Cumbre del G-20

Modi y la India reivindican su papel en el mundo como superpotencia

El primer ministro hace del encuentro de los 20 países más industrializados la tribuna para situarse como el gran defensor y lider del Sur Global

Imagen del cartel de bienvenida en el centro de Nueva Delhi donde tiene lugar este fin de semana.

Pekín"El siglo XXI es el siglo de Asia", afirmó el jueves el primer ministro indio, Narendra Modi, frente a sus vecinos asiáticos en la cumbre de la ASEAN (Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático). Le faltó añadir que la India, evidentemente bajo su mandato, aspira a liderarlo. La cumbre del G-20 es la puesta de largo para que Modi reivindique su papel como estadista mundial y el liderazgo de su país en un nuevo orden internacional. Un papel de liderazgo que también se ha visto confirmado en el ámbito de la carrera espacial, tras el éxito de la misión de la sonda Chandrayaan-3, que el 23 de agosto logró alunizar, por primera vez, en el polo sur del satélite de la Tierra. En el mismo discurso en la ASEAN, Modi aseguró que es necesario "elevar la voz del Sur Global por el interés común de todos", una idea sobre la que gira su posición geopolítica.

Modi pretende que la India se convierta en un puente entre Occidente –con el que mantiene buenas relaciones– y los países del Sur Global, que reclaman cambios estructurales y avanzar hacia un mundo multipolar.

El primer ministro defiende el papel de la India haciendo equilibrios frente a las tensiones entre Estados Unidos y China como una opción propia y reivindicando que son una democracia. En las calles de la India, los carteles anunciando el G-20 presentan al país como la "madre de la democracia", aunque la realidad es que desde que Modi llegó al poder, en el 2014, ha aumentado el autoritarismo y se han deteriorado derechos básicos como la libertad de prensa, la libertad de religión y la libertad de reunión. Modi defiende una India para los hindúes que margina a los musulmanes y los practicantes de otras religiones. Pero el deterioro democrático apenas ha levantado críticas en Occidente.

Equilibrio entre los bloques

El gobierno de Narendra Modi se beneficia de que Estados Unidos necesita aliados ante el desafío de Pekín a su liderazgo mundial. La India no ha condenado la invasión de Ucrania, ni ha cortado relaciones con Rusia, pero tampoco se ha vinculado a ella con una alianza, como ha hecho Pekín. Modi, eso sí, no ha dudado en incrementar las compras de gas y petróleo a Moscú, beneficiándose así de un precio más barato. Asimismo, ha cuidado sus relaciones con Washington e incluso ha aumentado la cooperación. La India es un miembro del Quad, un foro de diálogo de seguridad estratégico con Australia, Japón y Estados Unidos. Además, coquetea con la posibilidad de colaborar con la OTAN.

Las relaciones con China son tensas, ya que ambas potencias de Asia compiten en materia económica y también geopolítica. La India ya ha superado al gigante asiático como país más poblado del mundo y ese capital humano, formado por una población joven, bien preparada tecnológicamente y que habla inglés, es una ventaja. Aunque es la quinta economía más grande del mundo y en rápido crecimiento, en el ámbito del desarrollo sigue teniendo muchas asignaturas pendientes para sacar a su población de la pobreza y cohesionarla socialmente.

Con China también mantiene enfrentamientos militares por la frontera en el Himalaya. Precisamente a una semana del G-20, la India protestó formalmente ante Pekín por la publicación de un mapa que incluye el estado de Arunachal Pradesh, en el noreste del subcontinente, y la meseta de Aksai Chin como parte de China. El mapa fue ampliamente difundido por los medios estatales chinos.

Otro frente de competencia es el liderazgo entre las naciones en desarrollo, como se vio en la reciente cumbre de los BRICS y su proyecto de ampliación. Pekín y Nueva Delhi luchan por aumentar su influencia entre los países de este bloque, que aspiran a distanciarse de lo que consideran la tutela de Occidente.

Ausencias de Xi y Putin

El G-20 ha quedado deslucido por las ausencias de Putin y Xi Jinping. La guerra de Ucrania planea sobre la reunión –Modi no ha invitado a Zelenski, pese a la petición expresa de la viceministra de Exteriores de Ucrania, Emine Djaparova, que pidió a las autoridades indias el pasado abril, durante una visita a Nueva Delhi, que consideraran su participación– y es posible que por primera vez se cierre sin una declaración conjunta.

Si así fuera se podría considerar un fracaso, pero ante esto Modi tiene una agenda propia. El mandatario pretende que en el G-20 se hable de cuestiones que afectan al Sur Global, como una solución para aliviar la deuda de los países en desarrollo, la lucha contra el cambio climático y su financiación, además de medidas para garantizar la seguridad alimentaria y el acceso a la energía.

La ausencia de Xi Jinping también puede convertirse en una ventaja, ya que será más fácil que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, muestre su apoyo a la India como potencia mundial. Frente a un foro mayoritario de países occidentales, la India lo tiene más fácil para erigirse en la voz de los países en desarrollo.

Modi reclama que la India merece ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y unirse al club de los cinco países con derecho a veto. Considera desfasado al organismo salido de la Segunda Guerra Mundial y asegura que necesita ampliarse para reflejar la nueva realidad internacional. La petición tiene poco recorrido, ya que China sería el primer país en oponerse a ello.

El primer ministro indio ha hecho del G-20 su gran anuncio publicitario a escala interna. A lo largo del año todo el país se ha empapelado de carteles anunciando la cumbre, en la que aparece el logotipo del G-20, acompañado de la foto de Modi. Más de 200 reuniones preparatorias se han celebrado por todo el país para dar a conocer la cumbre: nunca en la historia del G-20 se había realizado este despliegue. También se ha lavado el rostro de la capital y se han organizado todo tipo de actos y fiestas. Narendra Modi pretende que el desfile de personalidades confirme su papel de gran estadista y envíe el mensaje a sus electores de que con él la India logra el merecido reconocimiento internacional.

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