Guerra en Europa

Ucrania prepara el grueso de la contraofensiva en bases secretas

Sólo un 10% de los soldados participado en las ocho semanas de contrataque

Taras Kravets
29/07/2023
4 min

Frente sur de Ucrania“Desde aquí se ven los rusos, estamos a menos de un kilómetro del punto más cercano en el Donbás” nos dice el soldado que conduce el 4x4 pintado de verde oscuro de la brigada 35 del Ejército de Ucrania. Detiene el coche un instante, en un claro entre el bosque, donde se divisan a lo lejos unas pequeñas manchas que resaltan con el resto del paisaje. “Es aquello, son los rusos”, dice señalando al horizonte justo antes de mover el todoterreno a toda velocidad para que siga oculto por la maleza del camino. Pocos cientos de metros después detiene el coche de nuevo y señala, esta vez hacia la parte interior del bosque, donde no se distingue nada entre los árboles: “Nuestras posiciones están allí”. Solo cuando avanza unos metros más y nos apeamos, aparece un comandante de la nada que nos saluda: “Bienvenidos a nuestra posición”.

En los primeros metros del frondoso bosque solo hay árboles y vegetación. Pero de repente aparecen unas trincheras, y al final se vislumbra una ametralladora de gran calibre. “A veces intentan llegar, pero de momento no lo han conseguido”, expone el comandante Alex, con una mueca irónica. “¿Quieres ver las posiciones rusas?”. Nos acerca los prismáticos y levanta el camuflaje de la ametralladora pesada para que tengamos ángulo de visión. Las manchas que resaltan con el paisaje ahora son nítidas, son “construcciones artificiales” como en la que estamos. A penas nos exponemos un par de segundos, ya que a menos de un kilómetro estamos al alcance de cualquier buen francotirador armado con un simple Dragunov.

A tres metros bajo tierra

Uno de los caminos de las trincheras que tienen forma de laberinto dan acceso a unas escaleras excavadas en la propia tierra que llevan a una habitación donde hay cuatro literas. Estamos a tres metros bajo tierra, en la total oscuridad, con el contraste del punto de luz que da la salida al refugio. Sirve para protegerse los bombardeos de la artillería enemiga y como guarida de descanso.

El comandante irrumpe de nuevo gesticulando con las manos para dar a entender que van a utilizar la ametralladora pesada. Unos segundos después varias ráfagas en dirección a las líneas enemigas. Esta vez los rusos no responden.

Unas horas antes visitábamos otra posición en la que las tropas invasoras respondieron con artillería. Entonces, un par de los proyectiles cayeron tan cerca que pudimos sentir cómo la onda expansiva atravesaba nuestro cuerpo ante la impasibilidad de los soldados, que no movieron un solo músculo, acostumbrados como están a los ataques día y noche. En aquel momento, uno de los trozos de metralla atravesó como si fuera mantequilla el baúl que tenemos en el techo del coche, dejando un gran agujero de plástico derretido. Momentos después, uno de los soldados apareció con un gran trozo de metralla aún caliente. “Han caído aquí al lado“, dijo, señalando la parte izquierda de la posición.

Lo que es evidente es que la gran ofensiva, que según mandos militares debería tener lugar como máximo entre los siguientes días y noviembre, todavía empezado. Lo que observamos ahora es una ofensiva táctica, en la que se están probando capacidades del enemigo, se hacen pequeños avances y poco más. Hay varias bases secretas donde las tropas entrenan y esperan el momento de la verdadera gran ofensiva. El Estado Mayor de Ucrania tiene un total de 35 brigadas, cada una con alrededor de 3.500 hombres, que en su mayoría aún se están entrenando.

Visitamos un gran campo de tiro donde se ejercitan diversas brigadas. Los soldados practican maniobras de entrada y de salida, extracción de heridos y se entrenan en el manejo de armas ligeras con fuego real sobre dianas de papel montadas en postes. El objetivo es optimizar sus habilidades en el combate cuerpo a cuerpo y salvaguardar el máximo de munición. La mayoría de los combates se dan en ese tipo de situaciones en las que pocos metros separan los dos ejércitos que pugnan por la conquista de trincheras o pueblos medio arrasados por la artillería, Muchos de ellos son soldados aun sin experiencia en combate y se mezclan con veteranos. Otras brigadas, algunas con años de guerra a sus espaldas, darán cobertura y aseguran posiciones a estas primeras.

Esperando la orden

La mayor parte de este enorme contingente de tropas a las que visitamos todavía no han entrado en combate en la contraofensiva que oficialmente comenzó a principios de junio. Hasta ahora, sólo alrededor del diez por ciento está siendo participando y se mueven sobre cuatro sectores del frente. El otro noventa por ciento de los soldados se esconden en algún lugar del interior, esperando la orden.

Vamos a ver uno de los campos donde están estas brigadas para lo que tenemos que conducir durante todo un día. A pocos kilómetros del complejo de tiro, entramos en un bosque de grandes árboles, hasta que una vez más, de la nada, aparecen varios vehículos militares aparcados y con camuflaje. En el cielo pequeños drones nos sobrevuelan y los soldados tienen prohibido subir ninguna fotografía o video del complejo a las redes sociales. Por supuesto, ni allí ni en los alrededores está permitido utilizar los teléfonos. Cualquier indicio podría servir para identificar la posición y que el enemigo destruyera esta base estratégica.

La base es un ir y venir de grupos de soldados que se mueven alrededor de los caminos. “Estamos listos, solo esperando la orden” nos dice el enlace militar que prefiere quedar en el anonimato. Hombres jóvenes, de mediana edad y otros en edad de jubilarse, se forman mientras los pueblos y ciudades ucranianos siguen ampliando los cementerios en los que entierran a los soldados caídos en una guerra que dura ya más de 500 días. La escena se repite: madres, esposas y niños y niñas llorando la pérdida de sus seres queridos, con banderas recién estrenadas de color azul y amarillo.

Mientras en la zona occidental del país la guerra se evidencia cuando sufren ataques como el reciente de Lviv, en el Donbás los bombardeos, los checkpoints, los hospitales de campaña y los civiles ocupados mayoritariamente por soldados siguen dominando la vida diaria. Aun así, cuando la artillería cae demasiado cerca, los hombres y mujeres que nunca imaginaron que terminarían convertidos en soldados, siguen sorprendiéndose y llamando la atención de los periodistas. Como si el hecho de que el mundo conociese su sufrimiento pudiese contribuir a poner fin cuanto antes a esta guerra.

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