Trump contra Europa

Trump y la legitimación de la ultraderecha europea

Los líderes de la ultraderecha europea reunidos en Madrid
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En la Unión Europea, elEstrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos que ha adoptado la administración Trump le ha explotado en la cara. Washington asume de lleno el relato de la extrema derecha europea de un continente en decadencia, acosado por la inmigración masiva y al precipicio del declive como civilización. El documento señala a la UE como fuente de estos males porque socava la soberanía de las naciones europeas y promueve políticas migratorias que estando "transformando" Europa y acabando con las identidades nacionales. Para evitarlo, apuesta por apoyar a las fuerzas "patrióticas" para corregir el rumbo del continente y cultivar la resistencia contra la actual trayectoria dentro de los países europeos.

Parte de las fuerzas políticas europeas intenta no leerlo ni como un acto de agresión ni como una declaración de interferencia en los asuntos internos de la UE y de sus estados miembros. La otra parte lo ha interpretado como una validación de sus tesis y una legitimación para seguir manteniendo una posición disruptiva hacia la UE.

Ante esta doble interpretación de lo que supone la ESN, destacan dos realidades. En primer lugar, la incredulidad con la que una parte de los estados miembros de la UE y de los líderes de la Unión mira a Estados Unidos. La interferencia estadounidense no comienza con Trump, ni Europa siempre ha sido tratada como una aliada. Estados Unidos espió a la excancillera alemana Merkel del 2002 al 2013; elInflation Reduction Act se adoptó sin considerar los intereses europeos, al igual que la retirada unilateral de Afganistán; mientras que el AUKUS, la alianza militar entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, se pactó a sus espaldas. Con el segundo mandato de Trump, la interferencia sólo ha aumentado: Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich, Elon Musk durante las elecciones alemanas y Trump en las polacas y rumanas. La estrategia pone negro sobre blanco que ya no existen aliados, sólo intereses. Y la respuesta de apaciguamiento practicada por los Estados miembros, tanto en el campo de golf como en la cumbre de la OTAN en La Haya, no ha funcionado.

En segundo lugar, destaca la repercusión que se han hecho los partidos de extrema derecha de las afirmaciones de Trump porque no es de apoyo absoluto. Comparten el análisis, pero existe un punto de rechazo a la tutela estadounidense. Orbán se lo ha tomado como una legitimación de su continua disputa con Bruselas, tanto en lo que se refiere al estado de la democracia en Hungría como respecto a las relaciones con Rusia. Meloni, sin entrar en la cuestión rusa, entiende que se pide que la UE sea autónoma en materia de seguridad, pero rechaza que sea un acto de injerencia; más bien está de acuerdo con algunas de las afirmaciones sobre Europa. Bardella ha declarado que comparte gran parte de las advertencias sobre Europa que contiene la estrategia, pero que no necesita que el hermano mayor americano dé lecciones sobre su país, mientras el PiS polaco compra el relato de declive europeo. AfD ha respondido diciendo que comparte la lucha por un renacimiento conservador. Asimismo, los partidos de extrema derecha, al igual que ocurrió con el acuerdo firmado el pasado verano por Von der Leyen, también denuncian la rendición de la UE ante Trump.

Beneficio mutuo

La relación beneficiosa entre Trump y los partidos de extrema derecha europea se explica por dos motivos: por un lado, obtienen proyección internacional de una ideología compartida; y por otro, les permite criticar a la UE como una organización inútil que no defiende la soberanía de las naciones europeas. El hecho de que Trump legitime este discurso es políticamente beneficioso para la extrema derecha europea por mucho que reconozcan que si bien Trump puede ser bueno para Estados Unidos, no lo es necesariamente para Europa.

La posición que no se explica es la de los líderes europeos que practican el apaciguamiento. El documento de la administración Trump deja por escrito lo que la política exterior estadounidense había estado anunciando: que Estados Unidos no es el poder hegemónico benévolo que la UE pensaba. Ahora que Washington está dispuesta a intervenir cuando convenga para apoyar a las fuerzas "patrióticas" europeas y prevalecerá elAmerica First, Europa ya no necesita más wake-up calls; es la hora que se levante.

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