Los líderes de la UE descartan una entrada exprés de Ucrania en el club europeo

Los Veintisiete buscan la manera de hacer frente a Putin y a la crisis energética provocada por la guerra

Bruselas"¿Podemos abrir un proceso de adhesión con un país en guerra? No lo creo". Con esta sinceridad ha cerrado la cuestión el presidente francés, Emmanuel Macron, anfitrión y voz cantante de la cumbre informal de líderes europeos que tiene lugar en Versalles. Sobre la mesa, una compleja agenda de retos gigantescos ante un ataque de Rusia a Ucrania que Macron ve con "pesimismo". Uno de los retos más inmediatos, la respuesta política a los llamamientos urgentes del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para que la UE permita a su país entrar de manera acelerada al club, una petición a la que también se sumaron Georgia y Moldavia.

De manera general, la cumbre aborda el refuerzo geopolítico de una UE que ya con la pandemia había ido ganando conciencia de la necesidad de ser más autónoma y soberana. Hay cohesión sobre esta idea base, la UE se encuentra en un momento "histórico" en el que quiere cuestionarse empezando por un mayor gasto en defensa, pero continúa siendo un conglomerado de veintisiete voces que se manifiestan con intensidades diferentes ante este conflicto.

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La demanda de Ucrania de entrar en la UE es un ejemplo. La ampliación del club es una cuestión complicada porque hay países que creen que el último proceso de ampliación fue demasiado rápido y que todavía hay problemas internos para resolver antes de abrir las puertas a nuevos miembros. Aun así, ante una ciudadanía que resiste una invasión militar, el mensaje que se envíe desde Bruselas, y esta semana desde Versalles, tiene un componente incluso emocional difícil de gestionar. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, elevó las expectativas cuando aseguró que Ucrania forma parte de la "familia europea" y que "los queremos dentro". Desde entonces, ha tenido que ir suavizando el lenguaje. "Queremos una Ucrania libre y democrática con la cual compartimos un destino común", ha dicho este viernes al llegar a la cumbre.

"No existe un proceso expreso de adhesión. Hemos dado armas y hemos activado sanciones durísimas contra Rusia. Tenemos que hacer más todavía, pero nos tenemos que centrar en lo que podemos hacer hoy y mañana, la adhesión es a largo plazo", ha dicho el primer ministro neerlandés, Mark Rutte. También el presidente español, Pedro Sánchez, se ha manifestado en la misma línea, pero como bien ha expresado su homólogo luxemburgués, Xavier Bettel, lo que está haciendo la UE es buscar una "fórmula creativa" para no desmoralizar a los ucranianos ni a Zelenski y ofrecer una "perspectiva europea" en un país que resiste una invasión. Fuentes diplomáticas hablaban de incluir el país en programas comunitarios como Erasmus+ u otros programas europeos, por ejemplo.

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Por eso, pactar este punto de la declaración de Versalles fue lo más complejo de la primera jornada de cumbre, que cerró pasadas las dos de la madrugada de este jueves. El Consejo Europeo, dice el texto, ha actuado "con rapidez e invitado a la Comisión a emitir su opinión sobre la solicitud de adhesión de Ucrania. Pendiente de esta opinión, fortaleceremos nuestros vínculos y profundizaremos en nuestra asociación para apoyar a Ucrania a perseguir su camino europeo. Ucrania pertenece a nuestra familia europea". Los líderes retoman la cumbre este viernes a las 10 de la mañana.

Discrepancias sobre el embargo energético

El otro gran debate es la intensidad del castigo a Rusia. La UE ha aprobado sanciones sin precedentes que ya pesan en la economía rusa, pero que no han parado a Putin. Por eso, no solo es Zelenski quien pide ir más allá y dejar de comprar petróleo y gas a Rusia, sino que también lo hacen los países europeos más próximos geográficamente a Ucrania, como por ejemplo Letonia. El primer ministro, Krisjanis Karins, se preguntaba "¿si no es ahora, cuándo?" respecto a la necesidad de excluir a todos los bancos rusos y bielorusos del Swift, pero también de parar en seco las compras de gas y petróleo de Rusia. Bruselas presentó esta semana una propuesta para reducir en dos tercios la dependencia del gas ruso este año, pero para Karins no es suficiente.

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Aun así, voces tan potentes como la del canciller alemán, Olaf Scholz, son especialmente escépticas. Scholz ha recordado que las sanciones aprobadas desde la UE se han llevado a cabo intentando que tengan el menor impacto posible sobre la ciudadanía europea y ha asegurado que ir más allá pondría en peligro "la paz social" en Alemania. Tampoco Hungría, que depende casi totalmente de los combustibles fósiles rusos, está dispuesta a aceptar un embargo, ha dicho su primer ministro, Viktor Orbán.

De hecho, las sanciones ya se han empezado a notar con una escalada dramática de los precios de la luz que países como España, Italia o Francia han llevado también a la cumbre, pero no habrá decisiones concretas hasta las próximas semanas. París, Roma y Madrid también están alineados, como ha dicho el primer ministro italiano, Mario Draghi, a la hora de debatir la posibilidad de hacer una nueva emisión de deuda europea para financiar una mayor inversión en defensa y las consecuencias económicas de la crisis energética. Aun así, el norte de Europa, que sí que está comprometido a dedicar más porcentaje de su PIB al gasto militar y defensiva, no se muestra nada dispuesto a endeudarse más en bloque para que otros países puedan hacerlo.