ucranianos han empezado a ganar la guerra.
El adelanto no es solo espectacular por la extensión de terreno reconquistado, sino también por las implicaciones que esto comporta a medio y largo plazo. El sábado el ejército ucraniano recuperó –después de haber controlado Balaliia y Kupiansk– la localidad de Izium, un nudo ferroviario estratégico al sudeste de Járkov que las tropas del Kremlin utilizaban para abastecerse. "Los rusos dependen mucho de los ferrocarriles para su logística. Por lo tanto, esto es muy significativo, y ya no podrán hacer operaciones ofensivas en el Donbás (si es que alguna vez pueden), hasta que la reorganicen", apunta Mike Martin, del departamento de estudios de la guerra de King's College de Londres. Konrad Muzika, analista de defensa de la consultoría Rochan, coincide: "La pérdida de equipos y de fuerzas en Járkov significa que los rusos no podrán librar ninguna ofensiva a corto y largo plazo". El golpe para el Kremlin es, pues, importante, pero en ningún caso definitivo.
Un movimiento bien preparado
Pero un avance tan importante no se explica sin una intensa preparación previa. Y lo que hemos visto estos últimos días se empezó a cocer el mayo pasado, con sucesivas operaciones ofensivas del ejército ucraniano tanto en Járkov como en el sur. Ha sido como una especie de partida de ajedrez, en la que Kiev no ha buscado la confrontación directa en campo abierto, sino más bien ataques relámpago: infiltrarse entre las líneas enemigas más que romperlas. Después vinieron los sonados ataques sobre la península de Crimea y Kiev declaró e hizo creer al Kremlin que empezaba la reconquista de Jersón, la primera gran ciudad de Ucrania que fue ocupada por Rusia: con las nuevas armas occidentales destruyeron defensas antiaéreas, puentes y líneas de suministro, en lo que parecían movimientos preparatorios para el asalto sobre la ciudad. Incluso hubo algunos espectaculares ataques a la península de Crimea, muy fortificada después de 8 años de ocupación rusa.
"Rusia respondió moviendo tropas del Donbass hacia Jersón y esto fue un error, porque la ciudad está al otro lado del río Dnieper: atravesaron el río y entonces los ucranianos bombardearon los puentes y ahora hay miles de soldados rusos atrapados allá", asegura Mijaílo Samus, exmilitar ucraniano que dirige la New Geopolitics Research Network. "El problema que tienen los generales rusos es que no pueden prever cuál será el próximo movimiento: ¿será en Donetsk, en Lugansk, en Jersón, en Mariúpol?", asegura. Los ucranianos se mueven deprisa, con una buena información de inteligencia sobre el terreno y un mando más descentralizado, y los rusos no tienen capacidad de reacción.
Pere Vilanova, investigador asociado del Cidob, resume cómo están las cosas: "Militarmente llama la atención cuán mal ha hecho las cosas Rusia en estos 200 días de invasión, tanto en el frente terrestre como en el marítimo: quería una invasión a gran escala y ahora solo se puede plantear el control militar indiscutible de las provincias de Donetsk y Lugansk". Y a la vez reclama prudencia: "Las guerras son fáciles de empezar pero muy difíciles de acabar, y fácilmente nos podemos encontrar en una situación de ni paz ni guerra".