Elecciones en Grecia

Las preocupaciones de Grecia pronostican el futuro de Europa

Los griegos votan este domingo, en unos comicios marcados por los salarios, la inflación y la calidad democrática

Los trabajadores municipales aplican pegatinas a las urnas de un centro de preparación de material electoral durante los preparativos preelectorales, en Tesalónica

AtenasQuedan pocos días para las elecciones generales en Grecia, que se celebran este domingo, y los partidos aprovechan para encontrarse con potenciales votantes. Las plazas, las salidas de metro, los encuentros con la militancia, cualquier lugar y momento es bueno para arañar algún voto. Contener la inflación, que durante abril cayó al 3%, el nivel más bajo desde octubre del 2021, y el precio de la vivienda —que durante los últimos años ha subido casi un 40%—; apostar por los servicios públicos como la sanidad o la educación y mejorar las infraestructuras son algunas de las promesas que más se han escuchado en campaña.

La pugna se encuentra entre Nueva Democracia (ND), actualmente en el gobierno y capitaneado por el conservador Kyriakos Mitsotakis, y Syriza-Alianza Progresista, de Alexis Tsipras, que gobernó el país entre el 2015 y el 2019. Las últimas encuestas sitúan 5,4 puntos por encima a ND y lo mantienen como ganador, pero una posible alianza entre Syriza y el PASOK-KINAL podría hacer peligrar un hipotético segundo mandato de Mitsotakis. Por su parte, Tsipras ya ha asegurado que solo intentará formar gobierno si es la fuerza más votada.

Son las siete de la tarde y la plaza de Agios Dimitrios, en el barrio de Ambelokipi, se va llenando poco a poco. Hay un mitin de Syriza. Algunos niños juegan a la pelota y usan como portería los muros de la iglesia ortodoxa que da nombre a la plaza. Laura, de 50 años, ha llegado sola. Se autodefine como una ciudadana de izquierdas y asegura que lo que más la preocupa es la “austeridad”. No quiere ser más específica, pero lo repite varias veces: “Me preocupa la austeridad de este gobierno, la corrupción y los derechos humanos”.

Unos metros más allá, Alexandros Kessopoulos (45), profesor del departamento de Ciencias Políticas en la Universidad de Creta, es del mismo parecer y argumenta que la situación actual es totalmente diferente de la que Tsipras se encontró en 2015. “En 2015 éramos un estado fallido. No había dinero para pagar ni pensiones ni sueldos”, dice. Kessopoulos tiene claro qué le preocupa de la situación actual: el coste de vida, la desaparición del estado del bienestar y el mal estado de las instituciones democráticas. “Los hospitales y la educación están en una situación muy precaria y el gasto del estado en los servicios públicos cada vez es más baja. Tsipras tendrá que hacer una reestructuración de todo”.

También le quita el sueño el informe que hace unas semanas publicó Reporteros Sin Fronteras (RSF) y en el cual Grecia aparece en el último lugar de los países de la Unión Europea en cuanto a la libertad de expresión y de prensa. “Y no solo esto: tenemos problemas con la libertad de reunión y con la brutalidad policial. Las libertades, los derechos civiles y las instituciones democráticas están en peligro”, dice contundente. “Ah, ¡y el tema de las escuchas!”, puntualiza en referencia al caso Predator, por el cual el gobierno de Mitsotakis habría espiado a periodistas, políticos de la oposición, e incluso personas de su gobierno. “El gobierno de Mitsotakis ha hecho básicamente dos cosas en los últimos cuatro años. En primer lugar, dar privilegios a las élites y empeorar el nivel de vida del resto de la población. En segundo lugar, intentar controlar el Estado, los medios de comunicación y las autoridades independientes”, se queja. 

“No hay una alternativa real a Mitsotakis”

Las demandas de Alexandros y Laura no son exclusivas de los votantes de Syriza. Unos días antes, Ana, Bibi y Antonia, en una de las naves de Tecnópolis, en el barrio de Keramikos, se quejan de los salarios: “Todo es muy caro y nuestros sueldos no hacen más que bajar”. Y tienen razón: en la actualidad, el sueldo medio en Grecia ronda entre los 700 y los 800 euros. Un médico o médica que se acabe de licenciar cobra unos 950 euros.

Por el contrario, los alquileres no paran de subir —hasta un 40% en los últimos años— y un piso de una habitación y unos 70 metros cuadrados cuesta unos 550 euros. La leche, alrededor de dos euros el litro; y el pan, a un euro la barra. Dos viajes de metro, dos euros con sesenta céntimos.

Ana, Bibi y Antonia, que tienen alrededor de 40 años, trabajan en el sector de la construcción y se quejan de que sus salarios no han subido en diez años. “Se han destruido las relaciones laborales y los convenios colectivos. El sector estaba arruinado y la pandemia ha empeorado las cosas”, dice Bibi. Aseguran convencidas que los programas electorales de Syriza, ND y PASOK-KINAL son iguales, y que "no hay una alternativa real a Mitsotakis. “Ganará quien Europa quiera”, coinciden en decir las tres. 

En el otro lado de la ciudad, en el barrio de Gizi, Maria Choupi, de 39 años y agente inmobiliario, explica que volverá a votar por Mitsotakis. “Lo voté en 2019 y lo volveré a hacer porque estoy muy contenta con él”. Lo que ella valora del primer ministro actual es la capacidad que ha tenido de gestionar el país. “Creo que es un visionario y una persona muy inteligente. Estoy contenta con la actualización que ha habido en las universidades griegas, con las políticas sociales llevadas a cabo, como la agenda para las personas con discapacidad o la ley sobre los animales; las subvenciones a las personas trans o las políticas innovadoras para las personas sin hogar”.

Sea como sea, lo que empieza a parecer evidente, ya a pocos días de las elecciones, es que ni ND ni Syriza-Alianza Progresista obtendrán las cifras necesarias para formar gobierno en esta primera convocatoria, lo que llevaría al país a una segunda cita electoral que se celebraría, presumiblemente, a principios de julio. 

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