Merkel, 16 años al mando de Europa

Deja un legado controvertido y un vacío político que Alemania y Europa tienen que darse prisa en llenar

El gesto característico de las manos de Merkel.
26/09/2021
6 min

BarcelonaAngela Merkel fue la primera mujer, y la primera ossi (alemana del Este) en llegar a la Cancillería, y será la primera que abandona el cargo por voluntad propia. Deja un legado controvertido y un vacío político que Alemania y Europa tienen que darse prisa en llenar.

2005.

La primera mujer y la primera del Este

La canciller alemana, Angela Merkel, con Helmut Kohl.

Angela Merkel batió un triple récord cuando ganó las elecciones a la cancillería ante el socialdemócrata Gerhard Schröder: era el primer candidato de Alemania del Este, la primera mujer y, con 51 años, la persona más joven que llegaba al cargo. Pero no se trataba de una recién llegada a la política: había sido ministra después de la reunificación alemana y había roto con su mentor, el excanciller Helmut Kohl, después de un escándalo de financiación irregular de la CDU. Kohl estuvo solo tres meses más al cargo de los que Merkel habrá pasado en la cancillería: son los gobernantes más longevos desde Otto von Bismark (1871-1890).

2007.

Putin, una pareja hostil

Una foto que se hizo viral de Merkel incómoda por el perro de Putin.

La animadversión de Merkel a los perros es consabida, después de que uno la mordiera en 1995. La primera vez que la alemana visitó Moscú como canciller, el presidente ruso le regaló un peluche de un perro. La segunda vez, en 2007, hizo entrar a su enorme perro Koni a la sala de su residencia en la ciudad de Sochi. La fotografía de la cara de espanto de Merkel y la sonrisa de Putin se hizo viral. La anécdota refleja la tensión entre dos de los líderes más longevos de Europa. Putin quería mucho más a su amigo Schröder (a quien recompensó con cargos golosos, como la dirección del gasoducto Nord Stream).

Y Merkel, que había crecido en Alemania del Este, no ha olvidado nunca de que Putin había sido agente de la KGB en Dresde. Su pasado, sin embargo, hacía que pudieran hablar sin necesidad de traductores: de los acuerdos, como el gasoducto Nord Stream, o los desacuerdos, como el envenenamiento y el encarcelamiento del opositor Alekséi Navalni.

2010.

"Mrs. Nein": La austeridad ahoga a Grecia

En las protestas en Grecia era fácil ver carteles que identificaban a Merkel con los nazis.

Grecia era el eslabón más débil de la cadena del euro, y su crisis estuvo a punto de arrastrar la moneda y toda la arquitectura de la UE. La receta alemana solo tenía un ingrediente: austeridad en todos los ámbitos, a un elevadísimo coste social para la gente de la calle. Muchos comparaban las políticas de recortes a la sanidad, la educación o las prestaciones sociales al expolio de la ocupación nazi. La UE se fracturaba entre norte y sur, entre este y oeste, y los rescates, más que salvar al enfermo, acababan de hundirlo. Con la crisis de la pandemia no se ha repetido la historia, y Merkel ahora ha abandonado los dogmas que hace solo una década parecían intocables, como el techo de gasto.

2011.

El efecto Fukushima

Merkel al llegar a una cumbre europea en Bruselas en 2012.

El accidente en la central nuclear japonesa de Fukushima el marzo de 2011 llevó a uno de los giros más drásticos de la historia política de Alemania. Durante años había asegurado que las nucleares eran seguras y que contribuirían a una economía más sostenible, pero el desastre lo cambió todo. Tres días después, Merkel anunció que no se alargaría la vida de las centrales nucleares alemanas, que tienen que dejar de funcionar en 2022. Física de formación, Merkel admitía que "la energía nuclear no es sostenible a largo plazo". Justamente en aquellas semanas los Verdes ganaban el gobierno del land de Baden-Wurtemberg a la CDU.

2013.

Móviles pinchados y reconciliación con Obama

Merkel con Barack Obama en la cumbre del G-7 en la localidad alemana de Krün.

De los cuatro presidentes norteamericanos que ha visto pasar durante su mandato –George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden–, con quien Merkel tuvo más sintonía fue con el segundo. Pero el asunto del espionaje a su teléfono móvil, en el escándalo de la Agencia Nacional de Seguridad que destapó Edward Snowden, dejó herida la relación. Merkel había vivido en la Alemania Oriental en que los agentes de los servicios secretos del Stasi vigilaban como el Gran Hermano todas las comunicaciones, y fue la líder europea que se mostró más decepcionada con el episodio: "Espiar a los amigos es inaceptable", dijo. La fiscalía alemana investigó el hackeo, pero no llegó a ninguna conclusión tangible. Y Merkel acabó reconciliándose con Obama en la cumbre del G-7 de 2015 en Baviera.

2015.

Abrir (un poco) la puerta a los refugiados

Migrantes llegando desde Hungría a la estación de tren de Múnich en septiembre de 2015.

En el improvisado campo de refugiados de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia del Norte, cerrada por los dos países, se hizo popular un canto entre los sirios que intentaban llegar a la Europa rica. “Mama Merkel, mama Merkel, ayúdanos, ayúdanos, porque en Siria no podemos vivir y queremos volver a estudiar”. Merkel era, a los ojos de los que lo habían dejado todo atrás, la única esperanza de que podrían llevar a sus hijos a un lugar seguro y rehacer sus vidas. "¡Saldremos de esta!": con estas palabras la canciller había respondido en 2015 a la llegada de centenares de miles personas, la mayoría huyendo de la guerra en Siria. Y mientras las fronteras internas de la Unión Europea se cerraban una tras la otra, Alemania decidió mantenerlas abiertas y acogió a casi un millón de personas. Una política con un impacto económico positivo al menos a medio plazo (con la llegada de mano de obra en muchos casos calificada a un país con un grave problema de envejecimiento de la población), pero que políticamente tuvo un coste cuando la ultraderecha quiso capitalizar el miedo. En 2016 Merkel acabó cerrando la puerta como habían hecho el resto de socios europeos.

2018.

Engordando el eje franco-alemán

La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron posando antes de una reunión y de una cena de trabajo en el Palacio del Elíseo en París.

El eje franco-alemán ha pasado altibajos, con una Merkel que siempre ha puesto por encima los intereses de Alemania. Con el expresidente Jacques Chirac, Merkel compartía, dicen sus biógrafos, un "sentido de la historia". Con Nicolas Sarkozy, la proximidad ideológica de los dos líderes conservadores que decidían los destinos de la Europa de la austeridad dio pie al concepto Merkozy, pero la afinidad personal entre los dos no era tanta. La llegada del socialista François Hollande, en 2012, no fue bien recibida en Berlín, pero de las críticas iniciales del francés se llegó al frente común contra Putin o a la imagen de la canciller, con vestido negro, andando a su lado por las calles de París en la manifestación de rechazo a los atentados de 2015. Macron ha sido el presidente más germanófilo.

2019.

Malabarismos con China

Merkel con el presidente chino Xi Jinping.

China es el principal socio comercial de Alemania y Merkel ha sido uno de los principales apoyos de Pekín en Europa. También ha defendido una política europea independiente, que no se dejara arrastrar por los Estados Unidos en su guerra comercial contra el gigante asiático. Pero no siempre había sido así. Poco después de convertirse en canciller, Merkel invitó al Dalai-lama en Berlín, y China respondió con represalias económicas. Pero desde 2019 Berlín ve también los peligros de un Pekín que empieza a convertirse en potencia tecnológica y que ha llevado a Merkel a referirse al país como un "rival sistémico" que cada vez levanta más recelos en la sociedad alemana.

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