Siria se ha convertido en una base rusa de reclutamiento de milicianos extranjeros para Ucrania. Después de anunciar la llegada de 16.000 combatientes de Oriente Medio, se constata el repliegue de los mercenarios privados rusos como el Grupo Wagner. Siria ya hace tiempo que funciona como un hub de exportación de mercenarios: primero en Azerbaiyán, Libia o en la República Centroafricana. Ahora, desde la base aérea rusa de Jmeimim, se seleccionan a los reclutas experimentados en combate, sobre todo urbano, entrenados en unidades vinculadas en Rusia como Tiger Fuerces, 5th Corps, Liwa al Quds y otros. Se les ofrece sueldo y compensación, pero los tienta también la promoción militar y la oportunidad de llegar a Europa. Previendo una guerra larga, Rusia entrena ya a más voluntarios sirios.
También del lado ucraniano se han movilizado unos 20.000 voluntarios contra Rusia de países diferentes, algunos de los cuales han incendiado esta implicación más allá de los marcos legales vigentes. Solo un recordatorio: la movilización de combatientes en Afganistán contra los soviéticos en los ochenta acabó configurando Al Qaeda. Es el riesgo de jugar con fuego.