El ministro israelí Benny Gantz esta semana en Washington, en su visita al Capitolio.
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La invitación de la Casa Blanca al ministro Benny Gantz, miembro del gabinete de guerra de Israel, sugiere que la paciencia de Joe Biden con el primer ministro Benjamin Netanyahu se está agotando. Pero ilustra también la impotencia y el poco margen de maniobra que tiene el presidente de Estados Unidos en relación a Israel cinco meses después del inicio de la guerra de Gaza.

Biden querría terminar un conflicto que se alarga peligrosamente mientras se aproximan las elecciones estadounidenses de noviembre, y que puede desempeñar un papel importante si no decisivo en el segundo enfrentamiento con Donald Trump. El resultado de las elecciones tendrá una gran trascendencia para la política exterior de Washington y muy probablemente para la política con Israel.

Trump dijo el martes que la guerra de Gaza no habría estallado si el presidente hubiera sido él. Durante su mandato fomentó la política más proisraelí de la historia e incluso hoy puede visitarse un asentamiento judío que Netanyahu bautizó con el nombre de su aliado, que, entre otras cosas, trasladó la embajada estadounidense de Tel-Aviv en Jerusalén.

En este contexto no puede extrañar que la invitación haya provocado urticaria en Netanyahu, pese a que Gantz sólo se reunió con la vicepresidenta Kamala Harris y con el consejero para la Seguridad Nacional, Jake Sullivan, además del líder de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos, Chuck Schumer. Es decir que el presidente prefirió esconder la mano después de haber echado la piedra contra el tejado de Netanyahu.

Nada más conocerse el viaje de Gantz, la oficina de Netanyahu comentó que en Israel sólo hay un primer ministro y dio instrucciones a la embajada en Washington para que no diera cobertura oficial a un viaje que es ha hecho por iniciativa del ministro pero sin el consentimiento de Netanyahu. No sólo sin su consentimiento, sino también en contra de su voluntad.

En realidad, el viaje es un gesto, la escenificación de una gran impotencia. No tendrá ningún tipo de repercusión más allá de dañar las relaciones entre el presidente Biden y el primer ministro Netanyahu. El diario Haaretz ha publicado una viñeta en la que se ven sentados Kamala Harris y Gantz y éste le dice que encima de la mesa tiene una antigüedad muy bonita, dando a entender que ambos no tienen muchas cosas de las que hablar, ya que Gantz no tiene ningún tipo de poder.

Gantz aceptó inmediatamente la entrada en el gabinete por responsabilidad de estado, pero su situación no es especialmente decisiva. Hizo una carrera militar impecable que acabó como jefe del estado mayor del ejército, pero es un político que no ha demostrado tener carisma de líder, como sí tiene Netanyahu, y eso condiciona su futuro.

Más apoyo popular que Netanyahu

Algunas encuestas publicadas en las últimas semanas indican que Gantz tiene más apoyo popular que Netanyahu, y que la oposición podría lograr una mayoría confortable si hubiera elecciones ahora. Sin embargo, no parece plausible que Netanyahu quiera convocar elecciones en las actuales circunstancias. El primer ministro ha recordado que todavía quedan tres años de legislatura.

Con estos parámetros se ve que la invitación a la Casa Blanca sólo es un gesto que quisiera implicar muchas cosas, pero que no las implica porque en Israel sólo hay un primer ministro y Gantz no lo es. Sería un candidato a considerar si hubiera elecciones ahora, pero es dudoso que Netanyahu las convoque con unos sondeos tan contrarios.

La coalición que sostiene Netanyahu es sólida y robusta, y no ha dado señales de hundirse en los cinco meses de guerra. Todos los miembros de la coalición ganan más con Netanyahu como primer ministro que con Gantz, por lo que los 64 diputados que soportan Netanyahu no tienen ningún interés en que caiga. Por eso en la coalición no se ha visto ninguna fisura.

Esto también lo ve la Casa Blanca. Por tanto, la invitación sólo puede interpretarse como un gesto que muestra el descontento de Biden con la manera en que Netanyahu está conduciendo la guerra y con la falta de sintonía entre las dos administraciones, y poco más. Biden no tiene capacidad para ir más allá de un gesto de este tipo y no puede obligar a Netanyahu a cambiar su política en la guerra de Gaza.

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