Francia

El polémico plan de Macron para la escuela pública: cantar la Marsellesa y uniforme para los alumnos

El presidente de Francia presenta propuestas para relanzar su mandato y frenar a la extrema derecha de cara a las elecciones europeas

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El presidente francés, Emmanuel Macron, en una reciente imagen.

ParísPocas semanas después del anuncio de cambios importantes en los institutos para revertir los resultados nefastos de los alumnos en el informe PISA, el presidente de la República, Emmanuel Macron, ha anunciado nuevas medidas que harán que la escuela francesa sea aún más conservadora. Con la mirada puesta en las elecciones europeas de junio –en las que la extrema derecha lidera todas las encuestas en todo el Hexágono– el presidente ha presentado sus propuestas para "rearmar a Francia", relanzar su mandato y ganar la batalla a Marine Le Pen.

La escuela, que juega un papel esencial a la hora de transmitir los valores de la República, ha centrado buena parte de las propuestas de Macron. Una de las novedades más destacadas es la obligatoriedad de llevar uniforme para los alumnos de primaria y secundaria de las escuelas e institutos públicos a partir de 2026. Este curso se ha puesto en marcha una prueba piloto en un centenar de escuelas de todo el país y, si los resultados son positivos, se extenderá a todos los centros públicos. En un país obsesionado por la igualdad y con un modelo de escuela muy tradicional que huye de las nuevas corrientes educativas, Macron ha dado prácticamente por supuesto que será así. "El uniforme borra las desigualdades entre familias y crea condiciones de respeto", aseguró en una rueda de prensa celebrada en el Elíseo en la noche del martes.

Emmanuel Macron también se ha mostrado partidario de que los alumnos de primaria aprendan el himno nacional en la escuela. El gobierno ya envió en 2018 una circular para recomendar a los centros que incluyeran en el temario aprender La marsellesa, pero no todas las escuelas lo hacen.

El presidente de la República no ha dicho que tenga que ser obligatorio pero ha dejado claro que está a favor de la idea. "Incluso creo que es indispensable porque es lo que nos une, a los franceses", aseguró. Francia también hará obligatorio para los alumnos de 12 años hacer teatro en el instituto, recuperará la historia del arte en secundaria y estudiará cómo limitar más las pantallas.

Reforzar los valores republicanos

El plan de Macron para hacer frente a las crecientes fracturas sociales y políticas y al crecimiento de la extrema derecha pasa por reforzar los valores republicanos. "Cada generación de franceses debe aprender qué significa la República: su historia, sus derechos, sus deberes, su lengua, su imaginario, y todo esto desde la infancia", ha resumido el inquilino de el Elíseo.

A principios de este curso ya se tomó una medida polémica para defender la escuela laica, muy reclamada por sectores conservadores: el nuevo primer ministro, Gabriel Attal, entonces ministro de Educación, prohibió la abaya –la túnica que llevan a las mujeres de países musulmanes– a los centros educativos.

Todo ello es un mensaje que Macron y su gobierno quieren enviar al electorado de derechas y de extrema derecha, preocupado por la inmigración y convencido de que los recién llegados, especialmente los musulmanes, pueden acabar diluyendo la identidad de los franceses. "Para que Francia siga siendo Francia", resumía el martes por la noche el presidente copiando una frase de los conservadores, que el líder de extrema derecha Eric Zemmour también había utilizado como eslogan de campaña. El discurso de Macron acompaña el viraje a la derecha del nuevo gobierno, que ha integrado nombres como el de la nueva ministra de Cultura, Rachida Dati, quien fue titular de Justicia con el conservador Nicolas Sarkozy.

Polémica con la nueva ministra

El nuevo ejecutivo, nombrado la semana pasada, ha arrancado en medio de una tormenta política protagonizada precisamente por la nueva ministra de Educación, Amélie Oudéa-Castéra. La nueva titular tiene escolarizados a sus tres hijos en una escuela privada católica –como otros ministros– y justificó su decisión ante la prensa asegurando que en la escuela pública, donde al menos uno de los hijos había sido escolarizado unos meses, no se sustituyen muchos maestros cuando están ausentes.

Que Oudéa-Castéra señalara uno de los grandes problemas de la escuela pública cuando ella es la máxima responsable provocó una ola de críticas de sindicatos y partidos de izquierdas, que han reclamado su dimisión.

Pero ella se ha disculpado y Macron le ha apoyado públicamente, incluso después de que se supiera que el centro privado donde vale sus hijos, muy alejado de los valores de la República, está bajo la lupa de la inspección educativa por promover la homofobia y flirtear con el "integrismo católico".

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