Johnson se atrinchera en Downing Street e ignora la magnitud de la revuelta
El 'premier' arenga a sus ministros para intentar poner punto y final al escándalo del Partygate
LondresBoris Johnson ha dejado esta mañana que las cámaras de televisión entraran en la sala de reuniones del Cabinet y grabaran la arenga que ha dirigido a sus ministros horas después de haber sobrevivido, con heridas importantes y quizás irreparables a medio plazo, a la moción de confianza de ayer en Westminster, y que se saldó con 221 votos a favor y 148 en contra, poco más del 41% de sus diputados.
Con un ademán teatral, Johnson ha aprovechado la ocasión para decir que a partir de ahora hace falta "poner fin" a la situación provocada por el escándalo de las fiestas en el número 10 de Downing Street bajo el confinamiento y que hay que poner el foco en los "problemas que preocupan a la gente". Entre otros, supuestamente, el Brexit y el protocolo de Irlanda del Norte, porque la ley prometida a los unionistas hace unas semanas para calmarlos podría actuar como aglutinante de un partido en plena guerra civil, una vez más. El Brexit y bajar impuestos, como también ha dicho y prometió ayer, mientras luchaba por la supervivencia. El premier ha agradecido igualmente a sus ministros "el buen trabajo" hecho en las horas previas a la votación, visión muy optimista del resultado final, que es el peor que un primer ministro ha tenido desde 1990 en una pregunta directa sobre su liderazgo.
Un resultado que, con excepción de los defensores más apasionados de Johnson, todo el mundo sabe que no cierra la cuestión ni de su continuidad ni de su proyecto político, sino que solo la aplaza. Tanto es así que uno de los diputados que más trabajó para erosionar la autoridad de Theresa May, y para colocar a Johnson en su lugar, el brexiter Andrew Bridgen, ha pronosticado esta mañana que "antes del próximo congreso del partido [previsto a principios de octubre] habrá un nuevo líder conservador". Si es así, sin embargo, no será porque Johnson admita la dificultad de la situación, "porque los días de las dimisiones honorables ya han pasado", ha espetado también este martes otro de los críticos con el premier, el exsecretario de Estado de Defensa Tobias Ellwood.
También es significativo el veredicto que el exlíder conservador William Hague ha hecho en un artículo que aparece en The Times en que asegura que "Boris Johnson tendría que buscar una salida honorable" ante la "inviabilidad" de su proyecto de gobierno. "Como si condujeras por la M1 [la autopista que une Londres con Leeds] con dos ruedas pinchadas. No llegarás a ninguna parte. Se puede decir que estás al volante, ¿pero es realmente viable?", ha comentado también en una entrevista a Radio Times, para acabar diciendo: "Puedo decir con bastante seguridad que hay ministros que ahora están profundamente descontentos con esta situación". Ministros que esta mañana han escuchado impasibles las palabras de Johnson y a los cuales, en algunos momentos de la grabación facilitada por Downing Street, se veía asentir con la cabeza ante las palabras del premier.
Petición a los ministros
De momento, pues, y a la espera de novedades que podrían llegar después de las dos elecciones parciales del 23 de junio, Johnson se ha atrincherado en Downing Street y la intención es continuar hasta las próximas elecciones generales; en principio, a finales del 2024 o principios del 2025, si no se avanzan. Conociendo su personalidad, y que no dejará el poder si no es forzado a hacerlo, los editores de la web de referencia de los militantes del partido, Conservativehome.com, piden este martes que sean los miembros del gobierno los que actúen y le digan con claridad que su tiempo se ha acabado.
Una posibilidad, sin embargo, que admiten del todo improbable. Y es que el gobierno, y el lunes buena parte del partido, prefirió ligar su suerte a un Johnson muy desprestigiado que no hacer un salto al vacío y provocar una nueva carrera por el liderazgo sin una clara alternativa. Por eso, "porque no había ninguna conspiración organizada en marcha", y porque la revuelta fue "la decisión individual de 148 parlamentarios, más del 40% de opositores. Es extraordinario", ha dicho también Hague. "¿Qué habría pasado con un candidato firme?"
Los días de Johnson en el gobierno están contados, creen buena parte de los críticos. También lo ha asegurado el politólogo John Tongue, catedrático de la Universidad de Liverpool, que el lunes al atardecer, una hora antes de que se hiciera público el resultado de la moción de censura, lo predijo a través de Twitter, con solo el error de un voto contrario al premier y porqueun diputado que se creía que participaría en la votación finalmente no lo hizo. Tongue ha afirmado este mediodía: "Me extrañaría que todavía fuera primer ministro en otoño. Yo diría que seis meses, pero si alguien puede superarlo es Johnson".
Para superarlo, sin embargo, tendrá que vencer todavía el escollo de la comisión parlamentaria que analiza si mintió o no sobre qué sabía en relación con las fiestas de Downing Street. La solución final, en otoño. Mientras tanto, el Partido Conservador vive en el peor de los dos mundos: dividido, con un primer ministro muy herido, pero no muerto, carecido de autoridad moral ante buena parte de sus diputados y formalmente entregado a un hombre que solo tiene en cuenta como principio básico su supervivencia política. Y para conseguirlo parece dispuesto a hacer todo lo que haga falta, incluso al precio de desgastar las instituciones.