El hundimiento de los partidos tradicionales y las otras derrotas de la primera vuelta en Francia

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Votación en un colegio electoral en París, Francia.

BarcelonaLa primera vuelta de las presidenciales francesas ha hecho buenas las encuestas y ha certificado un frente a frente entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la segunda vuelta, que se celebrará el 24 de abril. Francia, pues, se prepara para repetir el duelo del 2017, que supuso la llegada de Macron al Elíseo pero que ahora se revive en un país más polarizado y en un contexto de excepcionalidad, marcado por el oscuro recuerdo de la pandemia y por la invasión rusa de Ucrania, que hace tambalear el futuro político de todo Europa.

Más allá de esto, sin embargo, hay que alejarse unos momentos de los dos candidatos que batallarán por la presidencia para fijarse en otros titulares relevantes que nos deja este primer tramo de las presidenciales francesas. Las derrotas también son decisivas.

Anne Hidalgo, una caída histórica

Comparecencia de Anne Hidalgo después de conocer las primeras estimaciones de los resultados de las elecciones a la presidencia de Francia

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, tenía que ser el revulsivo del partido socialdemócrata e incluso se auguraba que podría hacerle frente al mismo Emmanuel Macron. Nada ha sido así. La candidata del Partido Socialista ha obtenido, según los sondeos, solo el 1'7% de los votos. Un resultado bajísimo e histórico –el peor jamás registrado por el partido– que compromete su futuro político y, sobre todo, el del partido. Y un resultado que, sobre todo, confirma el hundimiento de una fuerza política que hace solo cinco años ocupaba el Elíseo, con François Hollande como presidente, y que es esencial para entender la historia política del país. Ahora, en cambio, quedaría en la décima posición detrás de candidatos menores como el ruralista Jean Lassalle o el comunista Fabien Roussel.

Habrá que ver cuál es el camino que elige el partido para reaccionar. Este domingo, Hidalgo ya lo dejaba intuir. "Sé cuán decepcionados estáis esta noche. Sacaremos juntos todas las consecuencias, de manera objetiva, más adelante", ha dicho la candidata socialista a las decenas de militantes que se habían llegado al restaurante que el partido había elegido para seguir los resultados. Mientras tanto, a Hidalgo no le ha quedado ninguna otra opción que pedir el voto por Emmanuel Macron para la segunda vuelta: “Para que Francia no caiga en el odio de todos contra todos, os pido votar contra Le Pen”.

Valérie Pécresse, la derecha sin rumbo

Valérie Pécresse compareciendo para hacer balance de los resultados de las elecciones a la presidencia de Francia

La derrota de Los Republicanos también es histórica y, junto con la de los socialistas, certifica la caída en desgracia de los dos partidos tradicionales que habían sostenido el sistema político de Francia desde la Segunda Guerra Mundial. Si se suma el porcentaje de votos de los dos partidos, no superan los votos que ha conseguido, por ejemplo, el radical y debutante Éric Zemmour. El hecho es excepcional y hay que subrayarlo. Asistimos, tal como anticipaba ayer el filósofo Josep Ramoneda, a la defunción de los dos partidos que desde finales de los sesenta del siglo pasado han articulado la política francesa.

En enero, los sondeos apuntaban que la candidata Valérie Pécresse pasaría a la segunda vuelta con Macron, después de su victoria inesperada en las primarias republicanas. Con un 4,7% de los votos, este domingo el ambiente también era de profunda decepción entre las filas del partido. Pécresse, sin embargo, no ha tenido más remedio que pedir el voto a favor del presidente. "Su proximidad con Putin la desacredita para dirigir los intereses de nuestro país; su elección supondría acabar con Francia en la escena internacional", ha dicho la exministra de Nicolas Sarkozy en referencia a Marine Le Pen.

Zemmour, fenómeno deshinchado pero útil

Éric Zemmour en una imagen reciente.

Los resultados de Éric Zemmour solo se pueden entender como una derrota si se tiene en cuenta que, cuando anunció que se presentaba a las presidenciales, varias voces casi aseguraban que superaría con facilidad a Marine Le Pen y se erigiría en el nuevo líder de la extrema derecha en Francia. Finalmente, habría obtenido el 7% de los votos, y se habría convertido en el cuarto candidato más votado, pero muy lejos de la hija de Jean-Marie Le Pen. Por lo demás, todo son victorias para el movimiento que representa. Básicamente porque si se suman sus votos con los de Le Pen, la extrema derecha superaría el 30%. O lo que es lo mismo: casi uno de cada tres franceses habría apoyado a la ultraderecha. La proporción tiene que ser, más que nunca, un motivo de alarma para Francia y también para buena parte de Europa. El fantasma de la extrema derecha está más que instalado entre la sociedad gala y es desconcertante imaginar hasta dónde puede llegar.

Zemmour, que en su discurso de este domingo ha animado todos sus votantes a apoyar a la candidata del Reagrupamiento Nacional, ha sido clave por otro motivo. Su discurso, todavía más ultra que el de Le Pen, ha contribuido a que, durante toda la campaña, muchos franceses hayan podido considerar a Le Pen como un perfil más suave, razonablemente menos radical. "Discrepo en muchas cosas con Le Pen. Pero ante ella hay un hombre que ha dejado entrar a dos millones de inmigrantes, que no ha hablado de identidad en toda su campaña y que lo empeorará todo si continúa en el poder", decía después de conocer los resultados.

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