Rusia

Los barcos rusos que amenazan al Ártico (y preocupan a Europa)

Crece la preocupación en los países nórdicos por la navegación de petroleros antiguos cargados con petróleo y gas rusos

El barco de gas natural licuado Arctic Princess en la terminal cercana al puerto de Hammerfest.
Òscar Gelis
27/11/2024
4 min

CopenhagueEl invierno se acerca rápidamente al océano Ártico, y cada vez es más peligroso navegar por este mar, que en pocos días quedará cubierto por una sólida capa de hielo. Pese a estas condiciones y las sanciones impuestas, el tráfico de barcos que salen desde los puertos de Siberia cargados de petróleo y gas rusos no se detiene, aunque muchos de estos barcos representan un verdadero peligro para la navegación.

Debido a las sanciones impuestas en Moscú desde el inicio de la guerra en Ucrania, los barcos rompehielos con bandera occidental han dejado de hacer la ruta que pasa por los mares del norte de Rusia, ya que ahora no pueden transportar el crudo embargado. Para esquivar las sanciones, Rusia ha optado por exportar su petróleo y su gas hacia países como China e India utilizando una flota de embarcaciones que son mucho más antiguas y por tanto menos seguras para resistir las duras condiciones climáticas que se encuentran durante la ruta. Estos barcos a menudo navegan sin seguro marítimo para sortear las sanciones, y son operados bajo banderas de países tan poco transparentes como Panamá, Sierra Leona o las Islas Marshall, y sin que exista una empresa propietaria clara detrás que pueda asumir su responsabilidad.

Estos barcos, que en muchos casos deberían ser desguazados, forman parte de lo que los expertos han bautizado como la flota a la sombra de Rusia. No está claro cuántos barcos están implicados en este transporte, pero el think tank estadounidense Atlantic Council estima que podrían ser hasta 1.400, de los que 1.000 transportan petróleo. Desde el KSE Institute, con base en Kiiv, determinan que el 90% del petróleo que Rusia sigue exportando se mueve por vía marítima a través de la flota a la sombra, lo que representa unas exportaciones de 75 millones de barriles al mes en el último año.

El paso de los barcos de la flota a la sombra preocupo a los países nórdicos por los accidentes que algunas de estas embarcaciones ya han protagonizado. Un informe del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales (UI) alerta de que el aumento de este tráfico de barcos supone un mayor riesgo de accidentes, con el peligro de que se produzca un auténtico desastre ambiental si existe un derrame de petróleo en el Ártico. "Sería un reto logístico extremadamente difícil, prácticamente imposible, limpiar un ecosistema tan vulnerable", explica el investigador del UI Patrick Andersson.

Una investigación reciente de Politico ha aportado pruebas a partir de imágenes por satélite que certifican que ya se han producido algunos vertidos en el mar del Norte, aunque han pasado prácticamente inadvertidos. El pasado marzo la Guardia Costera Británica descubrió un punto negro que se extendía 23 kilómetros en el Atlántico Norte, por encima de la costa de Escocia. Las autoridades intuyeron que el vertido provenía de un petrolero con bandera de Vietnam que en ese momento transportaba un millón de barriles de petróleo ruso.

Ese mismo mes otro barco cisterna que se dirigía hacia Rusia chocó con una embarcación en el extremo norte de la costa de Dinamarca. Por suerte el petrolero iba sin carga, ya que de haber sido durante el trayecto de ida habría traído 700.000 barriles de crudo y el accidente habría provocado un desastre ambiental.

El riesgo de accidentes aumenta aún más cuando los barcos de la flota en la sombra apagan los aparatos de radar o emiten posiciones falsas, una práctica que en el mundo marítimo se conoce como spoofing. "De esta forma los barcos intentan esconder sus operaciones transportando petróleo ruso para que no puedan ser sancionados individualmente", explica el investigador del UI Henrik Wachtmeister.

Otra de las operaciones de evasión que realizan los petroleros son las transferencias de crudo en alta mar desde un barco a otro, por lo que "se pierde la pista más fácilmente de la embarcación que transporta el petróleo sancionado", explica Wachtmeister.

Parte de la guerra híbrida

Más allá del potencial problema ambiental, desde la marina de Suecia también advierten del riesgo de que desde el Kremlin se aprovechen algunos de los barcos para realizar espionaje. Lo explica el oficial de marina Ewa Skoog Haslum: "A veces hemos detectado equipamiento y antenas que no se corresponden con un barco mercantil pero que podrían utilizarse en operaciones híbridas, en las que un barco extranjero puede entrar en los puertos suecos con el pretexto de haber sufrido un accidente".

Los países nórdicos se han dado cuenta de que detener la actividad de la flota en la sombra es necesario esquivar un complejo entramado legislativo. "Es una situación delicada porque las leyes sobre el comercio marítimo son muy favorables a la libre circulación por el mar", explica Wachtmeister. La ley internacional permite prohibir el paso de barcos "en caso de que haya derrames, pero la legislación no está del todo clara", reconoce.

Actualmente el mecanismo de sanciones al petróleo ruso establece que las aseguradoras de transporte marítimo no pueden cubrir a los petroleros que transporten crudo ruso vendido por encima del límite de precio, fijado en 60 dólares por barril. "Pero en la práctica sólo el 20% del crudo que exporta Rusia respeta ese límite", dice Wachtmeister. Reino Unido y otros países europeos están impulsando las sanciones individuales, pero esta solución tampoco parece haber acabado con el problema, ya que recoger las pruebas para determinar si un barco opera a la sombra en nombre de Rusia requiere una cantidad enorme de tiempo y de recursos de los estados.

 

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